Espectáculos

Borrell, un canto a la cotidianidad

La cantautora Mercedes Borrell dará a conocer su primer disco, “Como el resto de la gente”, junto al trío formado por Carlo Seminara y Juliñan Vengas y en el que rescata el valor de lo simple dándole un sentido épico a las canciones. El viernes lo presenta en Plataforma Lavardén.


“Es un disco con el que intenté ser honesta en el decir, en cómo me expreso. No usé en mis canciones una forma de expresar que no uso en mi vida cotidiana”. Así, con esta honestidad, Mercedes Borrell habló de Como el resto de la gente, su primer disco de estudio que presentará esta noche, a partir de las 21.30, en el Gran Salón de Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza).
El estreno, que tendrá un carácter íntimo y de proximidad con el público, servirá para que la cantautora rosarina junto con su banda, formada por los notables músicos Julián Venegas (guitarra y coros) y Carlo Seminara (percusión), y una decena de invitados, dé vida a las doce canciones que forman este canto a la cotidianidad.
Temáticas como los sentimientos, estados de ánimo e ilusiones de la vida; el amor, las pasiones y la música, dialogan con preguntas por la configuración de la realidad, el tiempo y la forma de tratar de comprender cosas universales. Y lo hace con una virtuosa mirada generacional. De algún modo, es un álbum bastante existencialista; de esos trabajos que no suelen florecer con tanta frecuencia y que logran develar un pulso propio, generando preguntas, abriendo horizontes.
A partir de una voz suave y delicada, Mercedes Borrel rescata el valor de lo simple y le da un sentido épico. Reconoce en las cosas simples su valor de plataforma, la importancia y el sentido que ellas tienen para hacer grande la propia humanidad, enriquecer y llenar de contenido y sensibilidad la vida. Y lo consigue –en cuanto a lo estrictamente musical– desde una sonoridad orgánica que juega con estilos y ritmos como la bosanova y el folclore.
En diálogo con El Ciudadano, la cantautora repasó su flamante disco, las influencias y la forma de sentir las canciones. Y destacó: “La cuestión de la condición humana y las emociones es algo que ocupa gran parte de mi cabeza”.
—¿Por qué elegiste “Como el resto de la gente” para el título del disco?
—Es el nombre de uno de los temas y uno de los que más me gustan del disco. Nació como una sugerencia de un amigo y me pareció un buen título porque condensa al resto de los temas y la idea de pequeñas historias comunes: historias simples donde encuentro el encanto de escribir.
—Las canciones generan en el oyente preguntas sobre esas pequeñas cotidianidades…
—Yo soy una persona que se vive haciendo preguntas, a veces demasiadas pero la cuestión de la condición humana, de las emociones, es algo que ocupa gran parte de mi cabeza.
—Tus canciones emergen con vitalidad donde la escritura aparece como forma de entender tu propia realidad. ¿Qué lugar ocupa la composición?
—No sé si comenzó a ser una necesidad pero al escribir canciones todas esas cosas que pasaban por mi cabeza, esas preguntas íntimas que me hacía –donde cada tanto aparecían algunas respuestas o reflexiones–, quedaban plasmadas en las canciones. Por un lado debo decir que la música ocupa mucho en mi vida pero el escribir canciones refleja un pedacito de lo que es mi actividad, mi pensamiento. Soy una persona muy observadora, a quien la cabeza le trabaja bastante.
—En distintas ocasiones y, con mayor actitud en “No te voy a escribir”, hacés una valoración de la acción de escribir. ¿Las canciones terminadas son una forma de descubrirte?
—Algunas canciones salieron en una noche. Con “Última flor” me fui a dormir y fue en ese momento que me empezó a dar vuelta la idea y una melodía. Ahí me levanté, tomé la guitarra y esa canción salió de un tirón. Hay otras con las que no pasa lo mismo pero cuando la canción está terminada es una sensación de alivio, como si esa idea que viene gestándose y que está ahí como queriendo parirse de alguna manera ve la luz. Presentar este disco me genera esa sensación.
—El disco posee una sonoridad muy orgánica que juega con estilos y ritmos. ¿Qué te moviliza a pasar tu búsqueda musical por el tamiz de la fusión?
—El que suene orgánico y coherente tiene mucho que ver con el trabajo de Julián y Carlo en los arreglos. Siento que hay distintos ritmos pero un punto de conexión en todas las canciones. Y lo que une a ellas –me lo hacés pensar ahora (risas)– y que, lógicamente no hice de manera conciente pero que mucha gente me devolvió, es que el disco suena muy a mí, a lo que yo soy. Es un disco con el que intenté ser honesta en el decir, en cómo me expreso. No usé en mis canciones una forma de expresar que no uso en mi vida cotidiana. Yo soy esta persona y a esta persona le gusta una canción del Cuchi Leguizamón y una bosanova de Tom Jobim; también le gustan cosas pop-folk norteamericanas. Todo eso habita en mí y no intenté disimularlo para poder encuadrar en un género. Por el contrario dejé que eso se vea, que sea transparente. Creo que eso le da una coherencia conceptual a las canciones y al disco entero.

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