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Cuando las puertas se cierran

Por Rodrigo Joaquín del Pino


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Hay una gran necesidad de templar nuestras almas. Una pareja decide no estar más contigo. Un hombre se afligió mucho cuando fue rechazado para entrar a trabajar en una importante empresa que aparentemente le cambiaría la vida, pero luego al poco tiempo este hombre se enteró que dicha empresa había quebrado, y que todos sus empleados habían quedado en la calle.

La vida está repleta de contenidos equilibrados que responden a un plan maestro que el ego jamás podrá entender ni querrá hacerlo. Si aprendemos a leer los sucesos que nos rodean, más y más iremos concluyendo que todo acontecer llega para expandir aún más nuestra conciencia y madurar emocionalmente. Y el que sabe ver más allá de las circunstancias siempre se encontrará en paz.

Hay momentos en nuestras vidas en que es muy necesario saber entregarnos al dolor que emerge de nuestras almas, y sentir, aprender a sentir ese tormento emocional que parece quebrarnos. No hay nada, ninguna distracción ni pensamiento con que podamos tapar ese dolor. Y es que justamente, ese dolor llega para templarnos y volvernos más reales, para que aprendamos a darle el valor necesario a la vida, y aprovechar el tiempo divino de nuestros cuerpos para amar con inocencia y alegría. Tender nuestros brazos y comprender las benditas razones para ofrecernos a cada momento.

Tú no puedes saber lo que el destino tiene reservado para ti, a menos que rindas tu miedo y tu control en el proceso de ser feliz. Son las puertas que se cierran en tu sendero las que te conducen al máximo de tu merecimiento. Aunque mueras de ganas por alguna meta, como una pareja estable o una casa propia, si no es el tiempo, si la puerta está cerrada, es porque lo que vendrá será mucho más pacífico, placentero y duradero para ti que lo que miran tus ojos ahora. Sé paciente y confiado. El ego se apasiona por los objetos y los placeres, pero si no hay paz en tu corazón no continúes presionando. Sólo acepta lo que viene del cielo, sólo acepta lo que viene desde tu paz, pues aquello trae brisas de facilidad y llega como un regalo. Esa espera confiada templa tus alas de libertad, pero la lucha sólo incrementaría una sensación de sacrificio y culpa.

Todo llega cuando entiendes que te pertenece porque eres de una familia universal, pero cuando luchas evitando sentir tu armonía interior estás diciendo que eres ajeno a la mesa en tu propio hogar. Agradece las puertas cerradas durante tu recorrido de vida, sabiendo bien que lo que se tiene reservado para ti, ni lo imaginas, y es lo que te hará sentirte quien eres, ya sea en tu trabajo o en tu intimidad.

Si nosotros estuviéramos destinados a disfrutar de todo aquello que no proviene de la paciente aceptación de todo acontecer, que no proviene de la confianza y del cariño hacia los demás, estaríamos diciendo al universo que somos hijos del odio y del rencor, y un mero cuerpo que pronto va a morir. Así que tu actitud presente siempre exhibirá lo que en verdad crees ser. La aceptación radical de todo acontecer proviene de la paciencia sabia y de la expectativa más inocente en el suceder cotidiano. La aceptación profunda es una actitud científica propiciada en el diario vivir y destinada a emerger de las ilusiones comunes en que solemos quedar atrapados, tal como la desconfianza. Cuando tratamos de entender todo lo que pasa a nuestro alrededor ya es prueba suficiente de que vivimos desde el temor, y que las puertas se cerrarán en nuestras narices.

Cuando una puerta se cierra hay otra que se abre. El universo es equilibrante y dador. La enseñanza que hay detrás de todo aquello que sale de la manera en que no queremos es: hay Algo en tu interior que sabe más que tú lo que te conviene, lo que te causa placer y satisfacción duraderas, y quiere que comprendas que para vivir debes desarrollar tu máximo potencial de gratitud, confianza y amor; y que lo que añoras de este mundo no viene porque luchaste por ello, sino porque son regalos del cielo que llegan siempre a su debido tiempo para que madures. Eres hijo del Amor y todo te pertenece. Entonces, espera los regalos con paciencia, y además de ellos recibirás el encuentro con lo más preciado de tu corazón.

(*) Rodrigo Joaquín del Pino Facebook

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