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Dos policías tras las rejas

Hirieron a un hombre e inventaron un ataque a tiros. Los acusan de falsedad ideológica, portación ilegal de arma, falso testimonio, incumplimiento de los deberes de funcionario público y lesiones.


Dos policías del Comando Radioeléctrico fueron detenidos anteayer acusados de falsedad ideológica, portación ilegal de arma de fuego, falso testimonio agravado, incumplimiento de los deberes de funcionario público y lesiones culposas. La decisión la tomó el juez de Instrucción 9ª, Javier Beltramone, tras detectar graves contradicciones entre el acta labrada por los uniformados y los testimonios de dos víctimas, una mujer a la que le arrebataron el bolso y un vecino que recibió un disparo en la pierna.

El hecho ocurrió en febrero en jurisdicción de la seccional 6ª, cuando un móvil del Comando Radioeléctrico persiguió a dos muchachos que huían con un bolso que habían arrebatado a una mujer. En cercanías de Castellanos y pasaje Zaballa, en barrio Echesortu, los motociclistas volcaron. El conductor fue detenido mientras que su acompañante alcanzó a correr algunos metros y también fue apresado. En el interín, uno de los policías disparó al fugitivo que no estaba armado y se entregó, pero el proyectil hirió a un hombre de 53 años que observó toda la secuencia.

Sin embargo, tanto el acta labrada por los uniformados como la primera declaración testimonial que brindaron en el Juzgado indicaba que quien iba como acompañante en la moto estaba armado y había abierto fuego contra los policías, para luego “descartar” un revólver calibre 22 en la vía pública. Esos datos resultaron ser incompatibles con varias pruebas recolectadas en la investigación judicial, razón que derivó en la detención de los policías que anteayer se abstuvieron de declarar. Se trata de Diego Ch., de 22 años, y Gabriel P., de 37, quien además tiene una causa penal abierta de 2007 por los delitos de falsedad ideológica, abuso de autoridad, hurto calificado y encubrimiento agravado.

Mientras los dos arrebatadores se encontraban detenidos y acusados de abrir fuego contra la policía tras robar a mano armada la cartera de una mujer, la señora en cuestión declaró en Tribunales que su arrebatador “no estaba armado”. Más tarde se le tomó declaración a un hombre de 53 años que fue baleado en la pierna por el policía Gabriel P. El hombre dijo que observó toda la secuencia. Primero vio pasar a dos sujetos en un rodado, ninguno de ellos armado, y a un móvil policial persiguiéndolos. Luego sostuvo que observó cuando los motociclistas tumbaron, y el que viajaba de acompañante corrió algunos metros, sin nada en las manos, y un uniformado detrás, que desenfundó un arma. El hombre dijo que se “agarró la cabeza” porque pensó que el policía iba a matar al fugitivo, pero cuando el uniformado disparó fue él quien recibió el tiro en la pierna.

La Policía dijo que secuestró un revólver calibre 22 debajo de un vehículo que estaba estacionado junto a la motocicleta que volcó. Por la ubicación sería imposible que el fugitivo la haya tirado y luego corrido armado. Pero además, una pericia balística determinó que si bien el arma estaba apta para el disparo tenía un funcionamiento anormal por un desgaste en el freno del tambor. De ahí se desprende que para hacerla disparar se necesitaban las dos manos. A esas pruebas se sumó que en caso de que su portador la haya descartado haciéndola deslizar por el pavimento tantos metros, al menos debería tener alguna ralladura, que tampoco presenta, por lo que se determinó que el arma fue “plantada” por la misma policía para justificar haber abierto fuego contra un sospecho desarmado, y en la negligencia haber baleado a un vecino.

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