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Cae por robo legendario ladrón

La detención se produjo este sábado, cuando intentaba escapar tras asaltar un supermercado céntrico. En su extensa foja prontuarial figuran un sinnúmero de hechos de este tipo. Fue detenido por última vez en 2006.


El sábado por la tarde, un supermercado de Urquiza y Sarmiento se convirtió en el escenario de un robo a mano armada que terminó con dos hombres de 32 y 51 años detenidos luego de que la Policía los cazara in fraganti. Además de haberse juntado para salir “de caño”, los dos sospechosos tienen algo en común: ambos consiguieron alguna vez escapar mientras estaban detenidos. Pero lo que los diferencia es la extensión de su prontuario. Es que mientras el más joven cuenta con unos cuantos hechos en su haber, el mayor tiene una foja que fue abierta en 1972, cuando tenía apenas diez años, por reiterados “robos y hurtos” en su Santa Fe natal. A partir de allí, las causas en su contra comenzaron a acumularse e incluso fue condenado por algunos de esos delitos. Consiguió sin embargo fugarse en 2005 y, en el año y pico que tardó en volver a caer, le adjudicaron otra veintena de hechos. Su especialidad fueron siempre los robos a mano armada, similares al atraco por el que fue detenido ayer.

Alrededor de las 15.30 del sábado, dos hombres armados se presentaron en el local de Urquiza y Sarmiento del supermercado La Gallega. Llegaron en moto, encañonaron al responsable de las cajas y se alzaron con cerca de 2.300 pesos que consiguieron sacar de dos registradoras.

Los sospechosos se retiraban del lugar cuando, según los pesquisas, fueron sorprendidos por personal de la Brigada Motorizada que patrullaba la zona y se detuvo en el supermercado al ver movimientos extraños dentro del local. Los asaltantes se percataron de la presencia policial y quisieron escapar, aunque no lo consiguieron. Roberto Antonio Ramón Coronel, de 51 años, fue atrapado en el cruce de Urquiza y Mitre mientras que su sindicado cómplice, Carlos José Gómez, de 32 años, cayó a una cuadra de allí, en San Lorenzo y Mire, cuando intentaba subirse a un taxi, explicaron los investigadores.

Gómez no es un desconocido para la Policía. De hecho, en 2007 consiguió evadirse de la comisaría 26ª, donde estaba preso por robo, para caer unos meses después por un hecho similar. Pero, si fuera un partido de fútbol, en este rubro Coronel ganaría por goleada.

Su foja prontuarial, que sumó un último antecedente este sábado al quedar imputado del hecho de tentativa robo calificado agravado por el uso de arma de fuego –que llevaba encima a la hora de ser detenido– fue abierta en 1972 en la ciudad de Santa Fe, donde nació y donde, además, le achacaron los primeros hechos de hurto y robo calificado a la tierna edad de diez años. Recibió su primera condena recién en 2004, cuando fue penado con 8 años de prisión. Pero en el medio cayó por diversos delitos –entre ellos robos, hurtos, resistencias a la autoridad, estafa y portación de armas– en los años 75, 79, 80, 84, 85, 86, 94 y 2000.

Tras la condena, Coronel quedó confinado en la cárcel de Las Flores, en la capital provincial. Fue su buena conducta la que llevó a las autoridades de la secretaría de Asuntos Penales –en ese entonces encabezada por José Luis Benaglia– a otorgarle una libertad asistida. Este beneficio consistía en salir a trabajar todas las mañanas a Asuntos Penales, aunque a la noche debía regresar a dormir a la cárcel. Fue el 25 de octubre de 2005 cuando Coronel decidió que no regresaría a pernoctar a Las Flores. A partir de allí, le perdieron el rastro por más de un año.

Fue una mañana de noviembre de 2006 cuando Coronel volvió a caer detenido en la zona sur de Rosario, sindicado de ser el líder de una banda que cometía asaltos en la ciudad de Santa Fe. Por su modus operandi eran conocidos como “los ladrones viajeros”: cada vez que cometían un atraco (todos robos a mano armada), se subían a un colectivo de larga distancia que los llevaba a la ciudad de Santo Tomé y desde allí se dirigían en remís a la capital provincial a cumplir con su objetivo. El último atraco fue contra una financiera de esa ciudad.

Llegaron a imputarle una veintena de hechos cometidos en ese lapso, por los que fue indagado en seis juzgados distintos. Poco después de caer decidió levantar el teléfono y repartir amenazas entre funcionarios provinciales.

Fue Fernando Rosúa, en ese entonces director de Seguridad Comunitaria del gobierno de Jorge Obeid, quien por esas fechas oyó del otro lado de la línea: “Esto que me pasa es culpa de tu viejo, es una camita que me hicieron. Decile que termine con todo esto. Si no les voy a cagar la vida a todos ustedes”. La amenaza la había realizado el propio Coronel, quien en su comunicación hacía referencia al entonces ministro de Gobierno de la provincia, Roberto Rosúa.

Otro que también recibió su llamada fue Benaglia –quien había intercedido por su libertad asistida–. “Decile al ministro que afloje conmigo, si no me voy a llevar puesto al hijo (Fernando)”, decía. El mensaje quedó grabado en el contestador del funcionario.

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