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Casualidad o causalidad

Por Carlos Retamal. Nada se cambia de la noche a la mañana. Y en casi todos los ámbitos, cuando se avizoran vientos de cambio, hay resistencia o cuanto menos quejas. El caso policial santafesino es una clara muestra de esa resistencia. Hay que dejar de lado las frases que sirven más para titulares de diarios y noticieros que para ser tenidas en cuenta a la hora de hablar en serio de esta ola de violencia que de a poco se va convirtiendo en un tsunami.

Señales. Nada se cambia de la noche a la mañana. Eso está claro. Y en casi todos los ámbitos, cuando se avizoran vientos de cambio, hay resistencia o cuanto menos quejas, algunas más audibles que otras. El caso policial santafesino es una clara muestra de esa resistencia. Hay que dejar de lado las frases que sirven más para titulares de diarios y noticieros que para ser tenidas en cuenta a la hora de hablar en serio de esta ola de violencia que de a poco se va convirtiendo en un tsunami.

¿Es una suerte de mensaje? No hay seguridad en la respuesta y nadie se anima a hablar, ni siquiera en off, sobre el tema. Pero los hombres de azul son un gran problema. Y este inconveniente no viene de ahora.

En los sucesivos gobiernos justicialistas, cuando se rumoreaban cambios, ocurrían fugazo revueltas en comisarías. También está en el haber de la gestión pejotista el violento motín en Coronda, que terminó en masacre, con 14 presos asesinados por otros reclusos. O la mediática detención del narco paraguayo King Kong, en el norte santafesino, su escandalosa fuga desde la alcaidía de Reconquista y posterior aprehensión, horas después de un nuevo cambio de jefes policiales a nivel provincial.

Con el nuevo gobierno –después de 24 años de mandato justicialista la Casa Gris pasó a estar ocupada por el Frente Progresista Cívico y Social– el socialismo intentó llevar a cabo transformaciones más profundas, aunque los escollos fueron variados.

Denuncias de cajas negras durante la gestión de Juan Hek, el primero de los jefes de Policía nombrados por Binner; el robo de más de $3 millones del banco Credicoop de Santa Fe al 1000, en marzo de 2011, a poco de la asunción de Cristian Sola en Rosario; la quema de autos del depósito policial de Santa Fe, horas después de la asunción de Antonio Bonfatti como gobernador; el triple crimen de Villa Moreno el 1º de enero de 2012, o el robo a otro banco rosarino, esta vez en una sucursal del Banco de Entre Ríos, en junio del año pasado, y apenas asumido Raúl Lamberto, no pueden ser, a esta altura de los acontecimientos, una casualidad. El robo a otro banco, en Santa Fe, 72 horas después que Odriozola se hiciera cargo de la Unidad Regional I o los tres crímenes ocurridos ayer en Rosario, un día después que el mismo Odriozola sea ascendido a jefe de la Policía provincial en el marco de una serie de anuncios de cambios y reestructuraciones que se prevén para los próximos meses son algo más que señales. Llegó el momento de dejar de lado la indecisión e ir de lleno por la reestructuración, la reforma y los cambios profundos para lograr de una vez por todas los anunciados vientos de cambio.

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