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Talento nacional

El bandoneonista y autor Dino Saluzzi celebra 85 años de plenitud y vigencia

El destacado músico y compositor salteño, quien a lo largo de más 70 años de trayectoria desplegó su enorme talento, celebra este miércoles un nuevo aniversario de su nacimiento. "Es un verdadero artista en todo el sentido de la palabra", expresó su hijo José


Romina Grosso, Télam

El bandoneonista y compositor salteño Dino Saluzzi, quien a lo largo de más 70 años de trayectoria desplegó su enorme talento en una obra innovadora y genuina, basada en la tradición musical argentina, cumple este miércoles 85 años, un aniversario que lo encuentran en total plenitud y vigencia.

Se trata de uno de los artistas argentinos más reconocidos a nivel internacional. Su música profunda y vigorosa  –aclamada en las salas más importantes del mundo–, se caracteriza por combinar sin artificios diferentes estilos como el jazz con músicas argentinas.

El músico nació en Campo Santo, Salta, en 1935. Y se acercó a la música cuando tenía siete años, de la mano de su padre, el folclorista Cayetano Saluzzi, tiempos en los que jugaban a adivinar los acordes que éste hacía sin mirar el instrumento.

Dino creó así un lenguaje propio inspirado en la música del Noroeste argentino y otras músicas autóctonas como la rioplatense. Y se animó a cruzar los límites entre la música popular y la música “culta”, y entre la composición y la improvisación. De este modo, su obra incluye música solista, de cámara y orquesta.

En charla con la agencia de noticias Télam, su hijo José Saluzzi, guitarrista y compositor, quien a sus 16 años grabó por primera vez con su padre tocando la batería (en el disco Mojotoro) definió a Dino como “un verdadero artista en todo el sentido de la palabra”.

“Es un creador, pensador, músico, intérprete y compositor. Un verdadero hacedor de la cultura argentina y un artista universal que en cada cosa que produce y hace lleva su tierra adentro siempre, en cualquier parte del mundo –apuntó–. Se lee muy bien eso en su obra, que la ha podido realizar en Argentina y en el mundo”.

“Además, la música de mi padre desdibuja las fronteras de lo «culto» y lo popular, creando una música indudablemente argentina que es algo nuevo y, a la vez, transmite nuestras raíces”, agregó José, quien desde 1991 integra el quinteto liderado por Dino, y que lo completan otros miembros de su familia: José María (guitarra), Félix (saxo, clarinete), Matías Saluzzi (bajo) y Jorge Savelón (percusión).

Aunque el camino del artista no buscó bendiciones de ningún tipo, su hijo sostuvo: “Creo que en Argentina el valor del aporte de mi padre a la cultura está muy lejos de ser considerado como corresponde. Esperemos que el tiempo y el compromiso con el arte puedan darle a mi padre el lugar que se merece”.

A su tiempo, el bajista Matías González, quien tocó junto a Saluzzi durante cinco años, expresó: “Para mí fue mi primer maestro, yo tenía 18 años, me iniciaba en la música cuando empecé a tocar con él. Y no sólo me modificó la manera de tocar, sino que me corrió hacia las formas de la música de acá”.

“Para mí, Dino es uno de los más grandes artistas de la Argentina, es muy importante que haya llevado el bandoneón y la música argentina a donde él los llevó, con músicos de jazz muy prestigiosos, siempre con ese toque regional, Acá no hay músicos de esa talla, como compositor y arreglador es impresionante”, agregó el músico que durante una década integró la agrupación Alfombra Mágica.

A mediados de los años 50, Dino Saluzzi llegó a Buenos Aires, donde Integró la Orquesta Estable de Radio El Mundo. Luego trabajó con Alfredo Gobbi, Roberto Caló, Enrique Francini y el Gato Barbieri, entre otros, y realizó sus primeras grabaciones en RCA.

En esa época, conoció a Ástor Piazzolla, con quien entabló una amistad. Luego, en 1956, regresó a Salta para profundizar en la composición. Una gran parte de su carrera la realizó fuera de la Argentina. Viajó por el mundo y su música es particularmente valorada en Europa y Asia.

“A esta altura sólo quiero hablar a través de la música, porque ya he hablado mucho en estos años. No quiero convencer a nadie. Esa es una forma de inducción. Cada uno debe hacerse cargo de lo que busca y lo que no”, dijo el bandoneonista el año pasado.

Siempre filoso y agudo, aseguró que existe un patrimonio cultural “amenazado y en riesgo”, que “la Argentina no puede darse el lujo de tirarlo a la basura”, convirtiendo al arte “en un campo de disputa o en un campeonato”.

Saluzzi es parte de los circuitos de festivales internacionales. Su música se escucha en films de grandes cineastas como Jean-LucGodard y Pedro Almodóvar y otros.

Hasta fines del año pasado, estuvo en plena actividad, y coronó un gran 2019 con una nueva presentación en Café Vinilo junto a su quinteto.

“La música, bien concebida, es un instrumento para la emancipación, para el libre pensamiento. Artista es quien te hace ver cosas que no has podido ver. Esa es la liberación. Si no, no hay arte. No hay arte en la mera repetición”, dijo en otra oportunidad el músico redondeando una idea que lo representa y lo define.

Ser hijo de un genio

José Saluzzi, quien continúo los pasos de su padre como músico y compositor, destacó que la particularidad de la música de su padre es la virtud de integrar varios lenguajes musicales, hacerlos propios y así construir su lenguaje. “Eso es lo que caracteriza a los grandes artistas”, aseguró.

El guitarrista presentó recientemente su primer proyecto propio, un trío que lo une al contrabajista Juan Fracchi y al baterista danés Ulrik Bisgaard y con el que lanzó su álbum debut: Un lugar. 

Desde hace 30 años José acompaña a su padre Dino en su aventura musical, un camino que consideró es poco conocido en Argentina. “Sin embargo en Europa y otras partes del mundo tuvo siempre una muy buena recepción y reconocimiento desde sus primeras grabaciones. Otro aspecto para destacar es su compromiso con la investigación y el estudio de la música como instrumentista. Él supo emancipar al bandoneón de los cánones estilísticos tradicionales en donde muchas veces se lo encasilla y, por tanto, se lo limita como instrumento, llevándolo a ser protagonista muchas veces en otros ámbitos musicales. Su particular forma de tocar y componer, ha extendido, sin dudas, los límites del bandoneón. Creo que su gran aporte a la música popular nuestra es haberla desvinculado de la función coreográfica para convertirla en un recurso expresivo buscando la belleza de nuestra música en su esencia”, apino y confesó que: “No es fácil ser hijo de un genio”.

“Eso implica muchas cosas y, a pesar de que mucho de lo que sé lo aprendí de él, también tuve que hacer mi propio camino. Estudié con él y también con otros músicos y en universidades, pero una de las cosas que más valoro de la educación que me dio mi viejo es el haberme inculcado la libertad creativa que debe tener un músico a la hora de crear, así como también la disciplina en el estudio del instrumento: si uno no sabe hablar bien no puede escribir una poesía. La música es razón y discernimiento, además de la captación de los sentires del alma”, explicó el músico. Y continúo: “Creo que eso es algo esencial para el desarrollo de un músico y para cualquier artista en general. Tal vez lo más difícil a la hora de abrirme un camino propio como compositor es el de la seguridad. Muchas veces me costó avanzar con mi propia música porque siempre viví con un alto grado de exigencia pero luego eso fue cambiando a medida que fui creciendo no sólo como músico sino también como persona y logré encontrar mi propia forma de hacer la música que me gusta y de la forma que a mi me gusta. Tuve la gran suerte de ser testigo de varios momentos importantes de la carrera de mi papá en distintas partes del mundo. Mi primer disco junto a él fue Mojotoro a mis 16 años como baterista en el prestigioso sello alemán ECM, quien editó la mayor parte de sus discos desde principios de los 80 hasta hoy.Tuve el gran privilegio de viajar por el mundo a él desde mi primera grabación como guitarrista en el disco Cité de la Musique (1996) tocando en importantes salas de conciertos siendo muy joven y con músicos excepcionales”.

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