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Un viaje de poder

El dilema de los padres frente a la tecnología tóxica

Como adultos responsables necesitamos clasificar la tecnología a la que acceden nuestros hijos entre aquellas que ayudan y las que provocan daño.


En diciembre del 2017, Facebook lanzó la aplicación Messenger adaptada para niños menores de 13 años, promocionándola como una herramienta para ayudar a los jóvenes a facilitar las relaciones mientras les daba a los padres algo de control, incluida la capacidad de aprobar a los amigos que su hijo o hija puede tener en esa red social. El objetivo de lanzar un producto de esas características era contrarrestar los temores cada vez mayores de que las redes sociales pueden tener un efecto adverso en los niños, pero al final, solo arrojó más combustible al fuego. Facebook fue puesto contra las cuerdas por expertos en salud infantil, que argumentaron que la aplicación socava el desarrollo saludable de los niños en edad escolar primaria, ya que estos no están listos para lidiar con las complejidades que resultan de las relaciones en línea.

¿cómo podemos asegurarnos de que los niños consuman una dieta los más saludable posible de tecnología?

La aplicación “Messenger Kids” renovó el debate entre los padres, expertos en salud mental, y los ejecutivos de las compañía de redes sociales, sobre el impacto que tiene la tecnología en el desarrollo y la seguridad de los niños. También se puso sobre la mesa las responsabilidades que tienen las empresas de tecnología en la forma en que los niños y adolescentes usan sus productos. Los sitios de redes sociales populares como Facebook, Twitter e Instagram, declararon a través de diversos portavoces y en distintos momento, que quieren ayudar, y no lastimar a los jóvenes.

Pero el problema es que la investigación sobre cómo la tecnología, en particular las redes sociales, los teléfonos inteligentes y el tiempo de permanencia frente a una pantalla, afecta el desarrollo juvenil es irregular, y pese a toda la protesta pública, hay poca evidencia sobre cómo el uso de Internet llega a afectar el cerebro de los niños. Se ha temido que la adicción a Internet haya aumentado al nivel de una enfermedad mental, pero la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (American Psychiatric Association) ha decidido que es necesario realizar más investigaciones antes de reconocerla como un trastorno.

Algunos estudios han encontrado beneficios en el uso de la tecnología. Muchos otros han vinculado las redes sociales y otras tecnologías al empeoramiento de las relaciones: el ciberacoso, la mala imagen corporal, la agresión y la depresión por mencionar algunas. A fines de septiembre de 2018, un estudio publicado en Lancet Child & Adolescent Health encontró que limitar el tiempo de pantalla de los niños a menos de dos horas al día se asociaba con una mejor cognición.

Sin embargo, preguntar si la tecnología perjudica a niños y adolescentes es la pregunta equivocada, un poco como preguntar si conducir es bueno o si la comida es saludable. Todo depende de lo que se use y de cómo se lo use.

“Las compañías de redes sociales no explican toda la problemática de estar expuestos a ellas porque de esa manera ganan su dinero”, dice Robert Kraut, científico social y profesor emérito de interacción humano-computadora en la Universidad Carnegie Mellon. “Pero a pesar de que las redes sociales son atractivas no significa que son buenas  y saludables para las relaciones”.

Algunos estudios han encontrado beneficios en el uso de las las redes sociales, otros las han vinculado al empeoramiento de las relaciones.

La clave, dice, es consumir selectivamente, filtrar las calorías vacías y consumir aquellas que son nutritivas. Pero eso significa aprender a distinguir la diferencia, y ese es otro problema.

El profesor Kraut comenzó a estudiar los efectos de internet en los humanos en los primeros días de la web. Después de 12 años en una compañía de telecomunicaciones que estaba desarrollando y tendiendo cables de Internet, comenzó a preguntarse si esta tecnología social podría afectar las relaciones de la vida real.

En uno de los primeros estudios sobre esta cuestión, Kraut y su equipo examinaron a 169 personas en 73 hogares durante sus primeros años de uso de la web. Descubrieron que, con el tiempo, estos participantes se comunicaron menos con los miembros de su hogar una vez que comenzaron a usar Internet. Estos individuos también reportaron sentirse más solos y más deprimidos.

Sin embargo, a lo largo de los años, Kraut comenzó a analizar con más atención las formas en que las personas utilizan Internet. El solo hecho de ver la cantidad de tiempo que pasamos en línea no nos dice mucho, explica. En cambio, el impacto depende de con quién se esté comunicando y de la naturaleza de esa comunicación. De acuerdo con un estudio que su grupo publicó en 2016, se verifico que se generaban lazos más estrechos entre las personas cuando existía una comunicación más sustancial y periódica en las redes sociales.

En su último estudio, que aún no se ha publicado, Kraut y sus colegas Siyan Zhao y Jason Hong preguntaron a un grupo de adolescentes y adultos jóvenes qué tan cerca se sentían diariamente de otras tres personas de su grupo. Luego observaron cómo usaban sus comunicaciones digitales, incluida la forma en que usaron las aplicaciones de mensajería y algunos sitios de redes sociales como Facebook, y el volumen total de comunicación. También le pidieron al grupo que calificara qué tan cerca se sentían de otras personas en el día a día.

Luego, repasando esta comunicación electrónica y utilizando un diccionario de palabras que indican emoción, otro con pronombres en primera persona, uno con referencias singulares o grupales y finalmente un diccionario con palabras de planificación como “plan, película, cena, fin de semana, mañana. ”, identificaron los mensajes que se referirían a reuniones físicas y otros que eran de intercambio de información personal. Finalmente encontraron una relación positiva entre la cantidad de este tipo de mensajes y la fortaleza de la relación.

En un trabajo anterior de Kraut, su equipo halló que el consumo pasivo produjo el efecto contrario. En efecto, las redes sociales, cuando son directas y personales, contribuyeron al bienestar. Pero cuando el consumo es pasivo no es así: “Si pasa más tiempo viendo videos de YouTube, los lazos con otras personas, los familiares y amigos se deterioran”, dice Kraut.

De hecho, una cantidad creciente de trabajos experimentales de otros investigadores, como Ethan Kross en la Universidad de Michigan , han llegado a conclusiones similares sobre el consumo de Internet activo frente al pasivo. La clave parece ser el uso de la tecnología para formar un “refuerzo psicológico” contra el estrés, dice Kraut. La comunicación electrónica puede fortalecer las relaciones, por lo que los usuarios sienten que tienen más personas a las que recurrir cuando necesitan apoyo. El contenido exacto de lo que se discute no importa mucho, si tener a alguien a quien recurrir.

Hay otras formas en que se ha encontrado que la tecnología es buena para los niños. Por ejemplo, Internet permite que los niños que viven en entornos geográficamente aislados o que tienen intereses muy específicos interactuar con otros más de lo que sería posible en la vida “real” o fuera de línea. Según Ana Homayoun, consultora escolar que trabaja con adolescentes y escuelas en el área de la tecnología de navegación, y es autora del libro “Bienestar en las redes sociales”: las redes ayudan a preadolescentes y adolescentes a prosperar en un mundo digital desequilibrado .

Los investigadores de salud también están tratando de aprovechar la tecnología para mejorar la salud de los jóvenes. Cada vez más científicos están experimentando con el uso de algoritmos de aprendizaje automático para examinar los patrones de uso de Internet y el contenido en busca de pistas de jóvenes con tendencias suicidas.

Las personas con enfermedades raras se han conectado entre sí a través de Internet de una manera que habría sido casi imposible hacerlo en persona, dicen los expertos. En estos casos, Internet crea vínculos significativos, en lugar de destruirlos.

Entonces, una gran pregunta es hasta qué punto podemos confiar en las empresas de tecnología para promover un uso más saludable de sus productos, especialmente si estos usuarios son jóvenes, ingenuos y con poca experiencia interpersonal.

Facebook ha declarado públicamente que desea realizar cambios para ayudar a los usuarios a tener experiencias en línea más significativas. A principios de este año, Twitter anunció que está financiando una serie de nuevos estudios para medir conversaciones saludables en su plataforma. El CEO de Twitter, Jack Dorsey, dijo en un reciente testimonio ante el Congreso de los Estados Unidos que la compañía considera que la mejora de la salud de las conversaciones en su plataforma es importante para su crecimiento a largo plazo. “Estamos dispuestos a tomar el camino difícil y las decisiones para hacerlo”, dijo.

Y a principios de este mes, el Director de Operaciones de Instagram, Marne Levine, publicó un mensaje en el blog de la compañía sobre una nueva guía para padres de adolescentes. Está pensado para ayudar a los padres a ayudar a sus hijos a aprender cómo administrar mejor la privacidad, las interacciones en línea y el tiempo que pasan en Instagram.

Para los escépticos, esto es un poco como McDonald’s que ofrece manzanas peladas y cortadas para compensar las preocupaciones sobre lo poco saludable que es su Cajita Feliz. “Facebook puede actuar como si fuera un buena persona, pero mientras haya miles de millones de dólares involucrados, tendrán que llamarme escéptico”, dice Kaveri Subrahmanyam, uno de los líderes en el estudio del efecto de los medios de comunicación en los jóvenes, que preside el Departamento de Estudios sobre niños y familias en la Universidad Estatal de California, Los Ángeles.

Incluso si las empresas quisieran hacer lo correcto, no está claro cuáles son las medidas correctas. Según Jason Hong, otro profesor de Interacción Humano-Computadora de la Carnegie Mellon University que estudia tecnologías móviles. “Es más fácil optar por la métrica simple y de corto plazo” de las visitas a la página y el tiempo invertido en el sitio que orientarse a medidas más difusas de interacción significativa “, dice Hong.

Entonces: ¿cómo podemos asegurarnos de que los niños consuman una dieta los más saludable posible de tecnología? Muchos expertos dicen que la clave es enseñar a los jóvenes cómo protegerse a sí mismos, de la misma manera que se le enseñaría a un niño a optar por una banana en lugar de papas fritas en un mundo donde la comida chatarra es barata y abundante.

“No se puede eliminar el riesgo en este entorno, por lo que se necesita enseñar a los niños a manejar el riesgo”, dice Willy Gardner, CEO de Childnet International, una organización sin fines de lucro con sede en Londres, y Director del UK Safer Internet Center. “Para administrar el riesgo, es necesario desarrollar las partes del cerebro que no se están desarrollando”, como las regiones involucradas con el pensamiento crítico.

Kaveri Subrahmanyam en una investigación que realizo a pedido de la Universidad Estatal de California, dice que la tecnología amplifica lo que sucede en la vida real, por lo que es fundamental impulsar las relaciones fuera de línea, incluso en esta era digital. “Si las personas ya tienen buenas relaciones fuera de línea, pueden usar la tecnología para potenciarlas y extenderlas”, dice. “En última instancia, tenemos que reconocer que la tecnología es una herramienta, y al igual que con cualquier otra herramienta, depende de cómo la uses”.

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