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Egipto, al borde del colapso

El presidente Mohamed Mursi fue impuesto por la poderosa Hermandad Musulmana y hoy recibe serios cuestionamientos.

A dos años de las protestas que dieron pie a la caída del régimen de Hosni Mubarak, Egipto se posiciona lejos de la estabilidad institucional y democrática que sus manifestantes reclamaban. Aunque desde entonces ya fueron convocadas elecciones libres y sus candidatos embestidos, aún no existe un acuerdo tácito de los pobladores por cuál modelo de gobierno es el que debe regir en el país.

Desde que la poderosa Hermandad Musulmana (HM) logró imponer a Mohamed Mursi como presidente e iniciar una campaña a favor de una nueva Constitución de corte islamista, muchos de los que habían apoyado las manifestaciones contra Mubarak denunciaron el “secuestro” de su revolución. Se da por hecho que la cofradía en el poder –por décadas ilegalizada– busca instalar un sistema que gire sin grises en torno al Islam, a pesar de la oposición de laicos y cristianos.

Mujeres, jóvenes y viejos volvieron a las calles, pero sin el halo pacífico que los acompañaba en 2011: sólo en la última semana perdieron la vida cerca de 60 personas por la represión miliar y policial. Además, el pulso se juega en las calles entre grupos violentos de ambos bandos, los radicales salafistas versus hombres encapuchados autodenominados “Bloque negro”. ¿Su objetivo? Destruirse los unos a los otros.

En el plano económico, la inestabilidad ha empeorado su crisis y obligado al gobierno a recurrir a sus reservas de divisas para apuntalar la libra egipcia. Para peor, el turismo, motor de las finanzas locales, se ha reducido a mínimos.

A pesar que en ciudades importantes como Port Said, Alejandría y El Cairo, reina la anarquía y la desobediencia civil, Mursi se niega a reconocer las demandas de la población. “Sólo quedan dos meses o menos para las elecciones parlamentarias. Entonces habrá un verdadero gobierno de salvación nacional que refleje el sentir de la calle”, explicó Yaser Alí, vocero de la primera magistratura de Egipto. Según resaltó, próximamente se dirá la fecha de los comicios para la Asamblea Popular, cámara baja del Congreso, vacante desde su disolución en junio pasado por la junta militar.

Por otra parte, el Frente de Salvación Nacional (FSN), principal coalición de la oposición egipcia, apoyó los “llamados del pueblo” en favor de una caída “de la tiranía” en Egipto.

En una nota, el FSN afirmó “sumarse totalmente a los llamados del pueblo egipcio y de sus fuerzas vivas en favor de una caída del régimen de la tiranía y al fin de la hegemonía de la Hermandad Musulmana”.

Ante este panorama, la reticencia del gobierno de dar concesiones no alienta el fin de los desmanes y, por el contrario, alienta a que sigan su curso. Los analistas sostienen que este escenario sin solución en el horizonte, podría alentar un golpe de Estado liderado por aquellos militares que entonces se sentaron a la derecha de Mubarak. “La continuación del conflicto entre las fuerzas políticas y sus divergencias sobre la dirección del país podrían conducir a un colapso del Estado”, advirtió el ministro de Defensa, el general Abdel Fatah al Sisi. Fatah al Sisi insistió en la protección de “infraestructuras vitales y estratégicas” al frente de las cuales se encuentra el Canal de Suez, eje principal del comercio mundial, en cuya región se produjeron los combates más mortíferos. Las palabras del general Sisi, también comandante de las fuerzas armadas, adelanta más tormenta para Mursi y sus aliados musulmanes, y revela que la Primavera Árabe aún no ha finalizado.

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