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Educación sobre el tablero

Juan Jaureguiberry explicó los beneficios que aporta jugar al ajedrez y cómo se llega a través de las matemáticas. “Les permite desarrollar habilidades para solucionar problemas con rapidez”, afirmó.

En las escuelas de la provincia se enseña a jugar ajedrez en medio de las clases de matemáticas porque no sólo se trata de un juego, sino de todo un sistema de razonamiento que ayuda al desarrollo mental de los niños de cuarto y quinto grados, que intercambian sumas y restas con tableros en blanco y negro. Días atrás se conoció que un estudio realizado por la Universidad de Buenos Aires (UBA), ante 650 mil partidas rápidas de ajedrez por internet, manifestó que “en situaciones de gran presión temporal conviene seguir la intuición sin reflexionar”.

Juan Jaureguiberry, coordinador provincial de ajedrez del Ministerio de Educación, detalló a El Ciudadano que en la provincia se trabaja desde hace décadas en la enseñanza del ajedrez por medio de las clases de matemáticas. “Llevo 20 años trabajando para que los chicos incorporen el ajedrez no como juego en sí, sino como una herramienta didáctica que les ayudará a plantearse sobre determinadas situaciones y ayudarlos a resolver de una manera creativa”.

Jaureguiberry también es coordinador pedagógico del programa municipal que se lleva a cabo desde hace 7 años gracias a la implementación del presupuesto participativo. Los chicos que participan de estas clases son aprendices de ex alumnos de Jaureguiberry que fueron formados como docentes.

Según el coordinador provincial y municipal, “este tipo de enseñanza, estipulada por la Ley 10525, se desarrolló hasta 1995. Luego, al asumir (Carlos) Reutemann la gobernación, se quitó del plan de estudios, lo cual considero fue un gran error”, lamentó.

El proyecto consistía en la alfabetización del ajedrez durante un segmento de las horas de matemáticas en la escuela, a partir de cuarto grado.

Si bien Jaureguiberry mencionó que se puede aprender a jugar ajedrez desde muy chicos, “se requiere de una atención casi personalizada a la hora de jugar; en cambio, los chicos de 9 años en adelante son más independientes” y son capaces de absorber la enseñanza que se les brinda por medio del movimiento de cada pieza: “Este juego se conecta al proceso general educativo y ayuda a la integración de las personas dada la igualdad de condiciones que presenta el tablero a cuadros. Aquí no se trata de ser el más fuerte, el más grandote, el más viejo o experimentado, los problemas se conocen en el mismo momento en que comienza el juego, y las decisiones son subjetivas”. Además señaló que el ajedrez promueve que el chico tenga un pensamiento más abierto, creativo y no trabaje sobre la competencia, porque graciosa esta disciplina que requiere del razonamiento y no de la fuerza física “ha disminuido en gran proporción el nivel de violencia en las escuelas donde se ha practicado”.

A su vez, el coordinador demostró con el trabajo de su equipo que el ajedrez “no tiene nada de elitista”, al haber trabajado con un centenar de chicos en los barrios periféricos de la ciudad. “Hemos enseñado a jugar a niños y niñas de los barrios Solidaridad, la Cerámica, Vía Onda y Empalme Graneros, por ende quedó demostrado que este es un juego que se puede aprender en cualquier ámbito social y que provoca una interacción tan repentina de la cual aprenden los dos jugadores”, afirmó.

Jaureguiberry indicó: “El ajedrez motiva que el niño se plante ante una situación, elija, diseñe proyectos y tenga una visión abierta del problema”, y a su vez comparó: “Hoy, las matemáticas consisten en la repetición del problema cambiando elementos para exigirles o garantizar (a los chicos) que puedan memorizar un proceso, cuando en realidad necesitamos que el problema les genere una estrategia para resolver situaciones cuyos elementos los tienen pero deben reacomodarlos ante cada caso”, explicó.

Por otro lado en cada jugada también está latente la corrección del otro. “Esa es la interacción de la que hablamos”, dijo.

Un robot y 650 mil casos

Sobre los beneficios que implica tener una partida de ajedrez, se supo que científicos de los departamentos de Física y de Computación de la UBA y colegas del exterior realizaron una investigación que a través de un robot –constituido por cerca de 10 mil computadoras, dotadas de un software específico para el caso– analizó un total de 650 mil partidas de ajedrez de tres minutos de duración desarrolladas mediante internet.

“El ajedrez rápido constituye un valioso laboratorio para estudiar la toma de decisiones. También sirve como modelo para el estudio de complejos procesos del pensamiento y de funciones cognitivas”, explicó el autor principal del estudio, el doctor Mariano Sigman, director del grupo de investigación en Neurociencia Integrativa de la Facultad del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA e investigador del Conicet. Y agregó: “Nuestro robot comenzó a funcionar en mayo de 2009 y terminó en enero de 2010 de descargar y analizar las sucesivas jugadas de las 650 mil partidas estudiadas. Para tener una idea del volumen de información analizada, esa cantidad equivale a la actividad de una persona que ha jugado partidas de ajedrez de tres minutos durante 27 años, frente a una computadora, sin interrupciones.”

En el estudio –publicado en la revista científica Frontiers in Neuroscience– también participaron científicos del Centro de Investigaciones de IBM en Nueva York, Estados Unidos.

“El volumen de datos analizados implicó disponer de un laboratorio de estudio sobre la toma de decisiones que supera los tradicionales experimentos psicológicos sobre cognición en los que suelen participar un número limitado de sujetos”, indicó Mariano Sigman. Y agregó: “A través del análisis cuantitativo de la distribución de los tiempos de las sucesivas jugadas pudimos deducir no sólo la interacción entre los jugadores –que ocupaban distintas posiciones en el ranking– sino también la estrategia adoptada por cada uno de ellos”.

De acuerdo con Sigman el estudio cuantitativo de la historia de las elecciones de cada jugador permite deducir información sobre esquemas de juego, planes, la forma en que evalúa la capacidad del oponente para realizar o no jugadas arriesgadas y el modo de reacción frente a la presión de tiempo en un partido de escasos tres minutos, entre muchas otras variables.

“El estudio está inspirado en una idea original del gran maestro soviético David Bronstein, uno de los ajedrecistas más importantes del siglo XX. Bronstein, que además fue pionero del ajedrez informático y de la idea de utilizar este juego como vehículo para comprender el pensamiento, anotaba (a mano, en un dibujo) los tiempos de cada jugada. Luego analizaba si estos tiempos habían sido dedicados de manera eficiente. Este estudio retoma esta posta en una escala que para el mismo Bronstein hubiese sido inusitada”, indicó Sigman. Y agregó: “Esto permite pasar de una descripción verbal del relato de una partida a emergentes estadísticos, elementos del esqueleto de todas las decisiones que son comunes a un ‘jugador universal’”.

Un aspecto interesante de los resultados es que en situaciones de estas características la toma de decisiones dista de ser óptima, aseguró Sigman. De acuerdo con el investigador del Conicet hay dos instancias en las que esto resulta muy claro. “La primera es que en situación de gran presión temporal, recurrentemente un jugador utiliza más tiempo del que resultaría óptimo. Utilizar más tiempo mejora la calidad de la decisión, pero el costo, que puede ser medido precisamente sobre este volumen de datos, es demasiado alto. Dicho de manera simple, en situaciones de gran presión temporal conviene seguir la intuición sin reflexionar exhaustivamente la decisión tomada”, subrayó.

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