Son 156 muertos en poco más de 8 meses. Un número que se asemeja a los peores guarismos que tuvo la ciudad en materia de violencia altamente lesiva, y las soluciones parecen seguir el camino de 2014, cuando los 264 muertos del año anterior y un crecimiento de los homicidios en los primeros meses de ese año, determinaron el desembarco de las fuerzas federales en abril, con un despliegue cinematográfico a cargo de Sergio Berni, entonces ministro de Seguridad de la Nación. Cada vez que las muertes subían, la solución fue la misma a lo largo de los años. Pero el problema sigue. A fines de 2018, cuando el número de jóvenes muertos había disminuido, el programa Nueva Oportunidad apareció como una explicación para ello, pero hoy el programa ya no está, al menos de la manera que funcionaba años atrás buscando no sólo trabajo para pibes y pibas, sino una instancia de diálogo y compañía en medio de tanta muerte.
Este miércoles, a cuatro días de las Paso, el intendente Pablo Javkin se reunió con los presidentes de los bloques del Concejo, luego con el gobernador y autoridades de Nación. En ese marco Omar Perotti aseguró que existe un “cambio profundo” en las políticas de seguridad que aún no se reflejan “en lo diario”. Habló de “una bola de nieve que fue creciendo” que es difícil de frenar. También habló el ministro de Seguridad Jorge Lagna. Recordó la cantidad de patrulleros afectados a custodias, de la cantidad de presos porque los delitos se investigan, de los policías que son parte de las bandas. Pero no hay, o al menos no se declamó, un programa de cómo prevenir, de cómo evitar la muerte. De cómo tratar de bajar la cantidad de balaceras, los chicos muertos y heridos en los barrios.
Los muertos que no generan demasiado problema, salvo cuando se acumulan. Hay una sociedad anestesiada que parece no reclamar por esas muertes, que ocurren en general en la periferia y dejan ese halo de por algo será. Cuando la víctima queda en el medio del recorrido de una bala, cuesta trabajo contarle a la sociedad que no era narco, que tenía familia, que era una persona. La pena de muerte en los barrios está naturalizada. Como si lo que imperara fuera una justicia paralela, fuera del Estado y sin que el Estado la detenga.
Hoy vuelven las fuerzas federales con más hombres, un nuevo diagrama en el centro y en los barrios. Vuelven las culpas hacia la Justicia, tanto federal como provincial, pero lo que no parece llegar y hasta ahora nunca funcionó es la prevención. Como si las escuchas de quien ordena la muerte desde un teléfono celular, o de línea, llegaran siempre tarde. Se difunden y estremecen en juicio, pero no sirven para evitar la muerte.
Hoy los gobiernos se juntaron para hablar de la muerte. El gobernador Omar Perotti aseguró que su gestión cortó “los vínculos con los delitos” y esa decisión implica costos pero “no tiene vuelta atrás”. “Hay una decisión tomada que es cortar los vínculos con los delitos. Situación que claramente no pasaba, que nos lleva a que haya un cambio profundo. Cambio que todavía en lo diario no tiene la dimensión que deseamos”.
Perotti señaló que los ciudadanos son testigos de “cosas que no pasaban” porque “esta es una bola de nieve que fue creciendo y empezamos a achicarla”. “Es una decisión tomada que no tiene vuelta atrás”. Y, en sintonía con su eslogan de dos años atrás, “la paz y el orden”, dijo que en su gobierno no hay “impunidad ni privilegios para nadie” y por contraste acusó a las gestiones anteriores del Frente Progresista de haber acordado o tolerado a sectores delictivos, tal como lo había hecho en su discurso de asunción en la Legislatura.
En tanto, el intendente Pablo Javkin encabezó una reunión de urgencia con los presidentes de bloque de todas las fuerzas políticas sobre “nuevas estrategias de intervención”. Luego se dirigió a la sede de Gobernación, donde se realizó el encuentro con el gobernador y autoridades nacionales para redefinir los planes de seguridad.
En los barrios la llegada de las fuerzas federales se vivirá con el mismo alivio de siempre. Los vecinos y las vecinas volverán por un rato a la calle. En los barrios en los que los federales no lleguen, la gran mayoría a juzgar por la cantidad de efectivos asignados la violencia será la misma y se pedirá refuerzos en esos espacios. Todo parece tender a pacificarse al menos hasta el domingo, cuando las elecciones primarias, abiertas, simultáneas, obligatorias, convoquen a votar. Qué va a pasar después, cómo se desarticulan las bandas cuyos cabecillas están detenidos. Son preguntas que no tienen respuestas.
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