Dos violentos robos padecieron dos familias en distintas zonas, en los que los ladrones ingresaron con llaves.
En la casa de Méjico al 700, entre Santa Fe y Zuviria, gritaron el gol de Lavezzi pero no pudieron ver el de Messi de tiro libre porque, unos minutos antes de que el astro del fútbol mundial clavara la pelota en el palo izquierdo del arquero de Estados Unidos, se les aparecieron 6 hombres. No los escucharon llegar. “En mi casa faltaba un juego de llaves desde hace un par de meses, pero nunca pensamos que podía pasar algo como esto”, explicó una de las víctimas.
El sexteto de asaltantes tenía armas de fuego y picanas con las que, en la planta baja de la casa, redujeron al matrimonio del lugar. Les ataron los brazos con alambres y obligaron a Hugo, el padre de la familia, de 65 años, a subir al primer piso y lo intimaron a que llame a sus hijos, que estaban mirando el partido en sus piezas. Los dos muchachos salieron de los cuartos y fueron a la planta baja escoltados por varios de los ladrones.
Cuando toda la familia quedó reunida, las víctimas vivieron el momento más difícil. A la vista de todos uno de los ladrones le puso una bolsa de nylon en la cabeza a Hugo y, mientas el hombre se esforzaba por respirar, comenzó a pegarle piñas en las costillas. “Nos decían que querían el oro. Estaban seguros de lo que buscaban, pero nosotros no teníamos nada de eso”, explicó.
Mientras una parte de los asaltantes juntaba 72 mil pesos que había en la casa, otros recolectaban objetos de valor. ”Cuando se decidieron a irse, lo agarraron a mi hermano y le pidieron la llave de su Peugeot 208, que estaba guardado en un garaje a 50 metros de casa. Sabían todos nuestros movimientos”, relató la víctima.
Otro golpe
Maximiliano G., tiene 24 años y es psicólogo. Algunos días de la semana trabaja en Zeballos al 600 como operador en adicciones y, desde hace un par de semanas, estaciona su auto nuevo en la zona. Anteayer, alrededor de las 18, durante un descanso aprovechó para mover el auto a un lugar que se había desocupado frente a la oficina. Le puso una lámina de seguridad y volvió al consultorio sin imaginar que, a los minutos, romperían una de las ventanillas.
Menos de una hora después, en una casa con fachada de piedra blanca y ladrillo visto, ubicada en Rodríguez al 3200, el hermano de 15 años de Maximiliano escuchó que alguien abría el garage con llave. Estaba recostado en el living jugando con el celular cuando dos hombres vestidos de negro aparecieron desde el comedor. “La primera reacción fue darles el celular. Ahí lo agarraron, lo ataron con precintos y le gritaron que entregue la plata. Como él no sabía, le golpeaban la cabeza con un destornillador”, contó Maximiliano. Los dos intrusos, de alrededor de 18 y 30 años, dieron vuelta la habitación de Maximiliano y la de sus padres. En una de las piezas de la casa descansaba su abuela de 90 años. El adolescente pidió a los ladrones “que por favor no entren porque está enferma y se podía asustar. Por suerte, ellos accedieron”. Los dos hombres se fueron en un auto con dos notebooks, una cámara Gopro, una tablet, celulares y alrededor de 25 mil pesos.
Comentarios