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Navidad y después

Bono: ¿bonito o bonete?

Tres gremios locales opinan sobre el pago extra para fin de año: lo calificaron como irrelevante, insuficiente y hasta un engaño frente a un escenario de constante pérdida de poder adquisitivo de los salarios y aumento de la desocupación.


Bono como canje por resignar la reapertura de paritarias, o como parche al bolsillo agujereado por la inflación y los aumentos de tarifas en una suerte de matafuegos temporario con el que apagar posibles conflictos hacia fin de año. “Insuficiente”, “en desacuerdo” o irrelevante si no se protegen las fuentes laborales, es lo que opinan gremios locales consultados por El Ciudadano.

Como sea, el gobierno nacional acordó en la mesa tripartita con organizaciones sindicales y empresarias un pago extra de 2 mil pesos (como piso) en el sector privado antes de las Fiestas, y ahora negocia un auxilio similar –incluso en monto– para la administración central. Con lo cual, de paso, acorrala a provincias y municipios que vienen atajando reclamos similares de sus propios empleados. En Santa Fe, por caso, hace horas fue el ministro de Gobierno, Pablo Farías, el encargado de ratificar que el distrito no está en condiciones de sentarse a una nueva rueda de negociaciones salariales y, ni siquiera, de ofrecer el salvavidas de un pago extraordinario antes de Navidad. Todo, en medio de renovadas medidas de fuerza de estatales y docentes locales.

Numerosos son los gremios, además, que consideran hasta un engaño la propuesta del bono findeañero. Porque no recupera el nivel adquisitivo perdido por los asalariados, y porque queda librada al poder de fuego de cada organización gremial la posibilidad de mejorar la cifra mínima acordada por la CGT y los empresarios. A su vez, los sindicatos ponen la mirada en el contexto de políticas económicas que, además de la defensa del sueldo, los obliga a la tarea de resistir la sangría de puestos laborales. Y junto a ello, debaten sobre la necesidad y el modo de responder con acciones colectivas a las políticas económicas de la coalición Cambiemos.  Este medio consultó al respecto a Horacio Boix, secretario general del Sindicato de Peones de Taxis, a Antonio Donello, secretario general de la UOM, y a Adrián Dávalos, titular del gremio de Aceiteros de Rosario.

“Vamos a intentar conseguir el bono, aunque la situación no está muy bien y veremos qué piensa la cámara de titulares de taxis. Este monto no es suficiente y es engañoso, porque la CGT arregló un bono con el gobierno nacional, pero ahora los gremios tenemos que acordar con los empresarios y no creo que estén dispuestos a pagarlo. Este no es el camino, no lo es un bono miserable”, salió a pararse Boix respecto de la situación de los choferes de autos de alquiler.

Ese diagnóstico del gremio de servicios coincide incluso con el del que representa a un sector productivo poderoso en la provincia: los aceiteros. “No estamos de acuerdo, porque le cambiaron el eje a la discusión. Van a sentarse con el gobierno para hablar de despidos, de impuesto a las Ganancias y salen con un bonito, algo que parece una limosna. El sindicato aceitero todos los años negocia un bono en concepto de reparto de las ganancias, y largamente supera ese valor. El año pasado conseguimos 15 mil pesos. O sea que este acuerdo de la CGT y el gobierno nacional es irrelevante para nuestros trabajadores”, refutó Dávalos.

La preocupación sobre los crecientes niveles de desocupación no es solitaria, e incluye, incluso con más dramatismo, a los metalúrgicos: “Más que el bono, a la UOM le preocupa la importación y la pérdida de puestos de trabajo. Estamos defendiendo la industria nacional. De nada sirve un bono cuando uno pierde a los trabajadores y no hay a quién pagárselo. El bono es bienvenido, pero estamos preocupados por una problemática que es más de fondo. Mientras todos los países del mundo cuidan su industria, acá quitamos los aranceles para que entren productos importados y así se pierden muchos puestos de trabajo”, se explayó Donello desde la UOM.

Respuestas a la Rosada y al triunvitaro cegetista

El correlato del acuerdo tripartito del bono de fin de año fue la puesta en suspenso de una medida de fuerza contundente a escala nacional por parte de la CGT y resignar la exigencia de reabrir con urgencia paritarias que, al tenor de índices inflacionarios superiores a los previstos a principio de año, quedaron desfasadas. Por eso, se extienden críticas a la conducción tripartita de la reunificada confederación obrera.

“El triunvirato de la CGT es cómplice del gobierno y no está lo suficientemente comprometido como para llevar adelante un paro nacional. La CGT hoy tiene que tener un plan de lucha definido y estar en la calle reclamando por la situación de los trabajadores. Hoy en día, la canasta familiar supera ampliamente los salarios”, desgranó al respecto el taxista Boix.

Menos contundente fue el metalúrgico Donello: “La medida de fuerza no está descartada. Se debe volver a reunir la CGT con el gobierno y si no se consiguen los objetivos sobre la problemática de la industria nacional, el paro puede concretarse”. Pero, a su vez, el referente gremial rehusó poner todas las fichas a esa sola medida de fuerza, de ser necesaria: “No es suficiente para torcer este rumbo, tiene que haber un plan de lucha coordinado y orquestado por todos los gremios. El gobierno tiene que ver que si no cambia el rumbo, los trabajadores y los movimientos sociales van a salir a la calle”, planteó.

“No extraña para nada”

Los aceiteros, por la voz de Dávalos, coinciden en la necesidad de una estrategia a largo plazo y conjunta, aunque son más críticos con la central obrera: “El paro debería haberse realizado y continuar con un plan de lucha, es la única manera de frenar todo esto. No extraña para nada de una CGT nacional que responde a intereses políticos y ayuda a este gobierno de derecha que perjudica a los trabajadores”.

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