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Coti Sorokin, de Rosario al mundo, en un camino recorrido en el que “nada fue un error”

El músico adelanta detalles del show que ofrecerá online este domingo en el que mostrará sus instrumentos más personales y contará parte de su historia, un derrotero que en parte también se puede conocer a través de un documental recientemente estrenado en la plataforma Flow


La gráfica ya rota en redes sociales. Coti Sorokin está en el suelo, rodeado de sus instrumentos, en su estudio, el espacio en el que compone, en el que toca, en el que escribe. El mismo lugar en el que actualmente está diagramando los detalles de un nuevo disco que verá la luz a fin de año, en el que pasa sus días de aislamiento social impuesto para contener el contagio del covid-19 y desde el cual este domingo, desde las 18, brindará un único show por streaming.

En ese espacio está su primera guitarra, la que su mamá le regaló a los 10 años y con la compuso sus primeras canciones. También está la que le regaló Andrés Calamaro, una camiseta de Lionel Messi que le salvo una gira y su piano de 1920. “Pero no es un museo”, aclaró entre risas. “Sigo trabajando acá y componiendo con estos instrumentos”, contó el músico que reparte su tiempo entre Argentina y España.

Dueño de gran cantidad de temas que forman parte del acervo popular como “Antes que ver el sol”, “Otra vez” y “Color esperanza”, que fueron interpretados por él o con los que dijo “por boca de otro”, y de una carrera que en la actualidad lo ubica como uno de los artistas más escuchados en Spotify, Coti Sorokin nació en Rosario, se fue a vivir a Concordia, volvió para estudiar música y después la vida artística lo llevó a recorrer y vivir en distintos lugares del mundo, hoy está radicado en Buenos Aires, aunque siempre será un rosarino. “Es una disyuntiva, los concordienses me llaman concordiense. Nací en Rosario y tengo una ligazón muy estrecha con la ciudad. De cuando nací tengo pocos recuerdos, pero muy intensos y después está mi época de estudiante de música allá. Mi primera banda, Luz Mala, mi ligazón con un montón de músicos, gente con las mismas inquietudes y vibraciones que tenía yo en ese momento de adolescente, La Siberia, los primeros laburos. Los primeros instrumentos que compré allá”, recordó el músico que acaba de lanzar “Por ahí” un nuevo tema que es un adelanto de su próximo disco.

Cumplir un sueño

El 30 de octubre de 2017, Coti se presentó junto a su banda Los Brillantes y la orquesta de cuerdas Ensamble Sur Del Sur en el emblemático Teatro Colón. Así se cumplió un sueño que se convirtió en el leitmotiv del documental Nada fue un error que se estrenó en la plataforma Flow el mes pasado y que continúa disponible. El registro muestra a su familia, repasa su carrera con la idea de mostrar lo que no se ve. “Esa fue la inquietud de los productores, mostrar ciertas cosas que tienen que ver con el trayecto, con el viaje. Es una foto de ese momento. El pretexto fue el concierto hermoso en el Colón y todo el material que teníamos. Después hubo mucho laburo de recopilación de material, de giras, de fotos”, apuntó.

Si bien Coti presenta el documental como un hecho artístico en sí mismo, valorando el trabajo de todo el equipo de producción, también es una foto de su vida. “Aparece mucha gente importante empezando por mis viejos, mis hijos y un montón de gente muy valiosa en mi camino. Me parece que es muy llevadero, no es autorreferencial; tiene un valor artístico más allá del periodístico, por decirlo de alguna manera. Es una película con un final muy hermoso como es el recital en el Teatro Colón, el sueño cumplido”.

–¿Cómo vivís el aislamiento social y por qué decidiste hacer este concierto por streaming?

–Como todo el mundo, pasé por todos los espectros posibles de esta montaña rusa anímica, emocional, creativa, física. Momentos de estar grabando y haciendo mucha música, momentos de miedo y paralización. De hartazgo, de hastío y de frustración porque teníamos un año muy potente. De alguna manera lo sigue siendo porque con estos proyectos de los que estamos hablando torcimos un poco esa putada del destino. Como nos pasó a todos, es un año con proyectos frustrados y mucha gente, mucho peor, con enfermedad, con pérdidas. No tengo la sensación de queja ni de sentirme víctima de nada. Por el contrario, hay mucha gente que la está pasando muy mal. Sí, es cierto, que uno no deja de sentir ciertas frustraciones que hay que manejarlas para seguir haciendo cosas. Estoy grabando el disco y planteamos este show para el domingo que se va a hacer de forma única, que va a contar con una estética y un contenido que no se podría hacer en ningún otro lado. Voy a mostrar cosas que tienen que ver con mi intimidad creativa, mis instrumentos emblemáticos que no salen de gira. Voy a contar historias como la de la guitarra que me regaló Andrés Calamaro o la primera guitarra eléctrica que vi en mi vida que la tengo conmigo. Hay objetos muy hermosos que tienen una historia musical, artística y emocional muy importante.

−Es un formato que surge para apalear la crisis de los trabajadores de la cultura ¿Cómo vez esa realidad?

−La situación es muy difícil porque todo está llevando a una reformulación, pero hay un mientras tanto que muchos podemos amortiguarlo, pero muchos otros no. Genera mucha perdida, desesperación. Un mientras tanto en el que mucha gente no tiene tiempo de esperar. Es bastante complicado. Justo vamos a hacer el show cuando hay ciertas cosas que no se pueden hacer, acá (Buenos Aires) se fue para atrás con la cuarentena, me hubiese gustado hacerlo y darle trabajo a un montón de gente. Pero eso no se puede hacer. Nos vamos adecuando a lo que sí se puede hacer, cuidándonos y cuidando a los demás; siendo muy conscientes con eso. La salud está primero y me alineo con eso. Se han tomado decisiones prematuras y es una realidad empírica que se han salvado muchas vidas y que se siguen salvando. Eso está por encima de cualquier discusión.

−En ese contexto, estás grabando tu próximo disco del que conocimos “Por ahí”, el primer adelanto.

−Estoy trabajando, buscando también la vuelta logística para poder hacer un disco en cuarentena. Me siento creativo, generando cosas que me gustan. Estoy acá trabajando y viviendo en el estudio y haciendo que todo el tiempo vayan ocurriendo cosas. Estoy contento con el material, vamos a ir sacando canciones. Y más cerca de fin de año, cuando reanudemos la gira, voy a sacar el disco.

−¿El disco está atravesado por lo que está pasando?

−Sin duda. Estamos viviendo algo muy intenso y movilizador. No es una crónica, pero si hay un trazado de sensaciones y experiencias que estoy viviendo que están en el disco.

−¿Y musicalmente hay alguna experimentación nueva?

−Sí, sobre todo en estructuras, tipos de canciones; cosas que voy a ir develando. Tiene un tinte un poco más electrónico. Si bien siempre usé los sintetizadores, en este disco, un poco más. Pero también hay temas muy rockeros, muy guitarreros. Hay un poco de todo como siempre. Siempre me sentí muy libre y no me gusta atarme a un preconcepto.

−Durante el aislamiento volvió a sonar “Color esperanza” grabada por artistas latinos ¿Cómo es tu relación con esa canción que parece estar siempre vigente?

−Siempre está ahí (risas). Como todos los grandes hitos artísticos y populares, pero para uno es contradictorio. Porque tiene sus momentos en los que me parece muy emocionante, pero no por premios o reconocimientos, sino porque alguien me mande un mensaje por Instagram diciéndome que lo ayudó en un momento o que los chicos del merendero de Entre Ríos decidieron que el lugar se llame Color Esperanza. Eso me enamora y me hace latir mucho, y amarla. Después hay otras cosas que no, con usos con los que no estoy de acuerdo, en campañas políticas, que siempre luche mucho en contra de eso y lo voy a seguir haciendo. Con ciertas polémicas que hubo con Diego (Torres), cosas que me alejan un poco. Pero entiendo que es así. Me pasa con todas las canciones que son muy populares, “parte del aire” como decía Fito (Páez). Siempre va a haber contradicciones con eso. Lo que más valoro son esas pequeñas grandes historias que me entero y que me hacen tomar real dimensión que a veces una canción, sin cargarla de ninguna ética mesiánica, ayuda mucho más de lo que creemos. Y lo estamos viendo en estas épocas donde hay mucha angustia.

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