La Cazadora

Ampliación de derechos

Deuda histórica: las empresas con más de 100 empleadxs deberán tener espacios de cuidado para niñxs

Durante 48 años, el artículo 179 de la Ley de Contratos de Trabajo estuvo sin reglamentar. Ahora, después de que una mamá y un papá presentaran un amparo, la Corte Suprema ordenó al Ejecutivo a saldar esta deuda histórica que apunta a un reparto más equilibrado de las tareas de cuidado


Las empresas con más de cien personas empleadas deberán contar con espacio de cuidados para las infancias. La novedad, publicada a fines del pasado marzo último en el Boletín Oficial de la Nación, apunta a alcanzar un reparto más equitativo en las tareas de cuidado, que históricamente recae sobre las mujeres. Se trata de una de las demandas más recurrentes del movimiento feminista. En la proclama del 8 de marzo, en el acto de cierre de la movilización en Rosario, se leyó: “Nos unimos en un grito común exigiendo y denunciando: eso que llaman amor es trabajo no pago. Exigimos presupuesto y reconocimiento a las tareas de cuidado y el derecho a ser cuidades”. 

En el anuncio de la reglamentación del artículo 179 de la Ley de Contrato de Trabajo N° 20744, publicado el 23 de marzo en la página oficial argentina.gob.ar, se subraya que el trabajo de cuidado y su invisibilización ha tenido un impacto definitivo en las trayectorias vitales de las mujeres, generando situaciones de vulnerabilidad y desigualdad. 

¿De qué se trata exactamente esta normativa? El decreto 144/2022 reglamenta el artículo 179 de la ley antes mencionada, que dispone que los establecimientos donde trabajen más de cien personas, independientemente de las modalidades de contratación, tendrán que ofrecer espacios de cuidado para niños y niñas de entre 45 días y 3 años que estén a cargo de las trabajadoras y los trabajadores durante la respectiva jornada laboral.

“Se trata de un paso fundamental para garantizar la inserción laboral de las mujeres y una organización social de los cuidados más justa entre los géneros”, dijo la Ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad, Gómez Alcorta en su cuenta de Twitter. 

Florencia San Julián, abogada en el derecho del trabajo y asesora legal del Sindicato de Prensa de Rosario (SPR), explicó a La Cazadora que el decreto surgió tras una sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que ordenó al Poder Ejecutivo a que reglamente dicho artículo en un plazo de 90 días hábiles. Esto aconteció en un fallo de octubre de 2021 en respuesta a un amparo. La Ley de Contrato de Trabajo fue sancionada en 1974, pero la reglamentación de ese artículo tardó 48 años en reglamentarse.

“Se puede tardar un montón de tiempo en reglamentar las normas. No es correcto, no es lo que debería suceder, pero el Estado, sin embargo, muchas veces es moroso en lo que en definitiva termina habilitando el ejercicio de derechos”, detalló San Julián.

Según el fiscal que trabajó en la causa, el paso del tiempo agravó la lesión a la constitución. Aclaró San Julián: “El fiscal consideró que «puesto que en la medida en que lo constitucionalmente reprochable es una omisión inconstitucional, el transcurso del tiempo, lejos de tornar improcedente la acción, agrava la lesión constitucional»”.

“Si no arranca con una patada, no arranca nunca. Este amparo lo presentaron dos personas, una mamá y un papá, no fue un colectivo ni organización mayor, pero esto va siendo una conquista o ampliación de derechos a partir también de todo el movimiento de mujeres”, agregó la abogada. 

Algunas claves de la reglamentación

En una entrevista con la agencia estatal Télam,  la ex directora del área de Igualdad y Género del Ministerio de Economía, Mercedes D’Aleassandro, explicó: “En el artículo original de la Ley figuraba la palabra «trabajadoras» y ahora se agregó «trabajadores», porque estos espacios se deben garantizar a madres y padres. Las mujeres tienen una tasa más alta de retiro del mercado laboral luego de la maternidad, y el tener un espacio de cuidado es algo que empareja un poco la situación y contribuye a que los varones generen un vínculo diferente con sus hijes, fomenta la corresponsabilidad”.

En este sentido, San Julián puntualizó que este beneficio alcanza a trabajadoras y trabajadores del ámbito privado, dado que la Ley de Contrato de Trabajo excluye a los empleados públicos, quienes tienen un régimen diferente. Otro punto a tener en cuenta es que la normativa también abarca el teletrabajo.

La empresas tienen tres opciones a la hora de cumplir con esta normativa en el plazo de un año: disponer de una guardería propia; subcontratar espacios de cuidado siempre que satisfagan las condiciones adecuadas; o reintegrar el gasto de guardería o trabajo de cuidado de persona debidamente documentados.

Tener hijes tiene impacto en las posibilidades de inserción laboral o de crecimiento profesional, al menos en el sistema de trabajo en el que vivimos. Pero una cosa es segura: tiene un mayor efecto en el caso de las mujeres e identidades feminizadas. En el marco del Día Internacional de la Mujer Trabajadora de 2021, el INDEC publicó un informe donde se detallaron distintos datos que marcan “las características estructurales de las brechas de género en nuestro país”. 

Entre ellos destacan que las mujeres siguen mostrando menor participación en el mercado laboral y son más propensas a situaciones de subocupación y desocupación. En 2021, la tasa de empleo de las mujeres alcanzaba el 39,4%, mientras que la de los varones ascendía  al 57,7%. La diferencia es significativa.

El informe también subraya que “las mujeres se insertan principalmente en sectores vinculados al cuidado. El servicio doméstico es la rama de ocupación con mayor índice de feminización en la Argentina”.

Además, el dato clave: las mujeres siguen asumiendo la mayor parte del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, y este es el principal obstáculo a su participación laboral plena. Según el INDEC, en la Argentina las mujeres dedican, en promedio, el doble al trabajo doméstico no remunerado que los hombres, por lo que las mujeres tienen menos tiempo para su carrera profesional o el esparcimiento.

Cuidados en primera persona

Laura Gómez tiene 35 años, es psicóloga y madre de dos niñes. Trabajar y maternar al mismo tiempo es, para ella, una tarea muy difícil: “Cuando vos tenés un hijo, delegar el cuidado 100% en otra persona es muy complicado. Constantemente estás pensando «qué le pasará»”, explicó la profesional, y agregó: “Te dan 3 meses de licencia y en general uno se toma 45 días antes del parto y 45 después. Es realmente un costo emocional grandísimo desprenderse de un bebé tan chiquito, tener que dejarlo”.

“El papá tiene, por nacimiento, dos días de licencia. A las 48 horas de parir se va y te quedás sola. Muchos se toman las vacaciones y las empalman con los días de licencia para poder estar, porque es angustiante. Me acuerdo que mi marido cuando nació Cata, mi hija mayor, se fue a trabajar, cerró la puerta y se fue llorando. Horrible. Estábamos hace dos días acostumbrándonos a un mundo nuevo que sacude toda tu vida, y tenes que ir a trabajar 8 horas, como si no hubiera pasado nada, tenes el cerebro en cualquier parte”, contó la psicóloga.

Dentro del porcentaje de mujeres e identidades feminizadas que desean ser madres, a la hora de tomar la decisión la primera oposición que se presenta es la cuestión del trabajo. Gómez puntualizó: “Hablo de las mujeres que realmente tienen el deseo de maternar y resignan eso en pos de su independencia, su libertad económica, su desarrollo profesional, cuando no tendría por qué ser así. Siempre el sacrificio pasa por las mujeres”.

“Estas cosas que nos planteamos nosotras a la hora de ser madres no se las plantean los varones. Esto de ¿dejo mi carrera? ¿me quedo maternando?”, explicó. “Por un lado te querés desarrollar y, por otro, querés ser buena madre, porque también está ese estigma de la mala madre que deja el nene”, añadió.

En relación al beneficio que conllevaría la reglamentación de los espacios de cuidado, Gómez opinó que “tener una guardería, o algo ahí cerquita de tu puesto de trabajo, implicaría algún tipo de tranquilidad para la madre: puede ver a su bebé, puede ir a darle la teta. Creo que podría ser también bueno para que estén al lado del padre”. 

Siguiendo la misma línea, dijo: “El impacto en el rendimiento y el costo económico y emocional para mí se reducirían un montón. Entrás a trabajar y tu hijo entra a la guardería a la misma hora, tenés a alguien en el lugar que te puede asistir, sabes que está ahí. Sería totalmente favorable para la organización familiar”. 

“Yo trabajo de manera independiente, pero mi marido trabaja en una empresa grande, con 2 mil empleados, por lo que en teoría le llegaría esta normativa. En mi caso, si ambos trabajamos a la misma hora y él tiene la guardería, me saco leche antes y se la doy para que le de mamadera. No es lo ideal, pero sería una manera. Si no, siempre cae en la mujer el tema del cuidado”, explicó. 

Procurar una lactancia en la ausencia es, según la psicóloga, uno de los puntos más complejos. Expresó: “Vos estás sentada trabajando y te chorrean las tetas y tu bebé no está ahí. Eso es toda una cuestión fisiológica que se atraviesa, las emociones se disparan a cualquier lado”. 

Laura Gómez, como tantas otras, pertenece a una generación de mujeres que tienen que “demostrar” que pueden, que combinar maternidad y trabajo es tarea fácil, donde mostrar debilidad no es una opción. “Romper con los esquemas y con una cantidad de mandatos es muy difícil”, subrayó. 

A estas posiciones en el mapa de la (ma)paternidad, se le suma una práctica que aún no se ha podido erradicar: hoy en día todavía se pregunta a las mujeres en entrevistas laborales si desean ser madres. Contó Gómez: “En muchas entrevistas si vos decís que tenés hijos no te toman y, en caso de no tenerlos, te preguntan si tenés ganas. Eso al varón no se le pregunta. Yo hago también psicotécnicos laborales. Cuando vienen los postulantes me cuentan de las entrevistas, las mujeres te dicen «vos sabés que me preguntaron si dentro de 5 o 10 años quiero ser mamá». Por eso las empresas también se enfocan en chicas más jóvenes o en aquellas que dicen decididamente que no quieren serlo. Pero muchas veces el deseo no se va por un trabajo”. 

En ese mismo sentido, San Julián remarcó: Esto está apuntado a que tenga un impacto en el empleo de mujeres, porque en definitiva son las que todavía culturalmente más se ocupan de las tareas de cuidado. Muchas veces los empleadores prefieren varones antes que mujeres justamente por esto. Entonces, que se prevea un lugar donde alguien vaya a realizar estas tareas de cuidado, así las mujeres mientras dure su jornada laboral pueden disponer del tiempo tranquilas, tendría que impactar positivamente. Se trata de un espacio que motiva la corresponsabilidad e influye en eliminar algunas limitaciones con las que siempre cargamos”.

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