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Condenado por homicidio

El crimen fue el desenlace a un pedido que la víctima le hacía al homicida para que diera el nombre del autor de otro asesinato. Por este hecho deberá purgar una pena de 12 años de prisión.


Un joven de 20 años fue condenado a 12 años prisión luego de que la Justicia lo encontrara autor penalmente responsable del homicidio de su vecino, Aldo Pedro Villarreal, de 14 años, quien fue ultimado de tres disparos la mañana del 11 de mayo de 2010 en la entrada de su casa, ubicada en un pasillo de Médici al 4600. La muerte de Aldo marcó el tercer crimen dentro del seno familiar de los Villarreal en un lapso de tan sólo cinco meses en el cual dos de sus hermanos de 18 y 16 años ya habían sido asesinados también en la zona sur.

El crimen de Villarreal fue el trágico desenlace a un pedido que la víctima fatal le hacía al homicida para que diga ante la Justicia la identidad del autor de los cuatro disparos que mataron el 12 de diciembre de 2009 a su hermano Milton de 16 años en Colón y Ameghino.

Todo comenzó minutos antes de las 7 del  11 de mayo de 2010 cuando Mauricio Fabián Oliva, de 20 años, salía de su casa de pasaje Medici 4600 para ir al colegio y se encontró en la vereda con su vecino adolescente. Según se desprende del relato que hizo el acusado, al advertir la presencia del pibe, entró a la casa de su abuela, buscó un revólver y salió. El muchacho aseguró que hacía tiempo que la relación con su vecino era mala porque éste le pedía que fuera a la Policía e identifique al homicida de su hermano Milton, cosa que no podía hacer porque no había visto al autor del crimen, ocurrido a fines de 2009.

En ese marco, el joven sostuvo que salió y cuando vio que Aldo se llevó la mano a la cintura, cerró los ojos y disparó tres veces. Una vez que el adolescente se desvaneció en la entrada al pasillo donde habitaban los dos, Oliva ingresó a la vivienda de su abuela, tiró el arma y se fue a la casa de su tía. Al otro día, la madre de Oliva se presentó en la seccional 11ª para entregar a su hijo –porque temía por su integridad física– quien esperaba ser apresado en la esquina de San Martín y Uriburu. Unas horas antes, la Policía había encontrado el revólver calibre 32 que usó para dispararle al chico en una cochera que queda a la vuelta de la casa del atacante.

En tanto, Aldo Villarreal fue llevado por su madre al Heca, donde ingresó en grave estado como consecuencia de la lesión irreversible que había provocado el proyectil que ingresó por la nuca, que le ocasionó muerte encefálica.

Además del tiro en el cuello, Aldo tenía un impacto en el glúteo izquierdo y otro en la cadera derecha. Tras escuchar el parte del centro de salud, la familia decidió donar los órganos del adolescente, que falleció al día siguiente.

El 27 de julio de 2010, Oliva fue procesado por la jueza de Instrucción 5ª, María Luisa Pérez Vara, bajo la carátula de homicidio agravado por el empleo de arma de fuego. En ese contexto, el Ministerio Fiscal pidió 15 años de prisión mientras que la defensora oficial argumentó que su defendido actuó dentro del marco legítima defensa.

El juez de Sentencia 8ª, Carlos Carbone, desestimó el pedido de la defensa porque consideró que no existieron las condiciones que puedan enmarcar el crimen dentro de la mecánica que exige la legítima defensa y  dictaminó una pena de 12 años de prisión.

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