País

Tradición más arraigada de la región

Con brillo y encanto, las comparsas y Pujllay siguen haciendo de las suyas en el carnaval jujeño

El carnaval se replica con fuerza en la provincia, con sus atractivos y vistosos personajes que sacan a relucir sus danzas típicas, música, pero también el sentimiento de respeto que se manifiesta en rituales ancestrales del mundo andino vinculados con la adoración a la Pachamama, la Madre Tierra


Cristian Velázquez/Télam

Jujuy vibra de punta a punta con el carnaval y expone la riqueza de su cultura en una de las tradiciones más arraigadas en la región, en la que comparsas, agrupaciones y fortines se reinventan cada año en su propuesta y los diablos multiplican la alegría hasta el último día.

El carnaval se replica con fuerza en toda la provincia, con sus atractivos y vistosos personajes que sacan a relucir sus danzas típicas, la música, pero también el sentimiento de respeto que se manifiesta en rituales ancestrales del mundo andino vinculados con la adoración a la Pachamama, la Madre Tierra.

“Nosotros tradicionalmente desenterramos el Pujllay el domingo en el mojón que está a la orilla del río Grande frente al cerro Paleta del Pintor”, indicó a Télam Genaro Coca, integrante y nieto del fundador de la comparsa Avenida de Mayo, de la localidad de Maimará, en la Quebrada de Humahuaca.

Unos 20 anateros y 15 diablos y diablas forman parte de la tradicional comparsa que hasta el próximo domingo cuando entierren al Pujllay (el diablito de Carnaval), participarán de 16 invitaciones en casas de familias entre ellas dos de los Coca.

“Este año buscamos limitar las invitaciones por el costo que lleva poner el grupo musical en la calle”, dijo.

Sus integrantes se juntaron en el pueblo para asistir a la primera invitación.

“Somos gente que lleva la comparsa en la sangre y cada uno transporta su anata”, comentó Coca sobre la particularidad del grupo que tiene seguidores por todo el país, y gente nueva que llega cada año “a hacer su primera experiencia”.

“Estamos muy contentos porque este año vino gente de Tucumán, Córdoba, Mendoza y por supuesto de distintas partes de Jujuy”, resaltó.

Refirió que para este carnaval “no pudimos trabajar para recaudar fondos debido al contexto económico”, y añadió que “sacar la comparsa es muy costoso”, aunque muchas tienen “padrinos que se arriesgan y colaboran con la comisión”.

Desde la bajada de los diablos que se realizó como todos los años en el río Grande, hasta el entierro que será el próximo domingo de Carnaval Chico junto con la quema del muñeco, que tiene la figura del Pujllay, el diablo será el gran animador de los festejos.

Para César “Chacho” Gallardo, presidente de la comparsa Los Caprichosos de Tilcara, más allá de la “fiesta colectiva” del carnaval, el significado también pasa por “el encuentro con uno mismo, con el alma y el espíritu”.

“Cada uno puede festejar el carnaval como uno quiere pero para nosotros ese es nuestro fundamento”, afirmó y agregó: “son reencuentros para contarnos las cosas y cómo pasamos nuestras vidas”.

Las comparsas jujeñas tienen en común sus diablos que son los disfrazados, son quienes van saltando y arengando al público a festejar, hacen bromas e invitan a celebrar la fiesta con su alegría desbordante.

Por todo ese despliegue y su voz chillona, no resulta fácil identificar la persona que se encuentra tras la máscara y con un lazo de cuero trenzado en sus manos. Son los protagonistas y su único objetivo es divertir a los demás.

“El compromiso del que se disfraza es con el Pujllay, luego con la Pachamama, con el universo cósmico. No es ni con el presidente ni con la comparsa ni con nadie”, sostuvo Gallardo.

Al igual que Coca, agradeció a las personas que se ofrecieron voluntariamente para colaborar este año en su comparsa como son los “padrinos de bandera, de diablito, de serpentina, talco o de bebidas”.

En ese sentido, señaló que “ofrecer ese rol de padrino es una retribución entre esa persona y el Pujllay el hijo de la Pachamama”.

El carnaval norteño continúa con la festividad del Martes de Chaya, que es un festejo con espíritu familiar.

En la celebración que se realiza en las casas de quienes lo quieren organizar donde se humedecen el suelo y los bienes familiares para el cual se busca protección utilizando chicha, vino, alcohol, cerveza u otra bebida.

Tiene su origen en los rituales relacionados con la agricultura en agradecimiento por los frutos que se reciben de la tierra y se le convida a la Pachamama con ofrendas y regalos, muy parecido al 1º de agosto, Día de la Madre Tierra, pues en muchas casas también se acostumbra a “dar de comer” a la tierra y sahumar.

El Martes de Chaya es una de las fiestas más tradicionales de la región andina que marca el final del Carnaval Grande y el inicio de la Cuaresma con el miércoles de Ceniza y el comienzo del Carnaval Chico, que culmina con el entierro del Pujllay que descansará hasta el año próximo.

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