Perdió otra vez. Central sumó la tercera caída consecutiva, quinta del torneo en siete presentaciones. Esta vez fue superado por 2 a 0 en su visita a Tigre. Y, como agravante de la situación, dejó flotando la sensación de haber entregado la peor producción futbolística del campeonato. La inconsistencia de Central como equipo, es alarmante. Carece de identidad, el volumen de juego generado es mínimo, y comete errores e ingenuidades defensivas impropias de primera división. El equipo de Russo había jugado mal ante San Lorenzo. Pero ayer se superó. Empeoró su nivel. Y lo hizo ante un rival limitado. Como ocurrió en la mayoría de los encuentros anteriores, el Canalla perdió por errores propios y no tanto por aciertos de su contrincante. Volvió a fracasar en defensa y en ataque. Al menos, en ese sentido, puede decirse que encontró un equilibrio: falla en todas las líneas por igual.
Cuando manejó la pelota, Central fue un equipo lento y previsible. Las sociedades futbolísticas no aparecieron; y las individualidades, no pesaron. Así, los delanteros padecieron el partido. No recibieron nunca juego limpio, y se diluyeron en la pelea con sus marcadores.
Para colmo, en los albores del complemento, Tigre se encontró con el gol. Retrocedió mal el Canalla y, de contra, Leone facturó.
Lejos de reaccionar, el equipo de Russo se quebró. Tigre llegó con facilidad al segundo. Y si no aumentó la cuenta, fue por incapacidades propias.
La nueva derrota encendió al máximo las luces de alerta. Y la preocupación tiene sustento. En las siete fechas disputadas, el equipo entregó escasas señales de firmeza. Ni hablar de la falta de madurez. En la pelea por asegurar la permanencia, aún queda un largo camino por recorrer. Sin embargo, a la vista de los resultados, no quedan dudas de que los tiempos de Russo para revertir la historia empiezan a acotarse.
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