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El cuento del pueblo de los seres que vivían confundidos

Por Raúl Koffman.- Los pobladores creían en hombres con personalidades dominantes que los iban a trasladar al mejor de los mundos.


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Había una vez un pueblo sumido en la confusión. Sobre los pocos registros arqueológicos e históricos encontrados sobre su existencia remota se encuentran y se dan también explicaciones varias y variadas, desencontradas, contradictorias y hasta opuestas de los mismos hechos. Por ejemplo: se solía decir en el apogeo de su desarrollo cultural que el que ganaba daba una versión oficial y hegemónica, pero que la verdadera versión era la de los perdedores. También se encontraron versiones oficiales y hasta hegemónicas de grandes perdedores que se daban por ganadores; y de ganadores que hicieron todo lo posible para pasar a ser perdedores. Algunos de ellos, perdedores que cubrían su retirada realizando obras que en teoría estaban dedicadas al “bien común”. Se sabe que utilizaban palabras referidas a “lo común”, a “lo comunitario”, a “lo que los unía”, pero otros registros de la misma época muestran una gran cantidad de grandes especulaciones a favor de sus propios bolsillos hechas por las castas gobernantes que utilizaban este recurso idiomático y publicitario. Se supone que el uso de estos términos “seducía” a las personas de este pueblo. Se solía decir “encantaba”, porque gustaba y porque obnubilaba el pensamiento crítico. Hasta algún historiador osó llamarlo “el pueblo del revés”, parodiando el título de una canción infantil que se escuchaba en aquella época. Los historiadores se encuentran, al igual que los registros, confundidos.

De brujas y elegidos

Algunos antropólogos dedujeron que durante décadas este pueblo cayó bajo el poder de brujas y brujos, hechiceras/os, encantadores de multitudes (no sólo de serpientes), vendedores sin moral, compradores igualmente amorales y fabricantes excesivamente ambiciosos. La magia, los esoterismos, los diversos “más allá”, los seres de todo tipo y ubicación en el universo parecían manejar las voluntades y decisiones de estos humanos convertidos hoy en leyenda. “Querer es poder” y “puedo porque creo que puedo”, eran expresiones muy comúnmente escuchadas. Finalmente, verdades parciales pero convertidas en absolutas.

Algunos investigadores explican el valor y el poder de lo esotérico en este pueblo, en el hecho de que, en simultáneo a estas creencias, en el plano de su organización política, también creían en líderes o conductores: hombres con personalidades dominantes y muy hábiles que los iban a trasladar al mejor de los mundos. Pero la complejidad de este fenómeno se pierde en el estudio de los mitos y creencias de sus antepasados (hombres bajando de los barcos, o seres bajando de platos voladores).

¿Profundo o complejo?

El ejemplo más claro de confusión en este extraño pueblo, y que se reflejaba en su lenguaje cotidiano, era el caso de “lo profundo” y “lo complejo”. Al parecer, como este pueblo creía en seres provenientes de los cielos y de los subsuelos, hablaban de la profundidad y no de la complejidad de los hechos. Cuando no entendían algún hecho sucedido, por desconocimiento o por ignorancia, afirmaban que su significado “era más profundo de lo que parecía”. Y con esta frase e interpretación daban la entrada a estos seres multi-ubicados o a los llamados “líderes” o “conductores”, que resultaban los responsables de sus bienestares y malestares. Y mientras dejaban en sus manos sus destinos continuaban ignorantes de lo que sucedía a su alrededor. Se supone que de esta ignorancia surgió la confusión encontrada.

Algunos afirman que esta confusión terminológica derivó también del hecho de que el interior de sus propios cuerpos les era desconocido. Parece que confundían vacío de estómago con vacío existencial y que al interior corporal visceral lo confundían con un “espacio interior” lleno de miedos, fantasmas, ilusiones y sentimientos. Algunos más arriesgados, apoyados en las ciencias psicológicas, concluyeron que como estas personas se sorprendían de sus propias reacciones más de una vez las suponían provenientes de algún lugar o espacio interior que las contenía o producía. De allí que se encontrara en “la profundidad” la explicación para los hechos cotidianos. Se supone también que este menosprecio y hasta desaparición de la complejidad hizo al aumento de la confusión tema de este estudio.

La vida afectiva

En sus vidas afectivas cotidianas y en las actitudes e interpretaciones que sobre ella se hacían también todo parecía dar vueltas hasta quedar al revés. Un ejemplo del campo amoroso que tan a maltraer tuvo a estos habitantes: en el campo afectivo se afirmaba que si alguien decía, alegaba ser una víctima de otro, había que concederle lo que pedía. Pero si finalmente las concesiones se multiplicaban los papeles se invertían: porque la víctima pasaba a ser victimaria de la otrora victimaria que pasaba a ser la víctima. Una gran confusión a la hora de analizar sus relaciones. Otro gran ejemplo de conflicto en sus vidas afectivas giraba alrededor de las llamadas “expectativas amorosas”: si la otra persona no cumplía con las expectativas no era porque podía lo que podía, sino porque no era lo que debía ser ni hacía lo que debía hacer. Confusiones que, entendidas a la luz de los conocimientos actuales, explican los sufrimientos de aquellos pobres habitantes de ese pueblo y el consumo de sustancias legales e ilegales que solían utilizar.

Las emociones violentas

Las muertes por “emoción violenta” eran comunes en ese pueblo: se registraban altas tasas de accidentes cerebrovasculares, eventos cardíacos graves y muertes súbitas. Finalmente emociones que violentaban sus cuerpos, junto a la ya conocida violencia social de la época, devenida natural por provenir de la emoción “resentimiento”. Algunos autores afirman que estas “emociones violentas” descontroladas llevaron a que se enfrentaran unos contra otros durante décadas hasta su desaparición como sociedad. Este fenómeno, según otros autores, justificaba también el ya mencionado consumo de sustancias para lograr diversos efectos necesitados (tranquilidad, fuerza y empuje y hasta indiferencia ligada a sensaciones placenteras individualmente sentidas).

Poco, no mucho

No es mucho más lo que de este pueblo puede decirse. Parece que en el proceso de su decadencia final cada grupo antagónico destruyó los registros que podían beneficiar a su contrincante. Por ello bibliotecas enteras y registros de datos fueron incendiados y destruidos. La lógica “ganar o perder” que se estableció como natural, se supone, los hizo desaparecer. Pero ésta es sólo una deducción: ya no queda nadie para contarlo.

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