Desahogo. Esa fue la principal sensación que invadió el Gigante cuando el cabezazo de Milton Caraglio se metió con lo justo en el arco de San Lorenzo. Es que el partido se iba y Central dejaba pasar una nueva chance de ganar en el Clausura. Además, el ciclo Cuffaro Russo llegaba a su fin. Pero el agónico gol de Caraglio apagó el incendio. Y le entregó al canalla una bocanada de oxígeno que a esta altura era indispensable. Central ganó bien, pero no le sobró nada. Y tal vez el premio llegó cuando más confundido estaba, y no cuando había hecho los méritos para vencer a un San Lorenzohíbrido, inexpresivo y muy poco ambicioso. Once contra once, Central fue más. Quebró al equipo de Diego Simeone por afuera. Con Gervasio Núñez por la izquierda y Jonatan Gómez por la derecha, el canalla desequilibró y generó situaciones. Desnudó la fragilidad defensiva de un San Lorenzo al que le costó horrores hacer pie. Central gestó en el primer tiempo, tal vez el mejor jugado en este torneo, ocho tiros de esquina. Y tuvo varias acciones de pelota detenida a partir de infracciones del rival. Pero, como en tantas otras ocasiones, le faltó puntería. Cada una de las oportunidades que se presentaron durante esa primera parte fue dilapidada por el definidor de turno. No hizo falta ninguna intervención de Migliore para ahogar un grito de gol. En la más clara, cuando se jugaba el descuento, el palo le dijo que no a un cabezazo cruzado de Caraglio. Al minuto de juego del complemento, una torpeza de Pablo Pintos complicó aún más al pobre San Lorenzo. El lateral vio la segunda amarilla y se fue a las duchas. Y a los 20, Jonathan Bottinelli siguió el mismo camino que su compañero por una falta grosera sobre Ballini. Pero Central nunca supo sacar provecho de la superioridad numérica. Todo lo contrario. Al equipo le pesó la responsabilidad. Lo venció la presión. Los cambios llegaron tarde y modificaron muy poco. Cuffaro planteó un 3-3-1-3 que no dio frutos. El canalla generó menos en el complemento que en la primera parte. Hubo mucha confusión y poco juego. Así, quedó a la vista una vez más el mal que padece desde el inicio de la temporada: la falta de gol. En el final, el cabezazo de Caraglio desató el festejo contenido. Entre abrazos y lágrimas, Central logró lo que a esta altura, en la novena fecha, parecía muy difícil: ganó su primer partido del Clausura. Y a pesar del flojo arranque de torneo, todavía tiene chances concretas de salvarse de todo en la pelea por la Permanencia. Aunque las credenciales futbolísticas para avalar esa posibilidad, aparecen cada tanto y a cuenta gotas.