Espectáculos

El crisol de armonías de Tonolec

Por Javier Hernández. Con cantos ancestrales en lengua qom y sonoridades de otras regiones, Tonolec busca crear puentes entre culturas. Su cantante e instrumentista Charo Bogarín explica ese universo.


Su estilo híbrido se refleja en canciones que manifiestan las gamas de una identidad atravesada por culturas atávicas, pueblos indígenas que poblaron masivamente el Chaco profundo en épocas de la conquista –y hoy se adaptan a una “nueva civilización”–; pero también se afirman –matizados– sonidos provenientes de otras latitudes.

Cantos ancestrales en lengua qom y homenajes al cancionero criollo latinoamericano son parte de su acervo cultural de una década que queda en evidencia a partir de tres hipnotizantes discos que se complementan entre sí para abrir nuevos sentidos con aromas y colores siempre frescos y renovadores.

En plan de mostrar su singular expresión, Tonolec llegará esta noche a la sala Lavardén (Sarmiento y Mendoza) para, a partir de las 21.30, desplegar la magia de Tonolec, Plegaria del árbol negro y Folk-Los Pasos Labrados, los tres álbumes de su ascendente carrera.

El grupo está formado por el músico chaqueño Diego Pérez (set electrónico, guitarra y teclados) y la cantante formoseña Charo Bogarín (charango, bombo legüero y accesorios), quien desde hace años habita en Resistencia. Pero esta noche habrá sorpresas porque el dúo será acompañado por Lucas Helguero en percusión, explorando una versión de trío.

“Tenemos muchas expectativas para el show de Rosario porque hace un tiempo estamos ausentes de esta hermosa ciudad”, dijo Bogarín a El Ciudadano.

Tonolec explora la cultura qom (toba) planteando esta lengua como insignia de su producción. “Tonolec es una expresión artística y musical que nace con la impronta de integrar dos universos: la cultura qom y la cultura contemporánea; lo ancestral con lo moderno –en cuanto a tecnologías y manera de componer la música–”, dijo la cantante, tataranieta del cacique guaraní Guayraré, a este medio.

“Siempre decimos que oficiamos de puente entre este universo de cultura antigua, de lenguas ancestrales, de tradiciones arraigadas, con quienes hasta hace poco no tenían ni idea de que existían los qom”, dijo Charo, y destacó que a través de Tonolec la gente se interesa por saber más: “Cómo son, qué hacen, dónde están, a qué se dedican. Inducir a quienes nos escuchan a conocer esta hermosa cultura fue uno de los mejores efectos generados por nuestra música”, subrayó.

Consultada por las historias que más les gusta explorar de este universo, Bogarín hizo hincapié en el tema de las leyendas. “Están las que hablan del amor, del génesis, de animalitos del monte que enseñan a través de sus acciones y las que hablan de la inmensa comunión entre el hombre y la naturaleza en todos sus procesos”.

Parados en un lugar honesto que rehúye la estigmatización y se aleja de la contemplación vaciada de contenido, Tonolec aborda la cultura desde un sentimiento que Bogarín define sin vueltas: “Desde el orgullo que tienen (sus habitantes) de ser qom: desde un lugar luminoso y sanador como es la música para ellos y desde el rescate de su cosmogonía que incluye el valor de los silencios (nota importantísima dentro de las musicales), la unidad con la naturaleza, y el aprendizaje en tiempo real de las cosas, sin apuros”, puntualizó.

“Creo que trabajar con la cultura qom nos aportó profundidad en el pensamiento, en la visión musical y en el accionar mismo de la vida. Cuando te involucrás con estos pueblos –continuó la cantante– vas más allá de sus formas musicales o expresiones artísticas: aprendés una forma de vida, una visión diferente de cómo conducirte en tus acciones cotidianas”.

Y en cuanto a los desafíos y retos personales confió: “Aprendí a cantar como las mujeres qom de tan sólo escucharlas: parar las antenitas, alinearme con ellas en su universo, vibrar y sentir ese sonido emanado de las entrañas mismas de la tierra. Y sacar la voz; y quebrar la voz, y llevarla a zonas nunca antes exploradas por mí. La voz se va macerando con el tiempo.

Las vivencias de uno se plasman en el timbre. Eso hace que lo que cantes sea verdadero  trascienda tu ser para comunicarse en este estado de gracia con el otro”, dijo.

—Las raíces latinoamericanas tienen una nueva apertura y exploración desde la música que se evidencia no sólo en la revalorización del tango sino también de la cumbia y el folclore. ¿Por qué creés que pasa eso ahora y tiene más llegada y aceptación?

—Desde las capas más profundas de nuestra sociedad, como argentinos y latinoamericanos se viene gestando socialmente una necesidad de reencontrarnos con lo que fuimos, de ver nuestras raíces y plantarnos ante el mundo como somos: crisol de razas y con un fuerte acento nativo. Los artistas nos dispusimos a integrar las partes sin saber que habíamos escaneado un sentir popular; entonces aparecieron propuestas como Gotan Project –exiliados en París haciendo tango y electrónica–; Gaby Kerpel acá, sacando Carnabailito –coqueteando con los ritmos andinos–; Santaolalla, gurú y visionario musical con Bajo Fondo; Arbolito; Lila Downs, Calle 13, y entre ellos Tonolec. Somos parte de esta nueva tendencia que aúna las partes.

—Dijiste que la búsqueda de cruzar la música originaria con estos ritmos era “una invitación a compartir una ceremonia”. ¿Cómo se vive ese rito en los shows?

—Creo que a la hora de mostrar nuestra música en público entramos en un estado particular de concentración y goce que contagia a la gente. Hay mucha carga ancestral y de ceremonia en nuestros recitales. Con los cantos en lengua qom no entendés lo que se expresa literalmente, pero vibrás con las palabras y los sonidos. Es un abrir los sentidos y ver a dónde va uno a parar. Un viaje por el interior de cada uno.

Tonolec, una lechucita de plumaje blanco que hipnotiza

Charo Bogarín es tataranieta del cacique guaraní Guayraré. Nació en Clorinda (Formosa). En 1976, su padre –congresista peronista de las ligas agrarias– fue desaparecido por la dictadura militar, por lo que se mudó con su hermana y su madre –maestra de frontera–, a la ciudad de Resistencia (Chaco). Bogarín explicó que Tonolec es el nombre de un ave de canto hipnótico del monte chaqueño, una lechucita de plumaje blanco y marrón, que con su canto atrae e hipnotiza.”Es una palabra de origen qom que elegimos para dar inicio a nuestro trabajo que integra la música electrónica a los cantos de raíz, a la música nativa”, señaló.

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