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El duro camino que tienen que recorrer los médicos residentes

Denuncian que existe un burdo aprovechamiento de los centros de salud, que los usan como mano de obra barata. Cada año ingresan al sistema unos 300 nuevos profesionales, que llegan a estar hasta 36 horas sin descansar.


“Yo le preguntaría a cualquier persona si se subiría a un avión cuyo piloto hace 36 horas que no duerme; seguramente diría que no, pero en las urgencias de sanatorios y hospitales los pacientes son atendidos por médicos en esas condiciones”, refirió Damián Verseñazi, titular de la materia Práctica Final de la Facultad de Medicina de Rosario y decano de la casa homónima de altos estudios del Chaco, para intentar describir sólo algunas de las situaciones complejas por las que atraviesan los médicos residentes que deben cumplir obligatoriamente esta formación durante cuatro años, ya sea en centros de atención públicos o privados. En los primeros, el panorama es un poco más alentador porque su trabajo es remunerado, sin embargo, en los otros se suelen aprovechar de los nuevos profesionales y en algunos casos no cobran sueldos, no se les respetan las horas de descanso posteriores a la labor continuada de 24 horas y se les exige que lleven a cabo hasta 12 guardias al mes.

En Rosario ingresan anualmente como residentes a la atención sanitaria unos 300 nuevos médicos que, sumados a los aproximadamente 900 que transitan por el segundo, tercero y cuarto año de formación, alcanzan a ser unos 1.200 que sostienen el sistema de salud, la mayoría de las veces en paupérrimas condiciones laborales e interpersonales que afectan su vida de manera tal que “devienen en peleas en casa, rompimiento de parejas, ataques de pánico, frustración o angustia”, según contaron a El Ciudadano cuatro jóvenes profesionales acerca de la problemática, quienes organizaron movilizaciones y reunieron más de 400 firmas para que se genere una mesa de diálogo entre los organismos encargados de controlar la formación de los residentes.

Sectores público y privado

La actividad de los residentes en clínicas o sanatorios privados se rige por las normas que establece el Colegio Médico, mientras que quienes se desempeñan en el ámbito público lo hacen bajo los lineamientos de un nuevo reglamento nacional, lo que hace que aquellos que realizan su residencia en hospitales o centros de atención que dependen de Nación, provincia o Municipalidad estén en mejores condiciones.

“En los sanatorios privados el sistema es aún más usurario. Como apunta más al negocio te exigen un régimen de residencia full time y, sin embargo, en muchos casos los sueldos no superan los 4 mil pesos. Se aprovechan del hecho de que hay pocas plazas disponibles porque en general hay muchos más postulantes que puestos”, explicó Cristian Espona, quien hizo seis meses de residencia en cardiología en el sanatorio Plaza. “Hay abusos y las guardias que deberían ser de 24 horas terminan siendo, en muchos casos, de 36 y hasta de 48 horas”, añadió.

Mano de obra barata

Para Jerónimo Ainsuain, quien cursa el período de formación en clínica general en el sector público, “la residencia es una mano de obra barata, muchas veces gratuita, que termina sosteniendo el sistema de salud que, tal como está diagramado hoy, sí o sí necesita de los médicos residentes para funcionar”. Una apreciación similar hizo su colega Marcela Zabala, quien además señaló que en especial las residencias quirúrgicas demandan entre 11 y 12 guardias por mes. “En el sector privado este hecho se agrava por el ingreso de dinero que tienen por cada paciente y sin embargo, en muchos casos las residencias no son pagas”, enfatizó la médica.

A la falta de presencia de los organismos responsables de verificar que los jefes de servicio cumplan con la formación y supervisión de los residentes, Ainsuain sostuvo que “la responsabilidad tiende a caer en los jóvenes médicos para todo y tal vez por eso se terminan tomando decisiones que no son favorables para sus colegas o para él mismo”.

Incluso, el médico detalló que hay cuatro niveles de residentes de acuerdo al año de formación: R1, R2, R3 y R4. “París un año entero y después, a medida de que van pasando los meses, el R1 no ve la hora de pasar a ser R2 para tener un poquito menos de carga horaria y un poco más de poder. Es una consecuencia que no es provocada por el mismo residente sino el sistema, que llega a ser tan perverso que lo lleva a esa situación”, aseguró Ainsuain.

Para Verseñazi, “el sistema, tal como está armado, facilita actitudes perversas por parte de algunas personas que sólo por haber transitado más tiempo que el otro tiene incluso la potestad del cuerpo de otro como obligarlos a hacer una guardia más como castigo o no dejarlo comer en donde está comiendo el otro”.

Violencia y más violencia

“Como sos residente, la misma palabra lo dice: residís, vivís en el hospital o el sanatorio y te convertís en el sparring que recibe los primeros golpes del sistema. Cuestiones básicas como dormir o comer son un lujo. Comés escribiendo y si a veces los pacientes te ven haciéndolo se te vienen al humo y te dicen: ‘¿Cómo vas a estar comiendo?’”, relató María Paula Illia, jefa de residencia de Salud mental del un hospital que depende de la provincia. Además, la médica reflexionó: “Si después hay algún tipo de error en lo que hacés a causa de las condiciones en las que se trabaja, sos el responsable porque no hay nadie que ponga la cara en ese sentido”.

“La violencia que se vive en la sociedad se recibe en una guardia, junto con las presiones de los familiares del paciente y hasta del jefe del servicio o el mismo sanatorio”, concluyó Ainsuain.

En acción

A fines del año pasado los médicos residentes hicieron una movilización para lograr una mesa de diálogo entre los organismos involucrados en la formación: Municipalidad, Dirección de Residencia de la provincia –y también el Ministerio de Salud–, el Colegio de Médicos y la Facultad de Medicina. Así, en diciembre mantuvieron una reunión con referentes de la cartera de Salud de la provincia y en enero con el Colegio Médico. Antes de que finalice este mes tendrían una reunión interinstitucional donde se sentarán todas las partes.

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