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Cuando una puerta se cierra

Por Rodrigo Joaquín del Pino


puerta

Hay una gran necesidad de templar nuestras almas. Tu pareja decide no estar más contigo, sientes el abandono, pero luego de un tiempo agradeces, porque sabes, te das cuenta, esa persona no era para ti. Un hombre se afligió mucho cuando fue rechazado para entrar a trabajar en una importante empresa que aparentemente le cambiaría la vida, pero unos meses después este hombre se enteró que dicha empresa había quebrado, y que todos sus empleados habían quedado en la calle. Este hombre comprendió agradecido por qué no fue aceptado meses atrás.

La vida está repleta de contenidos equilibrados que responden a un plan maestro universal, que tiende a despertarnos de manera gradual. El acontecer no siempre se experimentará como positivo si el alma está dormida en sus propios planes y apegos. El ego está muy apegado a la percepción, la cual es inestable, a los cuerpos, y a las expectativas de ganancia inmediata, y como teme, vive para acomodarse dentro de un mundo que de por sí, no tiene salida: todo perece tarde o temprano. Pero vivir es aprender a fluir con ese acontecer inevitable mientras internamente descubrimos el gran caudal de amor y paz interior. Vivir es aprender a pensar sin conflicto, desde la paz.

Obviamente la vida es el sentir de que vives más allá de toda circunstancia. ¡Siempre! La persona que puede ver más allá de lo que miran sus ojos está despierta. Y esta vida te pregunta a cada momento: ¿vienes conmigo o vas por tu cuenta? Y cuando te alejas mucho de esa esencia llega el dolor como un llamado de atención.

Si aprendemos a leer los sucesos que nos rodean, más y más iremos concluyendo que todo acontecer llega para templar el alma, es decir, ser menos vulnerables a los apegos que nos distraen la atención del amor, y ser menos vulnerables a todo lo que rechazamos por miedo. Esto nos permite expandir aún más nuestra conciencia y madurar emocionalmente: la gran necesidad humana. Y en la medida en que uno confía en la vida y es agradecido, ella va entregando todo aquello que buscábamos.

En este recorrido hay momentos donde es muy necesario saber entregarnos al dolor que emerge de nuestras almas, y sentir, sentir ese tormento emocional que parece quebrarnos y no terminar. Nada hay que pueda disiparlo, ninguna distracción ni pensamiento puede cubrirlo, no podemos tapar ese dolor. Y es que, justamente, ese dolor llega para templar el alma y volvernos más reales, para que aprendamos a darle el valor necesario a la vida, y aprovechar el tiempo, nuestros cuerpos, para amar con inocencia y alegría. Tender nuestros brazos y comprender las benditas razones para ofrecernos a cada momento.

Porque el dolor es un gran maestro que viene a advertirnos y a rescatarnos de la muerte en vida: pensar sin amor. Sentir el dolor en silencio, sin juicio alguno, sin condenar ni condenarnos, nos vuelve sobrios, sabios y amorosos en el plano real del alma.

Tú no puedes saber lo que el destino tiene reservado para ti, a menos que rindas tu miedo y control en tu sendero hacia la felicidad. Son las puertas que se cierran en tu camino las que te conducen al máximo de tu merecimiento. Aunque mueras de ganas por algún objetivo, como una pareja estable o un buen trabajo, estás a prueba. Permanece firme y confiado, y entonces lo que vendrá será mucho más pacífico, placentero y duradero para ti que lo que exigen tus ojos. Sé paciente y recuerda la conducta de aquellos seres que admiras. El ego se apasiona por los objetos y los placeres inmediatos, pero si no hay paz en tu corazón no continúes presionando. Sólo acepta lo que viene desde tu paz, aquello trae brisas de facilidad y llega como un regalo. Esa espera confiada templa tus alas y te hace libre, sin embargo, la lucha indolente sólo incrementaría una sensación de sacrificio y culpa dentro de ti.

Las cosas llegan cuando entiendes que todo te pertenece porque eres de una gran familia universal, pero cuando luchas evitando sentir, estás diciendo que eres ajeno a la mesa en tu propio hogar. Agradece las puertas cerradas durante tu recorrido de vida, sabiendo bien que lo que se tiene reservado para ti es muy superior y ni lo imaginas. Si nosotros estaríamos destinados a disfrutar de todo aquello que no proviene de la paciente aceptación de todo acontecer, que no proviene de la confianza y del cariño hacia los demás, estaríamos diciendo al universo que somos hijos del odio y del rencor, y un mero cuerpo que pronto va a morir. Así que tu actitud presente siempre exhibirá lo que en verdad crees ser. La aceptación radical de todo acontecer proviene de la paciencia sabia y de la expectativa más inocente en el suceder cotidiano. La aceptación profunda es una actitud científica propiciada en el diario vivir y destinada a emerger de las ilusiones comunes en que solemos quedar atrapados, tal como la desconfianza y el temor.

Cuando una puerta se cierra otra se abre. El universo es equilibrante y dador. La enseñanza que hay detrás de todo aquello que sale de la manera en que menos queremos es: hay Algo en tu interior que sabe más que tú lo que te conviene, lo que te causará satisfacción duradera, y quiere que comprendas que para vivir debes desarrollar sensibilidad, confianza y perdón; y que lo que añoras de este mundo no viene porque luchaste por ello, sino porque son regalos de la vida que llegan siempre a su debido tiempo. ¿Y por qué ese tiempo? Para que madures. Eres hijo del Amor, y hoy necesitas templar tu alma para sentir. Entonces, espera lo tuyo con paciencia y sé un regalo para los demás, ayuda a otros a cumplir sus sueños, de esta manera tendrás un encuentro con lo más preciado de tu corazón.

Hoy, esta hermosa ciudad resplandece en el mundo en estos tiempos de prueba. Muchos hermanos enseñaron con sus propios actos nuevas lecciones de amor: a ser benévolos, a entregarnos por los demás, nos inspiraron a ser más reales y leales cada día, más sinceros con nosotros mismos, a renunciar a la comodidad y brindarnos por entero. A dar lo mejor de sí sin ningún interés personal, y por sobre todo a acompañar a un hermano doblegado por el dolor y poder regresarlo a su corazón hecho de amor, donde se halla toda comprensión. Desde los que rindieron la vida, también los que imploraron por ella, hasta los que buscaron sin descanso un aliento más de vida.

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