La Cazadora

Más amor por favor

Día de los derechos de las infancias y adolescencias trans: la mejor clase de Esi que vas a ver en tu vida

El 28 de abril pasado el recinto del Concejo Municipal se llenó de chicxs que hablaron sobre cómo es existir siendo una infancia trans, a qué violencias están expuestxs y cuáles son las deudas pendientes de la sociedad y del Estado


Es viernes 28 de abril, son las cinco de la tarde y el Concejo está lleno. No hay sesión, pero todas las bancas, todos los rincones están ocupados. Lxs protagonistas de la jornada son niños, niñas y adolescentes trans. Muchxs llevan una etiqueta pegada en el pecho que indica sus pronombres, “él, ella, elle”, y comunican así el modo en que desean ser llamadxs. Por primera vez, se celebra el Día de la Promoción de los Derechos de las Niñeces y Adolescencias Trans. Durante las dos horas siguientes serán ellxs quienes hablen sobre cómo es existir siendo niñx y siendo trans y van a ir armando, entre todxs, la mejor clase de Educación Sexual Integral (Esi) que vas a ver en tu vida.

 

El lugar de la presidencia del Concejo lo ocupa Susana Rueda. La periodista y concejala socialista fue la impulsora del proyecto que se aprobó el 13 de octubre de 2022 y que estableció el 28 de abril de cada año como el Día de la Promoción de los Derechos de las Niñeces y Adolescencias Trans. “Me motivó la empatía”, dijo la concejala. “Si hay una revolución posible es la feminista y la de la diversidad. Las niñeces trans vienen empujando de abajo hacia arriba con una fuerza que llena el alma. Estamos en una sociedad heteronormativa que a veces nos sepulta. Tenemos que lograr que esa sociedad nos abrace”, dijo, y se dio inicio al encuentro.

Junto a Rueda, en el estrado, están Danilo y Franco, dos adolescentes que forman parte de las Asociaciones de Varones Trans y No Binaries de las ciudades de Rosario y Santa Fe. Esta organización, que transita su sexto año de historia, tuvo siempre muy claro uno de sus objetivos: acompañar a las infancias trans. Brindarles contención, un oído, un espacio, una mano. Un lugar donde puedan ser libres transitando de forma segura y contenedora su identidad de género.

Y también acompañar a sus familias. Porque, como dijo a La Cazadora Giovi Novello, músico y referente de Varones Trans Santa Fe, “nadie te dice que podés tener un hijx trans. Muchas veces las familias quieren acompañar y no saben cómo”.

Danilo y Franco tienen una misión: son los primeros en hablar al resto de lxs niñxs, adolescentes y nuevxs jóvenes que ocupan las bancas de los concejales. Son quienes van a romper el hielo, quienes van a hacer que sus compañerxs también se animen a hablar al micrófono. Porque la palabra habilita a la palabra. Y así lo hacen.

Se presentan, y dicen. Dicen lo que en las dos horas siguientes van a repetir, con matices, el resto de lxs expositores. Porque las violencias que lxs atraviesan son las mismas.

“Desde muy chico vengo transicionando y hay cosas que me gustaría que fueran más fáciles para lxs niñxs que vienen. Me gustaría que no pasen lo que pasé yo. Me gustaría que no tengan problemas en la escuela, que no lloren todas las noches porque piensan que nadie los va a querer, que no lloren porque nadie respeta su identidad. Hay muchos lugares que no respetan la identidad de género, y eso cansa. Quiero que, si lxs niñxs lloran, que sea porque se cayeron y no porque no respetan su identidad”, dijo Danilo.

Franco, siguió: “La sociedad impone estereotipos a la comunidad trans. Estamos acostumbradxs a recibir siempre las mismas preguntas y comentarios: ‘Si sos un chico, ¿por qué te ves como una chica?’. Parecen comentarios pequeños, insignificantes, pero para un adolescente en pleno descubrimiento de su identidad, genera un montón de dudas. Desde los 8 años soy varón trans. Crecí con la idea de que, si soy un varón, me tengo que ver y hacer cosas para que la sociedad me acepte como varón. Crecí sintiendo miedo a que la sociedad me invalide. Y creí que me pasaba sólo a mí, que era un caso aislado, y ahora me doy cuenta que no es así, que pasa más que lo que debería”.

“Los varones trans no le deben masculinidad a nadie. Les no binaries no tienen que ser androginxs para no encajar en ningún estándar”, remató Danilo. Este eje fue uno de los más repetidos en distintas voces. Las exigencias del entorno por no verse como debería verse un varón, como debería verse una mujer. Entornos de los más variados: familiares, escolares, del sistema de salud, de amistades, de gente que simplemente te cruzás por la calle. Ese es el nivel de cuestionamiento: cualquiera cree que puede reclamar más o menos masculinidad o femineidad, o la nulidad de ambas, a cualquier persona cuya identidad de género no se apegue a la biológica.

El micrófono comenzó a girar por el recinto. La dinámica fue voluntaria: cualquiera podía tomar la palabra y contar lo que quisiera. Todxs mencionaron violencias que atraviesan a diario porque la Ley de Identidad de Género no se respeta. Y en muchos casos (quizás la mayoría), ni siquiera se conoce, lo que pone de manifiesto la necesidad de capacitaciones en la materia.

 

Porque conseguir que en la escuela lxs llamen por su nombre autopercibido es una militancia; porque que las obras sociales actualicen sus datos es una militancia, porque existir a cada paso es un cuestionamiento y una militancia.

Algunxs chicxs reconocen y enuncian sus privilegios. Saben que, quizás, la persona sentada en la banca de al lado la pasó un poco peor. Hablan del privilegio de que sus familias lxs acepten, del privilegio de no haber perdido amigxs en el camino, del privilegio de que la directora de su escuela se haya sentado a leer la Ley de Identidad de Género para que la institución pudiera respetar sus derechos. Privilegios que deberían ser la norma.

Otrxs hablan de eso que hoy llaman bullying pero que a mí me parece una palabra que, en definitiva, esconde la violencia real: insultos, aislamiento, persecución, golpes, abusos de todos los tipos.

Durante el encuentro se dieron testimonios en primera persona que apuntaron a la importancia del acompañamiento desde el aula, los clubes, con sus pares, y de la necesidad de la organización y el tejido de redes. Y hubo una gran coincidencia: la Asociación de Varones Trans les brindó un lugar de contención, un lugar donde hacer amigxs, un lugar donde ser escuchadxs, donde poder hablar. Un lugar para existir en paz.

Luego de escuchar una veintena de relatos, el presidente de la Asociación de Varones Trans de Rosario, Santiago Quizamás, reflexionó: “Cuando alguien habilita la palabra empezás a ver que no sos ese bicho raro, que hay otrxs que se sienten igual de bien o igual de mal que vos. Entonces, empezar a querer abrirte. Todxs lxs chicxs que están acá tienen cosas para decir, y nos parece importante que elles tomen la palabra. No queríamos que esto fuera una clase de Esi ni mucho menos, queríamos que con sus palabras entiendan muchas de las vivencias que tienen durante el día a día”.

“Creo que el mensaje, el común denominador, fue que no quieren que nadie pase por lo que están pasando. Que pese a todo lo que les pasa no odian a nadie, sólo quieren que lxs entiendan, que lxs amen, que lxs abracen. Quería quedarme con eso”, agregó. “Lo digo siempre, y siempre me emociono: de todas las clases a las que fui, diplomaturas, cursos de Esi, nunca aprendí más que escuchándolxs a ellxs. Nadie me enseñó más, nadie me sensibilizó más”, dijo el militante.

“Yo tengo 44 años y me hubiera encantado tener una experiencia así cuando era chico, me hubiera encantado llenarme de amigxs y de poder hablar de todo lo que me estaba pasando. Así que les agradezco”, concluyó.

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