Septiembre

Septiembre educativo

Comedores escolares: un rito solidario y contenedor para paliar el hambre y otras necesidades

En tiempos de pandemia, docentes y madres y padres se pusieron al hombro la loable tarea de atender las necesidades básicas de los chicos y familias, hoy doblemente vapuleadas por las carencias estructurales y el aislamiento, en las casas de los mismos docentes, clubes o salones de fiesta


Las Flores, un barrio donde la solidaridad florece

Los docentes que trabajan desde hace muchos años en escuelas de diferentes niveles del barrio de la zona sur de Rosario, conocedores del brutal ajuste del gobierno de Mauricio Macri, se preguntaron un sinnúmero de veces, que podían hacer para paliar la angustiante situación que se experimentaba.

Así, a comienzo de 2019, llevaron la idea a las madres y padres de sus alumnxs y lo que surgió fue llevar a cabo visitas, casa por casa, para conocer de primera mano las necesidades vitales del barrio.

La primera que se entusiasmó fue Carolina, que lo extendió a su pareja Marcelo; y hoy en su casa funciona un comedor. Allí, juntos a sus hijxs Uma, Nicole, Milan y el pequeño Tiqui, cocinan para los vecinos. Al principio, era sólo los sábados al mediodía y luego se extendió a otro día de la semana.

Los elementos para la tarea fueron aportados por los docentes, incluso de otras escuelas y por los vecinos. La rueda se amplió y la solidaridad también.

Los ingredientes para dar forma al guiso, es tarea que lleva adelante la comunidad educativa tantas veces bastardeada, todos los días, para cumplir de este modor con el objetivo.

La casa de Carolina y Marcelo, donde funciona el comedor, está ubicada a unos escasos cincuenta metros de España y 5 de Agosto (colectora de la Avenida Circunvalación), en una parte del barrio que comenzó a ocuparse justo enfrente del paredón de la Escuela Secundaria Pública 407. Una casa, una escuela, una comunidad. Solidaridad explícita.

El Suroeste también existe

A las maestras y maestros del Jardín de Infantes Nro. 249, de Matienzo y Biedma, movilizados por un contexto de extremas carencias se les ocurrió organizar con los vecinos y amigos un comedor.

En realidad, en la escuela primaria ya existía un comedor, pero en el marco de la pandemia modificó su rutina entregando bolsones de comida cada 15 días aportados por el gobierno nacional. Sin embargo, no era (no es) suficiente.

Acompañados por trabajadorxs de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA-T) se contactaron con Bibiana Francisco, quien trabajaba en el club de fútbol barrial Nuestra Señora de la Salud, y allí instalaron el nuevo comedor.

“Todos los lunes nos organizamos desde temprano para preparar la comida. A las 6 de la tarde un vecino del barrio viene solidariamente a cocinar y a eso de las 8 de la noche repartimos algo más de 250 viandas”, cuenta con pasión Cecilia Lonconao, una de las maestras.

Y agrega: “En este contexto, todos retiran la comida y vuelven a sus casas. Implementamos un protocolo para cuidarnos entre todos”.

Cecilia apunta también que cuentan con la ayuda de la Asociación Civil Banco de Alimentos Rosario (BAR), una organización sin fines de lucro que recupera alimentos que no pueden ser comercializados, pero sí son aptos para el consumo y los distribuye. “Esto es un empujón muy importante”, remarca.

La organización vence al tiempo, dijo alguien alguna vez, y en el barrio lo tomaron al pie de la letra.

El Eucaliptal

Sabrina Meneghin es docente de una escuela lejos de su barrio, pero en contexto de pandemia sentía que no podía quedarse de brazos cruzados. Fue así que se vinculó, junto con otras maestras y maestros, con la organización social Movimiento Popular Libertador San Martín y comenzaron a “caminar”, como tantas veces,  el barrio de Godoy y Provincias Unidas, donde una frondosa muralla de eucaliptus le da nombre. Lo primero fue tejer solidaridades y voluntades.

Y conseguir un lugar. Allí, apareció Silvia Báez, quien dijo presente y ofreció su casa para encontrarse. En las tardes en esa casa, cuando la ronda de mate era aun normal y habitual, pensaron por dónde empezar. Pero sobrevino la pandemia y cambió el escenario.

Lo primero, era que los pibes y pibas coman, así de sencillo, así de brutal. Lo más rápido posible. Y se organizó el merendero. No sin contratiempos y dificultades. Hoy todos los martes y jueves por la tarde reparten una copa de leche para más de 30 familias. Con protocolo incluido, claro está.

Pero no se quedaron sólo en eso, con los chicxs del barrio organizaron una suerte de apoyo escolar, que tiene contenidos curriculares obviamente, pero que en esencia funciona como un espacio de contención y afecto donde todos y cada uno se brindan por el otro.

Porque estar acompañados en contextos difíciles siempre aligera la carga.

Ahora surgió la idea de organizar un taller de alfabetización para adultos, dirigido a las mamás de los pibes y las pibas. No es hora de quedarse con los brazos cruzados. Y todos en el barrio lo tienen por demás de claro. Ya vendrán tiempos mejores. Ahora es tiempo de resistir lo más juntos que se pueda.

La Tablada

En el mítico barrio de La Tablada los maestros y maestras como Sandra Ottoño, de la Escuela 451 Isabel La Católica, enclavada en la esquina de Ayolas y Grandoli, apostaron desde el comienzo a congregar al conjunto de la comunidad educativa; esto es, madres, padres, las pibas, los pibes y los y las maestrxs; a dar alguna respuesta propositiva concreta al difícil momento actual.

Rápidamente se fue tejiendo una red con amigos, vecinos, docentes de otras escuelas y con toda aquella alma con voluntad de participar, quienes fueron recibidos con alegría infinita.

Articularon distintos puntos de vista, construyeron consensos y edificaron puentes. El primer objetivo era poder montar un merendero. Y así fue.

Vilma Ludueña es la directora de escuela y un familiar suyo tenía un salón de fiestas. Y hacia allí fueron y como respuesta encontraron que podían empezar cuando quisieran.

En los tiempos pre pandemia el lugar era el elegido para el festejo de cumpleaños de los pibxs del barrio. También fue el lugar para juntar juguetes en ocasión del día de la niñez. Hubo una campaña para juntar ropa y se repartieron bolsones de comida porque el hambre no espera.

Un día cualquiera una familia perdió lo poco que tenía en un incendio. La solidaridad de los pares no se hizo esperar y el salón de fiestas fue el lugar de los encuentros.

Hoy allí funciona un merendero que reparte algo más de 160 raciones. Y todos los sábados a las 4 de la tarde se materializa el rito pagano.

Los Pumitas

Los Centros de Alfabetización y Educación Básica para Adultos (Caeba) tienen una larga historia, son descendientes directos del Programa de Alfabetización y Educación Básica para Adultos (Paeba) y cumplen una función social vital por el entramado que construyen en el territorio.

El Caeba centro 103 del núcleo 1021, del barrio Los Pumitas de Empalme Graneros, en la zona norte de Rosario, es uno de ellos. Allí un conjunto de docentes dan vida a un proyecto cultural que atraviesa la comunidad educativa en su conjunto y a las raíces culturales del barrio.

El instrumento elegido fue la radio comunitaria FM Qadhuoqte (94.5), enrolada en el Foro Argentino de Radios Comunitarias (Farco) y que representa a la comunidad Qom de Rosario.

El eje de su tarea es desarrollar programas pluriculturales y bilingues para toda la comunidad.

Qadhuoqte, que significa base o cimiento, es el nombre del Centro Comunitario que más tarde fue radio. Fue allí donde se acercaron estudiantes universitarios de la agrupación Mate Cocido de la facultad de Humanidades y Artes a extender su mano y colaborar en el proyecto.

Un amplio equipo de trabajo sostiene y da vida cotidianamente a un proyecto que florece día a día. Y por eso es una obligación moral nombrarlos: Oscar Talero (referente barrial), María Estela Ascua, Marianela Sotelo, Andrea Torres, Susana Orellano, Mariano Sala, Ernesto Rodríguez, Silvana Talero, Mauro Rondan, Estela Echegaray, Graciana Ricardo y Lucía Marconetto.

Todos para uno y uno para todos. Como en la célebre novela. Pero con una leve diferencia, esta historia es verdadera.

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