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Reflexiones

Créditos al consumo meseta para el 2015

Los créditos al consumo cierran el año estancados debido a la restricción de la oferta por la “incertidumbre económica” y una caída en la demanda ante el temor a perder el empleo.


Los créditos al consumo cierran el año estancados debido a la restricción de la oferta por la “incertidumbre económica” y una caída en la demanda ante el temor a perder el empleo, mientras se espera el ingreso en una meseta ganada por la cautela para el 2015 electoral. Así lo observó en una entrevista con NA Guillermo Barbero, especialista en consumo de la consultora financiera First, cuyos servicios consisten en asesorar a empresas sobre cuáles son las mejores alternativas para otorgar financiamiento de corto y mediano a sus clientes.

El experto asegura que en la Argentina habría que extender los plazos de pago y mejorar las condiciones de previsibilidad sobre las tasas de interés, aunque para eso antes se debe resolver un flagelo que afecta a todos: la inflación. Incluso, Barbero reconoce que casi no existe el plan hipotecario en la Argentina y es muy escaso el préstamo destinado a pymes y microemprendimientos, por lo que muchos proyectos productivos se terminan financiando con créditos de consumo, con tasas más caras.

A continuación, el texto de una entrevista:

—¿Cómo cierra el 2014 el consumo y el financiamiento del mismo?

—Al 2014 lo transitamos con el freno de mano puesto. En parte por la disminución que hubo de la oferta, principalmente en bancos y compañías financieras que estuvieron signados por la precaución. Los bancos se pusieron más restrictivos con los requisitos y parámetros para otorgar créditos, quizás porque hubo una situación económica un poco más ajustada que en otros años.

—¿Esperaban las entidades problemas graves?

—No. Las entidades esperaban que se incrementara la mora. Y ante esa posibilidad, los que otorgan créditos fueron más restrictivos. Las empresas comerciales también: les dan condiciones más estrictas a sus clientes a la hora de venderles, por ejemplo, un electrodoméstico. Efectivamente la mora aumentó un poco, pero no ha llegado a ser un problema. Hay que tener en cuenta que estas reacciones de la industria crediticia generan sus propios resultados. Tiene que ver un poco con lo de la profecía autocumplida. Eso llevó a que se restrinja el crédito y se baje la cantidad de cuotas.

—Y esa situación ¿complica hacia futuro a los propios consumidores?

—A la larga eso genera un cuello de botella para el financiamiento, porque cambia las condiciones de pago: alguien que tenía planes en hasta 12 cuotas para pagar, por ejemplo, 100 pesos por mes, ahora sólo puede acceder a planes de 6 o 3 cuotas con un valor unitario más alto. Quizás 100 pesos lo podía pagar, pero 190 o más, no. Entonces comienza a generar mora.

—¿Cuál fue la herramienta de financiamiento más elegida?

—Las que más lograron mantenerse son las tarjeras de crédito. Este sector creció 8,6 por ciento mensual en octubre y 4,3 en noviembre, y en doce meses, al alza es del 36 por ciento. Es más o menos la tasa que cobran los plásticos. Algunos cobran 40, otros 45 por ciento. La gente optó menos por los préstamos personales y más por el plástico. Sobre todo por planes de cuotas sin interés. O el plan Ahora 12, más las ofertas para el Día de la Madre, el Cybermonday o Black Friday. Eso ha impulsado mucho las ventas por internet y lógicamente con tarjeta de crédito.

—¿Qué impacto generó sobre el mercado las malas noticias del conflicto de la deuda externa con los fondos buitre?

—No. El conflicto de la deuda y el valor del dólar no impactan tanto sobre esto. Eso es más para quienes estamos en el microclima de la economía, las finanzas, acá en Buenos Aires. Tienen mucho más impacto las noticias sobre el desempleo. Y a mediados de 2014 tuvimos muchas noticias de estas, con dos o tres casos resonantes. Además, se observó que se perdieron puestos de trabajo en locales comerciales. Ahora ya llegando a fin de año se ha atenuado la incertidumbre, las malas noticias parecen haber parado. Tenemos una meseta. Y un poco se está recuperando el crédito. Cuando hay malas noticias con relación al empleo el consumidor se cuida, trata de no comprar más allá de lo que puede pagar, restringe su propio endeudamiento.

—¿Cuáles son los pronósticos para 2015?

—Una cartera de crédito crece cuando lo hace por encima de los intereses que va cobrando y este año estuvo un poquito por debajo. Ahora vemos una meseta. Y la industria está esperando que se mantenga así. El 2015 es eleccionario y va a estar muy signado por las expectativas. Desde el punto de vista de la oferta, nadie va a hacer grandes apuestas para crecer o para achicarse. Y desde la demanda, también: la gente va a estar cautelosa con sus proyectos. Habrá muchos cambios políticos el año que viene: se elije presidente, gobernadores e intendentes. Y como los argentinos tenemos mucha experiencia en estas cosas tendemos a sobrerreaccionar y a reaccionar antes. Somos hiperactivos, y eso a veces nos perjudica y a veces nos beneficia.

—¿Cuál es el impacto de la inflación sobre el financiamiento del consumo?

—Nunca nos vamos a poner de acuerdo cuál es el índice más exacto de inflación dado que cada uno mide de acuerdo a cómo le impacta. Hay tantos valores de inflación como gente que lo mida. Pero la inflación en los niveles actuales alimenta la demanda del financiamiento al consumo. Por ejemplo, una familia que quiere comprar un producto termina anticipando la adquisición con crédito porque ninguna alternativa de ahorro de acá a doce meses le asegura que cuando pase ese plazo va a poder comprar el artículo. El argentino opta por esta perspectiva: pagar el interés y no esperar a la inflación. Es un problema de expectativas.

—¿Hay margen para aumentar la cartera de créditos en el país?

—Hay que tener en cuenta algo que los economistas muchas veces dejan de lado: es la productividad del crédito. Si un cortador de pasto corta un jardín por día, puede acceder a una cortadora más rápida y eficaz con un crédito y pasar a cortar tres jardines por día. Su productividad aumenta. A veces, cuando se regula o se piensa la economía a nivel macro se pierden de vista esos aspectos micro.

—¿Qué se debería mejorar para acercar a la gente a condiciones más óptimas de financiamiento?

—Deberíamos mejorar los plazos y para eso necesitamos más certidumbre sobre las tasas de interés. Eso elevará el volumen de créditos otorgados. En términos nominales, se están otorgando todos los créditos que se pueden. Pero como los plazos son muy cortos, la cartera completa de créditos al consumo en Argentina es chica en relación con otros países. En Colombia, cualquier crédito empieza a doce cuotas. Aquí, ese es el techo.  En la Argentina, el endeudamiento de las familias está en el orden de los dos ingresos mensuales. Eso comparado con cualquier país de la región es bajo. Al haber tan poco crédito hipotecario, la gente no está tan endeudada. Eso responde a que no hay oferta.

—Prácticamente no existen los créditos de largo plazo en el país…

—Es muy difícil para la banca comercial financiar créditos hipotecarios que deberían ser a 20 o 30 años con depósitos que están a 30 días. Eso está fuera del alcance de los bancos privados. En eso habría que trabajar. Marcar una certidumbre sobre la inflación a mediano y largo plazo.

—¿Hay algún fenómeno llamativo en materia crediticia en el país? 

—Hay gente que toma crédito de consumo a pesar de que no lo necesita y tiene que ver con esa picardía de intentar ganarle a la inflación. Y eso a veces genera una sobredemanda que termina inflando los precios.

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