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Demandarán al Estado por no actuar en tiempo y forma

Juicio por la lentitud en estudiar pedido de arresto domiciliario para que condenada cuidara a su hija.

La vida de María Rosa Cardozo podría dividirse en capítulos trágicos. Mientras la mujer, una viuda de 56 años, cumple una condena de 10 años de prisión por el asesinato de su nuera, ocurrido en febrero de 2008, la semana pasada recibió la peor de las noticias: la muerte de su hija, una adolescente que sufría una severa discapacidad y que tras su detención había quedado al cuidado de un hermano, quien mantiene a ocho hijos casi sin recursos económicos. Por eso Cardozo había iniciado un trámite de arresto domiciliario que estaba en curso en el Juzgado de Ejecución Penal y que quedó suspendido con el deceso de la menor. El abogado de la detenida adelantó que iniciará una demanda contra el Estado provincial por daños y prejuicios a raíz de la “lentitud” en el otorgamiento del beneficio.

La condena de Cardozo quedó firme en febrero pasado, luego que la Cámara Penal confirmara el fallo de primera instancia que la encontró culpable del homicidio de su nuera, María Eugenia Morlivo, cuyo cuerpo fue hallado en una bolsa de consorcio en el fondo de un barranco de Villa Gobernador Gálvez. El proceso judicial estuvo marcado por las contradicciones en los testimonios de María Rosa, quien primero asumió la autoría del hecho y después culpó a su hijo, quien intentó suicidarse en prisión por la grave acusación que pesaba en su contra.

Tras el fallo de Cámara, el defensor de Cardozo, Luis Tomasevich, solicitó al Juzgado de Ejecución Penal que le concediera a la condenada la prisión domiciliaria, para que pudiera hacerse cargo de su hija discapacitada.

La menor, de 14 años, sufría una parálisis cerebral severa, con síndromes convulsivos y un 85 por ciento de incapacidad, indicaron fuentes del caso.

Tras la detención de su madre, la chica quedó al cuidado de uno de sus hermanos mayores, que además de cargar con ocho hijos perdió casi todas sus pertenencias cuando los vecinos le incendiaron la casa de Villa Gobernador Gálvez en represalia por el asesinato de Morlivo.

Para el abogado Luis Tomasevich el deceso de la menor se podría haber evitado si la joven hubiese recibido el cuidado de su madre. Por eso, el letrado arremetió contra lo que llamó “la burocracia del poder judicial”, al sostener que “la Justicia no resuelve en los tiempos reales de la gente”.

No obstante, Tomasevich destacó la buena voluntad de la jueza a cargo del Juzgado de Ejecución Penal, Luciana Prunotto, tras asegurar que las demoras en los pedidos no dependen de la voluntad de los funcionarios. En ese sentido, dijo que una sola oficina no puede atender los pedidos de todos los detenidos de la 2ª Circunscripción.

El hecho por el cual María Rosa fue condenada ocurrió el 25 de febrero de 2008, cuando en una barranca ribereña de Villa Gobernador Gálvez fue hallado el cuerpo de su nuera, María Eugenia Morlivo, de 27 años.

Esa tarde, María Rosa Cardozo se presentó en la comisaría 25ª diciendo que estaba preocupada porque su nuera faltaba de su casa desde hacía tres días y que temía que la chica encontrada fuese ella.

La mujer de a poco se fue enredando, porque en principio habló bien de su nuera, aunque después la criticó porque no trabajaba y porque se ausentaba seguido de su casa. Pero en segunda instancia dijo que un día fue a comer a la casa de su hijo y Morlivo y que ella mencionó en un momento: “Vamos a comer todo juntos hoy porque después no sé si nos vamos a ver”.

Al día siguiente, siempre según los dichos de Cardozo, fue a la casa de su hijo y cuando abrió la puerta observó el cuerpo de su nuera en el piso. Al preguntarle a su hijo qué había hecho, él le dijo que la había matado.

Pero más adelante volvió a declarar y contó que en realidad la que se había peleado con Morlivo había sido ella, primero en la calle y luego en su casa, hasta que en un momento tomó un cuchillo y se lo asestó en el abdomen. Luego envolvió el cuerpo sin vida de su nuera en una frazada y lo escondió en el placard. Al día siguiente, cuando el cadáver empezó a emitir olores putrefactos, obligó a su concubino a que llevase el cuerpo en una carretilla hasta el barranco donde luego fue hallado. Esto fue ratificado por el hombre.

Sin embargo, al poco tiempo ambos se desdijeron, y poco después volvieron a apuntar contra Fernando, el marido de la víctima. Pero éste negó los dichos de su madre una y otra vez, y explicó a la Justicia que tenía buena relación con su mujer.

En agosto de 2009, la jueza de Sentencia Carina Lurati condenó a la mujer a 10 años de prisión, pena que fue confirmada en febrero pasado por la sala II de la Cámara de Apelaciones de Rosario, integrada por Juvencio Mestres, Adolfo Prunotto Laborde y Rubén Ríos.

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