El 20 de agosto se celebra en la Argentina el Día de la Diversidad Sexual, una fecha fundamental en la agenda LGBTIQ+ y que da cuenta, justamente, de lo que propone en su nombre: un día para reivindicar políticamente a cada una de las identidades que se tiñen con los colores del arcoíris y que escapan a la heteronorma. La fecha no es azarosa: conmemora la muerte, en 1996, de Carlos Jáuregui, el máximo referente de la lucha por los derechos LGBTIQ+ de la Argentina.
Carlos Jáuregui nació en La Plata un 22 de septiembre de 1957. Fue el primer presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), organización creada con el objetico de luchar por la derogación de las normas represivas aplicadas contra la comunidad LGBTIQ+ y para reivindicar el libre ejercicio de la sexualidad como un derecho humano de tercera generación. Ocupó ese cargo entre 1984 y 1986, y hasta 1987 asumió al mando de la Secretaría de Derechos Humanos de la CHA.
En mayo de 1984, meses después del regreso de la democracia, Jáuregui apareció en la tapa de la revista Siete Días abrazado junto a otro activista. El título: “El riesgo de ser homosexual en Argentina”. Tuvo un alto impacto en la sociedad conservadora de la época: era la primera vez que un homosexual hacía pública su identidad y mostraba su cara, su nombre y su apellido. Unos días después, suscribió una solicitada en el diario Clarín, bajo el título “Con discriminación y represión no hay democracia”. En la misma, exigía la derogación de los edictos policiales y la ley de averiguación de antecedentes que facultaban a la policía para realizar razias y detenciones arbitrarias. Durante el acto de entrega del Nunca Más a Alfonsín por parte de la CONADEP, marchó junto a las columnas de los organismos de Derechos Humanos.
Además, durante esos años, trabajó para la articulación de los movimientos de gays y de lesbianas, un mojón en la historia del movimiento LGBTIQ+ en la Argentina.
En 1991, junto a César Cigliutti y Marcelo Ferreyra, fundó Gays por los Derechos Civiles (Gays DC), con el objetivo de trabajar para que las leyes incluyeran los derechos de gays y lesbianas, y de militar por la obtención de aquellos derechos civiles que protegieran a las personas no heterosexuales de la discriminación naturalizada que los volvía ciudadanos de segunda.
Desde ese espacio, en 1992, organizó y encabezó con otras organizaciones la primera Marcha del Orgullo Gay-Lésbico en Buenos Aires, dándole una clara impronta política contra la violencia institucional.
Además, sostuvo constantes enfrentamientos con el cardenal primado de Argentina y arzobispo de Buenos Aires, Monseñor Quarracino, que alcanzaron su punto máximo cuando Quarracino, en un programa televisivo, llamó a crear un apartheid para homosexuales que derivó no solo en la presentación de una querella por violación a la ley antidiscriminatoria, sino en el armado de una campaña de repudio que recogió innumerables adhesiones públicas, políticas y artísticas.
Además de haber impulsado el primer proyecto de unión civil, Gays DC estableció la primera alianza entre el movimiento gay-lésbico y los incipientes colectivos de travestis y trans, sobre todo en lo que respecta a su lucha contra avasallamiento policial y a la visibilidad de sus reclamos. Así, comenzó a conformarse la sigla que hoy identifica las luchas: De una primera marcha de gays y lesbianas, se pasó en la quinta marcha, a hablar de orgullo de lesbianas, gays, travestis y transexuales.
Esa fue la última marcha de Jáuregui. Murió el 20 de agosto de 1996 a causa del Sida. Al día siguiente, la comisión de Derechos y Garantías de la Convención Estatuyente aprobó el proyecto de ley presentado por él para que se incluyera la orientación sexual en la cláusula antidiscriminatoria de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires.
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