Ciudad

Cada vez hay más autos y se agudiza la falta de cocheras

La brecha entre la oferta y la demanda crece y los ajustes en el precio de los alquileres son constantes.

Por: Pablo Moscatello

A pesar de algunas iniciativas que se implementaron para intentar morigerar el fenómeno, y de otras que se están ideando, la falta de cocheras sigue siendo un problema que por ahora no encuentra una solución de fondo en Rosario. El continuo crecimiento del parque automotor, que según datos de la Administración Provincial de Impuestos (API) ya orilla los 400 mil vehículos en la ciudad, sigue haciendo estragos y agudizando el déficit. Mientras al área central ingresan por día unos 74 mil automóviles según el Ente de Transporte de Rosario, en ese sector (la única zona relevada) hay actualmente 313 playas de estacionamiento con la posibilidad de que se ubiquen “sólo” 14.532 autos. En tanto, desde el sector inmobiliario admitieron que por el ensanchamiento de la brecha entre la demanda y la oferta los ajustes en los alquileres de un lugar para los vehículos se dan en forma más “periódica” en comparación a la vivienda, donde la situación es más “equilibrada”. Al mismo tiempo, los precios de venta de ese tipo de inmueble aumentaron en los últimos seis meses un diez por ciento.

Sin lugar a dudas, los números del parque automotor en la ciudad son realmente impactantes. De acuerdo al registro de patentes de la API, en Rosario existen 388.466 autos, lo que arroja un promedio de uno cada 3 rosarinos. Hace diez años la cantidad de vehículos inscriptos era de 230.469. Incluso, si se quiere ir un poco más atrás, hace 15 años la cifra ascendía a 164.122. Según explicó en diálogo con este medio Santiago Tazzioli, director de Ingeniería de Tránsito del municipio, si bien en los últimos tiempos el incremento de vehículos se venía dando en el orden del 5 por ciento anual, en 2010 la cifra se elevó al 6,5. En concreto, el año pasado se sumaron 23.500 rodados más al parque automotor.

En rigor, el funcionario explicó que el aumento de los vehículos en la ciudad no representa necesariamente un incremento del número de autos que circulan. No obstante, admitió que el chequeo realizado por las 100 estaciones de monitoreo conectadas al Centro de Control de Tránsito (base en la que se mide la cantidad de coches que transitan las calles), demuestra un crecimiento anual de la circulación del orden del 3 por ciento.

En ese sentido, según datos de una encuesta presentada hace casi un año por el ETR, ingresan al área central (Oroño, Pellegrini y el río) unos 74 mil vehículos diarios en promedio. Si se toma como fuente sólo el microcentro (en el radio que comprende San Lorenzo, San Luis, Corrientes y San Martín) el ingreso baja a 30.900.

Lo cierto es que el contraste de esas cifras con el número de cocheras que actualmente existen en la ciudad es notable. Siempre según el mismo trabajo del ETR, en dicha área central existen hoy 313 playas de estacionamiento o cocheras que, en conjunto, pueden albergar 14.532 vehículos. El dato incluye a los edificios diseñados exclusivamente para ese fin y a las playas a cielo abierto que ofrecen alquileres mensuales, diarios y fraccionados por minutos.

La escasa oferta se pone en evidencia pese a que desde la Municipalidad se han ejecutado una serie de iniciativas a fin de intentar aumentar el número de cocheras en toda el área urbana. Una ordenanza promulgada en 2008 en base a un proyecto del edil y precandidato a la intendencia Jorge Boasso, obliga a construir una mínima cantidad de espacios para estacionar en los distintos tipos de edificios, ya sea para vivienda, inmuebles de oficinas, hoteles y apart hotel, clubes y edificios públicos. Según esa norma, la superficie destinada a garaje deberá ser proporcional a la cantidad de metros cuadrados que tenga el edificio.

Desde el municipio confían en que las consecuencias deberían comenzar a evidenciarse, ya que entre 2008 y 2010 se otorgaron casi 800 permisos de edificación de viviendas colectivas que, en amplia mayoría, incluyen el porcentaje mínimo de cocheras. “La exigencia se está cumpliendo como corresponde”, aseguraron desde el Palacio de los Leones.

De todas formas, la misma fuente admitió que a pesar de que desde 2008 también existe un régimen de promoción para que los privados construyan edificios dedicados exclusivamente a cocheras (otra medida que busca sosegar el déficit), los nuevos lugares para estacionar vehículos van casi en su totalidad de la mano de las unidades de vivienda. Es que en dos años y medio no se solicitó ningún permiso para construir inmuebles de este tipo. “Nadie quiere invertir en construcciones sólo para estacionamientos. Es un negocio complejo, con una inversión costosa ¿Quién quiere guardar el auto a dos o tres cuadras de su casa? Hoy todos quieren tener ese espacio en su propio edificio”, justificaron desde la Municipalidad.

Para Enrique Badaloni, corredor inmobiliario y quien hasta hace algunas semanas se encontraba al frente de la Corporación de Empresas Inmobiliarias (Cadeiros), la exigencia de construir espacios para estacionar en los edificios de vivienda colectiva y demás edificaciones sólo “acondicionó un poco” la realidad, pero no solucionó el inconveniente de fondo. “Con ese tipo de medidas no alcanza. Se necesitan políticas de fondo y medidas a gran escala. Hay cocheras que durante el día están vacías porque ese mismo vehículo que estuvo allí durante la noche en horas de trabajó se fue y ocupó otra. Es un tema al que el municipio no le ha encontrado solución”. En la misma línea argumentó Tazzioli. “Si bien se construyen más estacionamientos la situación va a seguir complicada”dijo.

Con todo, inmobiliarias consultadas por este medio estiman que sólo en los últimos seis meses el precio de venta de las cocheras, sobre todo en el área central, aumentó un 10 por ciento. En torno a los alquileres, Badaloni explicó que el negocio de las cocheras es menos rígido que el de las viviendas y que eso (cuando hay poca oferta) abre paso a que se propicien ajustes de forma más “periódica en el valor de la renta”. “Es un poco más común, al ser otro el tipo de vínculo, que el propietario cada seis meses le pida al inquilino un aumento. A mí, por ejemplo, cada cuatro o cinco meses me suben el costo”, sostuvo Badaloni.

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