General Pico inscribió su lugar en el Mundo. En una actividad que reunió a miles de personas y kilómetros de vehículos, se batió el récord mundial al organizar el “asado más grande del mundo”.
Fueron en total 13.713 kilos de carne cruda conformada por 948 costillares, que desde temprano se colocaron en las cruces de hierro. Cada una fue fabricada por los alumnos de la EPET 2 y el Regimiento del Ejército.
El histórico día comenzó muy temprano. Alrededor de las 6, el equipo de asadores se reunió para llegar montados al predio de la Sociedad Rural en un vagón plano del ferrocarril. Para conformar el grupo de trabajo se requirió a personas de General Pico, Miguel Cané, Alta Italia, Quemú Quemú y Metileo. Cada uno vistió una remera amarilla de la organización y tenía a su cuidado unos 20 costillares.
Las cruces con la carne fueron ordenadas en una doble línea de fuego que se extendió por 140 metros y que formó un ángulo de 90º en la esquina de las calles 21 y 48. Según se informó, se necesitaron unos 35 mil kilos de leña de caldén y algarrobo, que fue traída desde Arata.
A medida que se necesitaba mantener el calor, un tractor con un carro abastecía a los asadores de manos enguantadas.
El empresario Ernesto Lowestein, propietario del Frigorífico General Pico, fue el impulsor de la iniciativa, para festejar los 30 años de esa planta de faenamiento. A la idea se sumó la Municipalidad, que coordinó las ventas de las porciones de carne con las instituciones locales. Cada porción de medio kilo fue ofrecida en siete pesos, de los cuales 2,50 quedaban para la entidad intermedia. En la semana previa se agotaron.
Lowestein destacó ayer el compromiso de la comunidad y la excelente predisposición de la municipalidad. Afirmó que su familia es sexta generación de personas dedicadas a la industria de la carne. “Nos pareció que el récord de asado mundial debía tenerlo la Argentina y, por eso, surgió esta idea, que tan bien ha caído en General Pico”, dijo Lowestein en referencia a la marca que estaba en poder de Uruguay.
El pesaje de la carne cruda se realizó con la presencia del inglés Ralph Hannah, quien vive en Paraguay y es juez de la Guinness World Récords. El fiscalizador fue quien junto a un escribano certificó la cantidad de costillares y verificó el peso, una tarea realizada el sábado por la noche y que se extendió hasta la una de la mañana.
La totalidad de la carne fue cargada en camiones frigoríficos y se lacraron las puertas, hasta el momento en que se realizó la descarga en el campo de la Sociedad Rural. El trámite también fue observado por Hannah. Los costillares fueron trasladados hasta una de las carpas donde fueron atados a las cruces y luego salados. El fuego y la habilidad de los asadores hicieron el resto.
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