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Pesado de zona sur

Cae célebre asaltante tras un golpe en un consultorio

Ocurrió anteayer por la mañana en Alvear, donde después de un tiroteo con la Policía se entregó el famoso Veneno Fernández. En su prontuario sobresale aquel golpe de los balseros boqueteros al Banco Provincia de Arroyito hace dos décadas.


Le dicen Veneno, tiene 53 años y un prontuario con antecedentes pesados, entre ellos haber estado procesado por el célebre asalto de los balseros boqueteros al Banco Provincia de Santa Fe de Alberdi y Génova en 1995 (ver recuadro). Anteayer por la mañana, cayó en Alvear, en medio de un asalto a un consultorio odontológico que, tras un tiroteo con la Policía, terminó con dos detenidos y dos cómplices huyendo con módicos cinco mil pesos. Ayer, le endilgaron formalmente el robo calificado, que quedó en grado de tentativa, la portación de arma de fuego y la resistencia a la autoridad. La Policía investiga si Veneno, quien no volvió de una transitoria en 2010 –cumplía condena por el atraco a una metalúrgica al 3800– tiene algo que ver con algunos asaltos ocurridos en Funes y Roldán. Los mismos delitos le achacaron ayer en la audiencia imputativa a su sindicado compinche, un nicoleño de 27 años sin antecedentes penales.

Ayer por la mañana, la fiscal Juliana González le atribuyó a Abel Fernández, alias Veneno y de 53 años, y a José Luis C., con domicilio en la localidad bonaerense de San Nicolás y sin antecedentes penales, el atraco ocurrido un día antes en avenida América al 2300 (casi Mosconi) de Alvear, en el consultorio de la odontóloga Marcela S., de 38 años.

La fiscal sostuvo que a las 9.30 de la mañana llegó al consultorio un joven que había pedido un turno, aunque le dijo a la odontóloga que se había olvidado el celular, por lo cual salió. Al regresar, lo hizo con dos hombres que portaban sendas mochilas, quienes a punta de pistola redujeron a la víctima, la maniataron con un precinto, la amordazaron con una cinta adhesiva y le pusieron un cuellera para taparle la cara. Antes, la mujer les entregó un sobre con 5 mil pesos.

Mientras los asaltantes comenzaban a cumplir su cometido, siempre según la Fiscalía, una empleada del consultorio que justo sacaba su bicicleta por otro sector de la propiedad oyó el sonido de la puerta al abrirse y un grito de la odontóloga, por lo que se quedó para ver qué sucedió. Se dio cuenta de que se trataba de un asalto al escuchar una voz masculina: “Callate la boca, decime quién está en tu casa y decime dónde está tu marido”. Así, paró a una tercera mujer a la que le pidió que se comunicara con la subcomisaría 8ª, lo que ésta hizo.

Por alguna razón –tal vez en procura de resguardar la integridad de la odontóloga–, esta última mujer, según la fiscal, tocó el timbre del consultorio y cuando la atendieron dijo que venía la Policía. Así las cosas, los tres asaltantes emprendieron la huida. Mientras tanto, el jefe de la subcomisaría 8ª y un sargento concurrieron al lugar y, al llegar, vieron el inicio del escape y a la víctima, maniatada, pedir auxilio en la vereda.

Hubo una persecución a pie en la que los asaltantes, según la versión oficial, dispararon a los policías hasta que a los pocos metros dos de los ladrones se resguardaron en una obra en construcción ubicada en Buenos Aires y Salvio. El tercer ladrón, según se pudo apreciar luego en una cámara de seguridad, logró esconderse detrás de un auto estacionado y luego esfumarse. Había un cuarto hombre como campana y chofer, a bordo de un utilitario estacionado en la cuadra del robo, quien también logró escapar.

La caída

Según voceros policiales, el subcomisario Gustavo Pascua parlamentó con los asaltantes en la obra en construcción dos minutos, lo que quedó filmado por un testigo, hasta que se entregaron. Les incautaron una pistola 9 milímetros Pietro Beretta, al joven nicoleño, y una Glock calibre 40, a Veneno Fernández –quien en principio dijo llamarse Pedro Raúl Navarro–, además de dos mochilas en la que había precintos plásticos y una cinta adhesiva, entre otros elementos.

La fiscal González consideró que los dos detenidos deben ser acusados de robo calificado, aunque a instancias de la defensa, a cargo de Marcelo Argenti, el juez Juan Carlos Curto interpretó que sólo había sido una tentativa, pese a que dos asaltantes huyeron con el dinero. El Ministerio Público pidió la prisión preventiva sin plazo, entre otras consideraciones porque el delito achacado –al que se le suman la portación de armas y resistencia a la autoridad– prevé una pena de 6 años y 8 meses de cárcel. Pero el magistrado se la otorgó sólo por 30 días.

El prontuario

Veneno es canoso, alto, como de un metro ochenta, y tiene la piel oscura. Vivió siempre en la villa de Flammarión al 5000. Su abogado dijo en la audiencia imputativa, al pedir salidas laborales, que tiene por oficio el de zapatero. Voceros policiales indicaron que se investiga si tiene que ver con algunos asaltos ocurridos en los últimos tiempos en Funes y Roldán. Y también en la zona de la Terminal de Ómnibus de Rosario. En 2010 salió en una transitoria de la cárcel local y no volvió. Fuentes judiciales dijeron que cumplía condena por un robo ocurrido en marzo de 2007, cuando Veneno fue detenido tras un asalto que salió mal.

“Me la vendieron cambiada”, dijo entonces a los policías Veneno –y bien pudo haberlo dicho anteayer a partir del dato erróneo que lo llevó a un consultorio donde sólo había 5 mil pesos–. Aquella tarde del 23 de marzo de 2007, seis hombres armados asaltaron una metalúrgica de Suipacha al 3800. Tras reducir a un cliente, al dueño y a los empleados, se hicieron con magros ocho mil pesos en efectivo y otros 60 mil en valores para luego escapar.

Por alguna razón, Veneno y uno de sus cómplices, Hugo Sebastián Z. –entonces de 30 años, con una decena de antecedentes penales y sindicado integrante de la Banda del Fal–, caminaban armados a cuatro cuadras del lugar del golpe y cayeron presos.

Por entonces, voceros policiales aseguraban que Veneno había vuelto a la ciudad en los meses anteriores tras cumplir una condena por un asalto en la provincia de Buenos Aires, ya que durante una década no había registrado antecedentes en Santa Fe. Ayer, en su prontuario sobresalía una acusación que las fuentes consultadas no pudieron ampliar: una anotación por robo seguido de muerte de 2010, para la época en que no volvió de la transitoria, cuando le quedaban tres años para terminar de cumplir la condena por el atraco a la metalúrgica.

Un robo de película con jugoso botín

El golpe de los balseros boqueteros les reportó a los asaltantes 515 mil pesos convertibles a dólares el 6 de octubre de 1995. Remontaron el Ludueña en una improvisada balsa, hicieron durante varias semanas un boquete en la pared de la sucursal del Banco Provincia de Santa Fe de Génova y Alberdi, llegaron por la madrugada al sótano y esperaron a que comenzaran a llegar los empleados. Con los trabajadores como rehenes, redujeron a los custodios de un blindado frente a la cola de jubilados que aguardaban para cobrar sus haberes y huyeron en un Renault 12 con las sacas.

El juez de Instrucción Carlos Triglia procesó a una decena de personas por el atraco, pero todos terminaron absueltos. En el reparto de roles del magistrado Triglia, Javier Hernández (el asaltante que bajo el alias de Sergio “Pata” Benedetti moriría en setiembre de 1999 en la Masacre de Villa Ramallo), Veneno y un tercer hombre sindicado como el cerebro del golpe fueron quienes “metieron el caño” y, por lo tanto, se llevaron la mayor parte del botín. Pero los indicios –entre ellos los datos aportados por Roberto Raúl Fernández, hermano de Veneno y quien cantó bajo “presión” policial– sólo alcanzaron para imputar a Veneno por encubrimiento, mientras el supuesto líder del golpe recibió falta de mérito. La investigación policial, a cargo del comisario Francisco Gambacurta –quien se suicidó en 2007 tras atacar a tiros a su familia–, estuvo plagada de irregularidades, que se evidenciaron cuando el juez de Sentencia Luis Giraudo absolvió a los imputados, lo que fue ratificado por la Cámara Penal.

Veneno fue apresado 5 meses después del golpe en Paso de los Libres, donde se había afincado tras una breve estadía en Brasil. “Es conocido que a Veneno lo llevó un comisario hasta Uruguayana en un Ford Falcon, pero por alguna razón volvió a cruzar la frontera y ésa fue su perdición. En Corrientes había montado un prostíbulo que lo dejó en la ruina: Veneno, por celos, no quería que sus chicas «trabajaran»”, comentó un allegado a la banda.

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