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Coplas de boquitas pintadas

Las Serenateras son 27 mujeres que llevan 11 años dedicadas a rescatar la costumbre de canciones románticas en cada presentación. El repertorio está compuesto por unos 50 temas de la “vieja guardia”.

Las Serenateras interpretan canciones cargadas de historia y recuerdos.
Las Serenateras interpretan canciones cargadas de historia y recuerdos.

Luciana Sosa

En 1998 se abrió una convocatoria para rescatar la costumbre de cantar serenatas. Fue así que muchos aspirantes se presentaron y quedó un grupo de 27 mujeres. Románticas y atrevidas. Aseguran no ser “amas de casa desesperadas” ni “mujeres asesinas”: son las Serenateras, que le cantan al amor desplegando un repertorio de canciones populares y trayendo a la mente gratos recuerdos. Recorren distintos lugares de la ciudad para alegrar un mediodía o una tarde y ya han pasado por los hospitales de Rosario, los hogares de niños, sanatorios, entidades benéficas y escuelas carenciadas, además de que habitualmente son convocadas para celebraciones familiares. En general, los pedidos son variados, pero predominan aquellos en los que se agasaja a una persona mayor, a personas fuera de su familia o por cumpleaños, una declaración de amor o el aniversario de casamiento.

María Magdalena Pedalino, una de sus integrantes, comentó que el grupo está formado por 27 mujeres de entre 60 y 70 años y en cada incursión reflotan, con música grabada en un disco compacto o a capela, las más hermosas canciones de aquellos “años mozos”, en las que los hombres, al pie de un balcón, expresaban su amor a una dama con una canción.

“Cuando era chica eso se usaba mucho y en los 11 años que llevamos tuvimos el agrado de participar con muchas orquestas de la ciudad, entre ellas la del Ensamble de Vientos, dirigido por el maestro Fernando Ciraolo”, relató emocionada.

María Magdalena es una de las cuatro serenateras que quedó de la formación inicial y comentó con mucha alegría que “ésta ha sido una actividad que nos llenó y nos llena de orgullo. Es un servicio a la comunidad y es una cuestión de dar y recibir todo el tiempo”, aseguró.

La cantante, abuela y pediatra retirada, mencionó que en cada una de las presentaciones invitan a los homenajeados a cantar con ellas algunas de las 50 canciones que integran su repertorio: “Elegimos una lista de canciones para cada evento, ya tenemos 50 temas ensayados, sin contar aquellas del repertorio infantil a las que recurrimos en eventos dedicados a los chicos”.

En cada presentación, estas 27 mujeres que debutaron cantando en los colectivos urbanos de la ciudad, por iniciativa del municipio local, interpretan canciones de la “vieja guardia”, como boleros, milongas, valses, chamamés y tangos, entre muchas otras.

“Es muy reconfortante ver a la gente emocionada, alegre con sus recuerdos y su homenaje. Los chicos son mucho más expresivos, te prestan atención, quedan casi inmóviles, y luego se acercan y te besan o te piden alguna canción que aprendieron en la escuela”, expresó Magdalena.

Entre tantas, una anécdota del grupo fue aquella presentación en una escuela de muy bajos recursos. “Solemos cantar con la música grabada en un CD, y esa escuela no tenía nada, así que cantamos a capela. Los chicos aplaudieron y cantaron con nosotras y nos habían preparado una torta para celebrar”, dijo.

“Más allá de las experiencias, este grupo se caracteriza también por el ir y venir de muchas mujeres. Es así como cada una que llega aporta nuevas ideas o canciones que considera que deben formar parte del repertorio, y después las trabajamos en conjunto. La mayoría son amas de casa, pero también estamos las que nos dedicamos a la medicina o a la docencia, entre ellas algunas maestras jardineras”, detalló.

Asimismo, afirmó que muchos de sus espectadores se muestran agradecidos y emocionados hasta las lágrimas, en especial, cuando entonan temas viejos, “de esos que sacamos de los baúles”, como las rancheras de Tita Merello. “Es emocionante ver cómo una persona se acerca y con los ojos llenos de lágrimas te agradece haberle recordado su infancia, con temas que le cantaba su mamá o alguna tía cuando eran chicos”, dijo Magdalena.

Cuando se realizó la primera convocatoria, se acercaron hombres y mujeres de todas las edades. “Pero sólo quedamos un grupo de mujeres valientes”, expresó haciendo referencia, también, a la usanza de ver a los hombres recitando serenatas a sus enamoradas. Ahora son ellas.

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