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Crack Bang Boom: se viene la séptima edición al hilo

Arranca hoy una nueva edición de la tradicional convención de historietas que se transformó en una referencia para la industria local y que atrae a fans y artistas de todo el país.


Desde hoy hasta el domingo se desarrollará la séptima edición de la convención internacional de historietas Crack Bang Boom (CBB). Charlas, muestras, proyecciones, invitados nacionales e internacionales, presentaciones de libros y editoriales serán parte de la conocida oferta cultural del espacio de intercambio entre artistas y maestros consagrados, autores emergentes y los nuevos talentos o fans. El homenajeado de este año será el dibujante Horacio Lalia, conocido por la serie Nekrodamus. Y el género elegido como la estrella del evento es el de terror. Entre otros invitados destacados estarán Gianni Dalfiume, Juan Manuel Frigeri, Olivier Jalabert, Ariel López V, Andrés Lozano, Lubrio, Pablo Martinena, Filipe Melo, Emilio Jorge Mongiovi, Soledad Otero, Goran Parlov, Gonzalo Ruggieri, Juan Sáenz Valiente, Diego Simone, Gail Simone, Goran Sudzuka, Emilio Utrera, Luciano Vecchio y Roberto Viacava. La agenda se puede consultar en la web www.crackbangboom.com.ar.

La Navidad nerd

La primera CBB se hizo en octubre, tuvo dos sedes, vendió 5 mil entradas y lamentó que el historietista Francisco Solano López no estuviera para el homenaje preparado. Era 2010 y Rosario hizo punta. Amasó la primera convención de historietas con un rejunte de amigos del ilustrador Eduardo Risso. Figuras de primera línea de editoriales DC y Marvel que firmaron libros y revistas en el Centro de Expresiones Contemporáneas (CEC), la sede principal. “Sirve para decir «aquí estamos»”, comentó uno de los organizadores, el dibujante local Esteban Tolj. La industria argentina, acallada en la década del 90 y parte de 2000, subía la voz pidiendo conectar artistas con editoriales, distribuidoras con casas de venta de cómics y, sobre todo, nuevas plumas con cazatalentos. Muestras, charlas y stands de comiquerías se multiplicaron. Quedó chico.

La segunda CBB fue en junio, sumó cuatro sedes más, entre ellas, el cine público El Cairo para la proyección de películas y cortos. Fue la primera edición del concurso CBB en la que 127 artistas, 40 de ellos internacionales, se midieron para quedar en la guía de papel de la convención. Clínicas con editores, dibujantes y escultores suplieron la ausencia del guionista Carlos Trillo, recientemente fallecido. Por él, la organización creó los premios Trillo para reconocer publicaciones y artistas. Todavía quedaba chico.

La tercera CBB fue en julio, la visitaron 12 mil personas y por primera vez incluyó una pasarela. A la costanera llegaban jóvenes y no tanto disfrazados de personajes de comic y película. No sólo era el atuendo. Debían actuar como el personaje si querían ganar el concurso de cosplay. Robin Wood, homenajeado del 2012, firmó ejemplares y originales mientras uno de los organizadores, Eduardo Santillán Marcus, decía: “Ya se formaron varias parejas en el CBB. Una se está por casar”. Aún faltaba crecer.

La cuarta CBB fue en agosto. Inauguró otra costumbre de la convención: un país invitado. Brasil prestó el talento y la editorial del municipio tradujo e imprimió libros de historietas nuevas. El cosplay se había convertido en la atracción del cierre de los domingos y se nutría de quienes salían a pasear por la costa. “¿Si te cruzás por la calle a Chewbacca (el famoso teniente peludo de Han Solo en La guerra de las galaxias), no lo seguirías?”, comentaron los organizadores. Las muestras retrospectivas atadas al CBB trascenderían los cuatro días. La de los personajes de DC Superman y Batman en el Centro Cultural Fontanarrosa y la de Historietas por la Identidad, una iniciativa de artistas y Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en la Plataforma Lavardén, se quedaron todo el mes. El país miraba a Rosario y desde Buenos Aires anunciaron que harían una propia convención llamada Comicópolis, que este año, por decisión de la cartera de Cultura a nivel nacional, no se reeditará. El 2015 tuvo todo lo anterior, más el callejón de los artistas –donde los fans pueden interactuar con los dibujantes– y sumó espacios de exposición en los centros municipales de distrito. La bola de nieve seguía rodando.

Para los organizadores existen números que hablarán mejor del alcance de la CBB una vez que termine: cuántos dibujantes consiguieron trabajo, cuántos stands vendieron, cuántas autodidactas lograron crecer por una clínica especializada, entre muchos otros etcéteras. “Porque además de reunirnos para homenajes y contar qué hay de nuevo, la idea es impulsar al trabajo y compartir que se puede vivir de algo tan lindo”, explicó Eduardo Risso.

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