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“El clima no está loco”

Por Laura Hintze.- Luis Blotta, experto en climatología, descarta la hipótesis de la “tropicalización” del tiempo. Dice que la zona está atravesando un ciclo húmedo que durará hasta 2020.


“¿Cuál es el clima de Rosario? ¿Alguien sabe cuál es el clima de Rosario para poder decir, ante cada acontecimiento, que ésta es la primera vez? En realidad, ésta es la primera vez desde que yo miro”. Luis Blotta es ingeniero agrónomo, especialista en agroclimatología y climatología urbana, y es con esas preguntas que comenzó una larga explicación acerca de lo que sucede con el clima de Rosario. Desde su análisis se descartan gran parte de las hipótesis que hasta ahora se venían manejando sobre qué sucede en la ciudad con el clima: no está ni loco, ni tropicalizado, ni siquiera ha cambiado. Esto ya pasó y pasa cada 50 años en la región, y se trata de un “hemiciclo húmedo”. “En la población se ha generado un enorme malentendido”, manifestó el especialista.

Según Blotta para hablar de clima hay que hablar de historia. “El climatólogo es un historiador que intenta ver los fenómenos desconocidos tanto para atrás como para adelante.  El clima de la región tiene ocho mil años, mientras que sólo tenemos 160 años de datos escritos y unos 500 de crónicas. El ciudadano no guarda, ni tiene por qué, un recorrido climático. Pero lo que está ocurriendo ya ocurrió hace cien años y son pocos los vivos que pueden comparar. De alguna manera, lo que está sucediendo en diciembre de 2012 ya ocurrió en esos mismos lapsos pero de 1912, aunque no es rigurosamente así. El mejor ejemplo es el año 1900, cuando llovió más de 2.018 milímetros. En 2012 han llovido 1.950 milímetros”, sostuvo.

Según explicó el especialista, la región pampeana tiene un clima con dos regímenes de lluvias: uno húmedo (hemiciclo húmedo) y otro seco (hemiciclo seco), que duran cincuenta años cada uno. Esta cadencia hace que una persona al nacer “esté” en uno de los hemiciclos y en su edad adulta en el otro. A su vez la tradición oral contada por los mayores, que traerán visiones distintas de una misma región, lleva a pensar a todos que “el clima está loco”.

El actual período comenzó, aproximadamente en 1973 y se estima que durara hasta 2020. El último hemiciclo seco transcurrió entre 1920 y 1970. “Por la disparidad anual de estos ciclos, el rosarino no se da cuenta de que llueve más o menos. Pero hoy se está reproduciendo lo que pasaba hace 100 años, por lo que hay que decir que estos últimos fenómenos son naturales, normales”, agregó..

Entre estas explicaciones y la historia misma del clima en la región aparecen algunos datos que señalan que la temperatura más alta de los últimos 150 años se produjo en 1957 y  que “en el siglo XIX hubo cosas peores que ahora”.

Es más, Blotta se arriesga a afirmar que estos últimos 30 y 60 años son más benévolos que el siglo XIX. “El tiempo no está ni loco ni tropicalizado, el clima no cambió para nada en el hemisferio sur”, remarcó.

Sin embargo, ante esta última premisa cabe preguntarse acerca de las sensaciones que tienen los rosarinos, porque, efectivamente, muchos sienten, cada año, más calor. “El  microcentro de Rosario pertenece a una novela climática artificial. Aquí, todos los fenómenos climáticos de la región, que siguen estando de lunes a domingo, se han desvanecido. Por ejemplo las heladas. En Soldini hubo cuatro heladas en el invierno 2012 y en el microcentro de Rosario, ninguna. Como cada vez vive más gente en las ciudades, nos creemos que el clima es ése”, indicó.

“La concentración urbana misma genera un “acumulador de calor”, las estructuras de cemento que de a poco se agregan a la ciudad atrapan el calor del sol durante el día y lo irradian de noche. Así, cada vez más y para siempre, el clima de una ciudad se aleja del clima circundante”, concluyó.

Presupuesto especial para las catástrofes

“Alguien tiene que hacerse cargo de las catástrofes naturales, tienen que estar incluidas en el presupuesto provincial y nacional”, remarcó el climatólogo Luis Blotta.

Para el experto, lo que le falta al Estado, tanto nacional como provincial, es el Instituto Constitucional Geográfico. “Está el habeas corpus, el habeas data y falta el tercer instituto, que solo existe como derecho difuso: el habeas geográfica, que exige al estado nacional, provincial y municipal dar la información geográfica de lo que te puede pasar, en función del pasado. El habeas geográfica diría a los ciudadanos de un pueblo, ciudad o calle cual es la realidad de su lugar, si hubo, por ejemplo, seis metros de agua en el pasado”, analizó.

De la Conquista del Desierto al tren

El clima a lo largo de los años ha dejado historias muy interesantes sobre acontecimientos importantes que reflejan los datos brindados por el especialista Luis Blotta. En ese marco, el especialista trajo dos de ellos a colación, para ayudar a entender sobre las visiones “reales” de las personas que “viven” al clima: una es la llamada “Conquista del Desierto”, la otra, el terraplenado y alteo de los ferrocarriles y de las rutas.

En el primer caso, algunos oficiales del Ejército Argentino que acompañaron al brigadier Juan Manuel de Rosas en 1833, y cuatro décadas después (1879) al general Julio Argentino Roca en sus campañas de expansión de la frontera en el siglo XIX, vieron asombrados en la segunda expedición que los baqueanos de la primera no servían de ayuda para reconocer el terreno porque había cambiado muchísimo el paisaje y chocaban con lagunas inexistentes en la ida de 1833. No se daban cuenta de que estaban viendo las consecuencias de los dos hemiciclos climáticos.

Con la construcción de terraplenes y alteos para las vías del ferrocarril y la pavimentación de las rutas nacionales pasó algo parecido: las cotas del ferrocarril se hicieron en pleno hemiciclo húmedo (de 1880 a 1910) y las cotas de las rutas nacionales (desde 1934) en el hemiciclo seco. Cuando en 1973 súbitamente “cambió el régimen de lluvias” se notó gravemente el error de cálculo de las cotas de las rutas. Por supuesto que los ingenieros ingleses que trabajaron en otros lugares del mundo cometieron los mismos errores cuando “pisaban” un ciclo seco y erraban en sus cálculos de inundaciones.

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