El Clásico rosarino es el partido más pasional del mundo. Tal vez esta sea la única cuestión en la que coinciden canallas y leprosos. En una ciudad donde el fútbol se respira desde el mismo día del nacimiento, y donde los foráneos adoptan como propio ese sentimiento tan particular, el día del Clásico pasa a ser el más importante del año. No hay nada que lo supere. La tensión se instala en la previa a punto tal de inmovilizar corazones, la adrenalina fluye a medida que el partido se acerca y los nervios se mezclan con el disfrute, una sensación que sólo los hinchas rosarinos pueden entender. ¿O acaso no es único e irrepetible?
Esta vez hay un extra. Como si no fuera suficiente con el sufrimiento propio de un partido tan pasional, la tabla de promedios se coló por la ventana. Y tiene pinta de aguafiestas, sin dudas. Central y Newell’s llegan al partido con riesgo de descender. No se definirá hoy, todavía quedarán 28 partidos tras el choque de esta tarde. Pero es imposible no mirar de reojo las consecuencias que el resultado puede traer en esa pelea que angustia a más no poder. Ganar o perder no será lo mismo, por eso la sensación del empate conveniente empezó a instalarse en la calle, como uno de esas teorías conspirativas que también forman parte del folclore de un partido con tantos matices propios.
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Central está invicto, aunque esa racha positiva de arranque todavía no le permite tener oxígeno en la tabla de promedios. Y tampoco Diego Cocca transita días de alivio, y quizás hoy pueda ser el partido donde consiga un cheque en blanco. Aunque un resultado adverso puede generarle más inestabilidad. Dos caras de la misma moneda, la de un cotejo donde el cielo coquetea con el infierno con desfachatez. Y desestabiliza a cualquiera, sin perdonar chapa ni historia.
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Newell’s llega con un buen envión anímico. Nueve puntos sobre doce es una cosecha altamente productiva. No lo alejó del fantasma del descenso, para eso deberá seguir sumando puntos en un camino largo y angustiante que concluye en mayo del año próximo. Pero su presentación en el Gigante lo tiene un escaloncito por encima del Canalla en esa tabla de abajo, y eso al menos le entrega una bocanada de aire en la previa, aunque la diferencia es tan mínima, que un desliz clásico le puede provocar un buen porrazo.
Entender este partido de la lógica es una pérdida de tiempo. No hay motivo para aventurar lo que puede suceder. Muchas veces las fortalezas previas se transforman en debilidades, y no son pocos los anónimos que pasan a ser héroes, o las figuras que se desvanecen sin explicación.
Es un partido distinto, con demasiado en juego: la tabla de arriba, y esta vez la de abajo; las cargadas de un semestre, de una año o de una vida; idolatría eterna o condena perpetua; y ni hablar del humor de los hinchas, ese que está tan condicionado a este partido que asusta.
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La ciudad se paraliza. Por dos horas el Gigante de Arroyito será el escenario del momento más pasional, más angustiante y más emotivo del año. Canallas y leprosos ponen en juego el honor y mucho más. Que sea en paz.
12.30
es el horario previsto por los organismos de seguridad para la apertura del estadio, aunque el corte de calles será mucho antes, a las 8. Y a partir de las 12.45 arrancará el partido de reserva, que no se juega como previa en el Gigante desde el 18 de abril de 2010. Ese día ganó la Lepra 3-1, y uno de los goles los anotó Cristian Lema, quien nueve años más tarde será titular con el equipo de Kudelka.