Espectáculos

Entre rejas

Condena ejemplar para el delincuente sexual Harvey Weinstein

El poderoso productor fue sentenciado a 23 años luego de haber sido encontrado culpable de abuso sexual en primer grado y violación. Los testimonios de gente de su equipo y lo que el #MeToo logró facilitar fueron determinantes para el fallo


El último martes, el productor estadounidense de cine Harvey Weinstein, quien ya había sido declarado culpable por dos cargos de abuso sexual en febrero pasado, fue condenado a 23 años de prisión por un juez de la Corte Suprema de Nueva York.

El dictamen del juez James Burke fue emitido durante la última audiencia del juicio contra el ex pope de la industria hollywoodense, que había iniciado el 6 de enero y luego de la más grande acumulación de denuncias de que se tenga memoria en la historia del mundo del espectáculo.

Weinstein, de 67 años y cuya salud se deterioró fuertemente producto de una afección cardíaca y una operación de columna que le hace difícil caminar sin asistencia, ya había sido declarado culpable por un jurado de 12 ciudadanos el pasado 24 de febrero del abuso sexual en primer grado contra la asistente de producción Mimi Haley y de violación en tercer grado contra la aspirante a actriz Jessica Mann.

Falso “remordimiento”

La audiencia de sentencia se inició con un descargo de Weinstein y un intento de pedido de reducción de condena de su abogada, Donna Rotunno, por su “larga lista de enfermedades”, Weinstein afirmó sentir “remordimiento” por la situación. “Siento un gran remordimiento por todos ustedes. Siento un gran remordimiento por todas las mujeres”, señaló.

Pero de inmediato se levantó un murmullo en la sala que claramente descreía de esa manifestación de Weinstein, porque como expresó un periodista durante otra audiencia anterior, se trataba de “un gran mentiroso”.

“Es alguien incapaz de reconocer sus delitos, si el #MeToo no hubiera existido, este violador seguiría haciendo sus fechorías”, dijo el enviado del Chicago Tribune, Milton Foreman, que cubría todas las instancias del juicio. Antes de emitir su sentencia, el juez Burke le informó al condenado que será registrado formalmente como un delincuente sexual.

Acto seguido le comunicó a Weinstein el monto de la pena de 23 años de prisión, muy cerca de los casi 30 que podía recibir por los cargos que se le imputaban. La pena de 23 años se compone de 20 años de prisión más otros cinco de libertad supervisada por el cargo de abuso sexual en primer grado, y otros tres por el cargo de violación en tercer grado.

Hechos aberrantes

El fundador de las productoras Miramax Films y The Weinstein Company deberá cumplir las dos condenas una detrás de la otra.

El primero de los hechos por los que fue procesado Weinstein data de julio de 2006 y corresponde al caso de la asistente de producción en el programa televisivo Project Runway Mimi Haley, a quien según pudo comprobarse en el juicio forzó a tener sexo oral. A Jessica Mann, en tanto, la violó en un hotel de Manhattan, en marzo de 2013. Además, la actriz de Los Soprano Annabella Sciorra dijo que el productor la violó en 1993, aunque el caso estaba prescripto y Weinstein iba a zafar.

Sin embargo, el relato de Sciorra fue incorporado como un testimonio dentro de la etapa de producción de la prueba en el juicio. Cuando en noviembre de 2017 se hizo pública la primera de las denuncias contra Weinstein, se convirtió en el disparador de otra serie de acusaciones contra reconocidas figuras de la industria y puso en evidencia una tóxica saga de abusos de poder y comportamientos sexuales aberrantes.

Ardides varios

El productor fue acusado por más de 80 mujeres, muchas de ellas actrices muy prestigiosas, como Salma Hayek, Rossana Arquette o Gwyneth Paltrow.

Todas habían estado relacionadas laboralmente y Weinstein fue un hábil seleccionador de actrices. Reticente al principio pero luego asqueada por la cantidad de hechos en los que estaba involucrado el productor, su jefa de casting terminó admitiendo que muchas veces se vio presionada para que determinadas actrices fuesen incluidas en el reparto de algún título sin que tuvieran las características físicas o de recursos apropiados.

“Era algo que se le metía entre cejas y no paraba de llamarme para decirme que tal actriz debía estar sí o sí en el elenco. También me pedía que averigüe si estaban en pareja o casadas y decía que era solamente para ver la disposición con que contaban para trabajar en las películas”.

Todo vale

El caso Weinstein fue el combustible inicial, aunque no único, que creó el movimiento #MeToo y su consecuente Time’s Up, por los cuales actrices, en su mayoría, pero también actores, pusieron de relieve el acoso y abuso sexual del que habían sido víctimas y que era moneda corriente en Hollywood.

Algunos productores y realizadores solían cometer los abusos escudándose en que muchas actrices habían trabajado en realizaciones porno soft o y porno hard y que eso les permitía aceptar cualquier propuesta sin chistar demasiado.

Cuando el tema comenzó a ser masivo, una buena cantidad de hombres también destaparon situaciones donde habían pasado por abusos de poder, sexuales y hasta denigraciones raciales.

Evidentemente, ese mundo del cine estaba impregnado de un todo vale implícito que permitía un estado de cosas sin que nadie reaccionara ni destapara ninguna de las ollas podridas. Algunas de las figuras denunciadas fueron el comediante Bill Cosby (ya condenado por violación), el polifacético Oscar Kevin Spacey y el productor Brett Ratner, que dirigió un título de la saga de los X-Men, entre muchos otros.

La condena a Weinstein viene a sentar un precedente crucial para desmantelar el perverso circuito de abusos que asolaron a Hollywood sobre todo pero que tampoco escapa a esta misma industria en algunos países europeos.

Al mismo tiempo, no son pocos los que aseguran que tales situaciones continúan pero que seguramente esta condena los mitigará.

 

 

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