Economía

Radiografía de necesidades

Detrás de los datos oficiales: ¿Por qué bajó la pobreza pero aumentó la indigencia en Argentina?

El precio de los alimentos, que determina la indigencia, superó durante el primer semestre la evolución de precios de otros productos de primera necesidad que determinan la pobreza. En Gran Rosario una importante reducción del desempleo y aumento de la ocupación permitió contener ambas variables


Foto: Franco Trovato Fuoco

La aceleración de precios que registraron los alimentos desde enero de 2022 y la pérdida de poder adquisitivo que sufrieron los ingresos provocaron un deterioro que comenzó a verse reflejado en los últimos datos oficiales de pobreza e indigencia. Si bien a nivel nacional el índice de pobreza mejoró en relación con el año pasado y en comparación con el dato previo, se vio un aumento en la indigencia, impulsada por sectores que perdieron ampliamente contra la inflación y no llegaron a cubrir las necesidades alimentarias básicas. En el Gran Rosario, un crecimiento acelerado del empleo permitió sostener una baja en ambos indicadores.

El 36,5% de pobreza que se conoció a nivel nacional para el primer semestre de 2022 mejoró, cómodamente, el 40,6% del mismo período del año anterior, y por poco el 37,3% del semestre previo. En tanto, la indigencia se ubicó en el 8,8%, mejorando el 10,7% del primer semestre de 2021, pero empeoró respecto del 8,2% previo.

Esto se explica en parte por una inflación de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) que superó la evolución de la Canasta Básica Total (CBT). La primera de ellas, determina la indigencia, mientras que la segunda, que incluye bienes y servicios no alimentarios como vestimenta, transporte, educación y salud, determina la pobreza.

El problema de trabajadores que no llegan a cubrir las necesidades básicas queda aún más expuesto al cotejar estos últimos datos con los de años atrás. Respecto del primer semestre de 2017, la tasa de empleo subió del 41,4% al 43,9%, la desocupación bajó del 9% al 6,9%, pero la pobreza creció del 28,6% al 36,5% y la indigencia del 6,2% al 8,8%. Se profundiza la lógica de que contar con un empleo no es suficiente para afrontar la canasta de alimentos o de productos básicos para una familia.

En diálogo con El Ciudadano, el economista del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (Ceso), Cristian Berardi, reparó en el fuerte aumento que tuvieron los alimentos desde el inicio de este año y explicó: “Hay que recordar que hasta los primeros días de enero hubo un congelamiento de precios que provocó que la canasta básica alimentaria varíe menos que el resto de los productos. Cuando se terminó ese congelamiento, notamos que empezó a subir rápidamente la canasta, incluso muy por encima de lo que subía el índice de supermercados, más aún cuando empezaron a repercutir en precios internos las consecuencias por el conflicto entre Rusia y Ucrania”.

Cabe recordar que desde octubre de año pasado y hasta principios de enero de este año, el gobierno dispuso el congelamiento de 1.400 productos de la canasta básica. La salida de ese esquema fue uno de los motivos que impulsó constantes remarcaciones posteriores.

“Las personas que menos ingresos tienen comenzaron a gastar mayor proporción de sus ingresos en alimentos. Hubo mayor variación de productos de la canasta básica que de productos en general. Hubo más personas que pudieron acceder a menos productos, por eso se dio la suba de la indigencia”, sostuvo Berardi.

Alimentos sin control

Desde el Centro de Economía Política Argentina (Cepa), explicaron que durante el primer semestre de 2022, la inflación de alimentos ascendió a 5,8%, mientras que en el primer semestre de 2021 había sido de 4,0% y en el segundo semestre sumaba 2,9%. Como el precio de los alimentos determina los niveles de la canasta alimentaria y, en buena medida, de la canasta total, una inflación de alimentos por encima de la general implica presiones al alza de la tasa de incidencia de indigencia y, en parte, de pobreza.

En paralelo a la evolución de precios, es importante ver el registro de ingresos durante la misma etapa, particularmente de los informales, para notar los efectos sobre la pobreza e indigencia. Durante el primer semestre de 2022, el empleo no registrado tuvo una caída del salario del 1,2% respecto al mismo período del año anterior. En tanto, el Salario Mínimo Vital y Móvil, que determina otros beneficios sociales, sufrió una caída del 6% en su poder adquisitivo respecto al mismo período de 2021.

Pero el deterioro en ingresos no se verifica solo en los sectores más empobrecidos, sino también entre quienes perciben un salario promedio. La mediana de salarios respecto de la Canasta Básica Total se redujo sensiblemente.  Entre finales de 2017 y hasta finales de 2019, la mediana de salarios pasó de superar a la CBT en 12,7% a quedar por debajo de la misma en 16% en este último semestre (una retracción de casi 30 puntos). El proceso se profundizó levemente con la pandemia, cuando la mediana quedó por debajo de la CBT en 18 puntos. Luego, en la pospandemia, la situación mejoró levemente.

Situación en el Gran Rosario

El análisis de pobreza e indigencia sobre el Gran Rosario arrojó un resultado un poco más auspicioso, ya que la reducción de ambos índices fue importante, sobre todo en comparación con el mismo período del año anterior. De un año a otro, la pobreza se redujo 8,2% y la indigencia un 7%. Al tomar el período previo, la pobreza cayó 1,8% y la indigencia 3,6%. Buena parte de esta mejora guarda relación con una ágil recuperación del empleo en la región y una importante caída de la desocupación.

Al respecto, Cristian Berardi explicó: “En el segundo trimestre de 2022 el índice de desocupación bajó considerablemente en Gran Rosario, eso explica en parte porqué bajó la indigencia. Al haber buen índice de creación de empleo, hubo muchas personas que comenzaron a tener ingresos que antes no tenían y por ende comenzaron a cubrir un poco mejor la canasta básica alimentaria”.

De acuerdo a los datos que dio a conocer hace algunos días el Indec respecto al mercado de trabajo, Gran Rosario mostró una importante caída en el desempleo, llevando el índice al 4,3%, un número que mejoró considerablemente el 11,8% del mismo período del año anterior. La Tasa de Actividad y la Tasa de Empleo también mostraron crecimiento (50,6 y 48,5% respectivamente) muy por encima de los datos nacionales.

“Suele suceder que el Gran Rosario tenga este tipo de evolución pro cíclica y pronunciada. Es decir que cuando los índices nacionales dan bien, la región acompaña, incluso mejorándolos, mientras que pasa lo contrario cuando esos índices son negativos. Esto tiene que ver con la amplia capacidad de oferta en servicios que tiene Rosario”, sostuvo el economista del Ceso.

La celeridad con la que la que bajó el desempleo y en simultáneo se crearon nuevos puestos, posibilitaron una mayor contención para una buena de la población en la región, permitiendo contener los números de pobreza e indigencia. “A nivel nacional no se dio el nivel de generación de empleo que se dio en el Gran Rosario y eso se notó en lugares donde, si bien bajó el desempleo, la generación de empleo no fue tan rápida como en el Gran Rosario”, sintetizó Berardi.

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