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Cristiada: de qué manera el fanatismo laicista va al cine

Por Pablo Yurman.- Se sancionaron leyes que tendían a erradicar de la vida pública toda manifestación de fe del pueblo mexicano.


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Se ha estrenado en las salas de nuestro país la película Cristiada (For greater glory), protagonizada por Andy García, Peter O’Toole y Rubén Blades, entre otros, dirigida por Dean Wright, que trata sobre la llamada Guerra de los Cristeros o Cristiada, ocurrida en México entre 1926 y 1929 con motivo de la sanción de una serie de leyes promovidas por el presidente Plutarco Elías Calles.

La Constitución mexicana sancionada en 1917 preveía la separación entre Iglesia y Estado, pero el presidente Calles sancionó leyes que se alejaban de una idea de laicidad del Estado, y directamente tendían a algo bien distinto: erradicar toda manifestación de fe del pueblo mexicano de la vida pública. Como consecuencia de las leyes se prohibió toda exteriorización religiosa y se confiscaron buena parte de los bienes de la Iglesia. Otras leyes eran tiros por elevación contra el catolicismo puesto que, por ejemplo, establecían que los “ministros del culto” debían ser necesariamente personas casadas, debiendo abandonar el país en caso contrario, lo que motivó la deportación de numerosos sacerdotes.

Contra esas leyes injustas se alzaron fundamentalmente los campesinos y comunidades indígenas de toda la región central y de la península de Yucatán en una contienda desigual entre, por un lado, las tropas del ejército nacional, y las milicias populares apenas pertrechadas. Se estima en 250.000 la cifra total de muertos.

Al caracterizar la película nos dice la crítica de cine Juana Samanes que se trata de “…una impresionante superproducción basada en hechos reales que recuerda la denominada Guerra de los Cristeros, guerra a la que algunos han calificado como la segunda matanza más tenebrosa del siglo XX por odio a la fe (odium fidei) perpetrada en occidente y muchos de cuyos mártires (entre ellos el niño José Sánchez del Río) fueron beatificados durante los papados de Juan Pablo II y Benedicto XVI”.

Por su parte, el escritor español Juan Manuel de Prada, Premio Planeta 1997, afirma que “es una película épica al modo clásico, llena de lances heroicos y pasajes conmovedores, muy alejada del cine de acción de los últimos años, donde las pirotecnias y aspavientos propios del género enmascaran argumentos vacuos y personajes sin encarnadura”. Todo lo contrario que en Cristiada, donde los protagonistas sí son analizados y presentados al espectador en toda su complejidad.

En esa misma línea, en una entrevista realizada al director Dean Wright, quien además es un apasionado del cine épico ya que realizó los efectos especiales de Crónicas de Narnia y El Señor de los Anillos, este norteamericano, de religión protestante, se mostró conmovido por la defensa de la fe católica protagonizada por el pueblo mexicano. Tras leer más de veinte libros sobre la historia, expresó: “Para los mexicanos la fe era su forma de vida, la parroquia era el centro de la vida en cada pueblo y abundaba la gente de confesión frecuente o comunión diaria. Las protestas al principio fueron pacíficas. Intentaron varias cosas: la desobediencia civil, los boicots a productos del gobierno federal, manifestaciones… Y la reacción de los federales fue enviar tropas a Guadalupe. Las tropas mataron cien personas en una misa porque era «ilegal». A partir de ahí, era difícil contener la violencia”.

Por otra parte, ante las dudas acerca de si los cristeros actuaban por puro fanatismo, como un extendido prejuicio suele atribuirles, el director del filme agrega: “Los personajes de la película se hacen preguntas, tienen dudas, son humanos, cometen errores y hay momentos críticos en los que se dan cuenta. Cuando ves que se hacen preguntas reconoces que no son fanáticos”.

En síntesis, Dean Wright ha dirigido una obra verdaderamente transgresora, puesto que refiere a un tema tabú y lo hace contracorriente, desafiando abiertamente los estereotipos de lo “políticamente correcto” que, como se sabe, en materia artística tiene mucho peso. Acaso sea este el motivo por el cual se intenta montar alrededor de Cristiada una evidente conspiración de silencio.

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