María Julia Bonifacio resultó la “vencedora” de uno de los escándalos más curiosos que se recuerden en el Concejo Municipal, cuando tres candidatos del PRO disputaron una banca el día de la jura de los concejales electos, en medio de la polémica por el cupo femenino. La pelea fue con Sofía Alarcón, tercera concejala electa del partido de Mauricio Macri en Rosario, que había renunciado a su banca pero ese día pretendió recuperarla, y Marcelo Ayimén, quien le seguía en el orden de los candidatos. Bonifacio, quinta en la lista, fue la elegida por el Concejo para respetar el espíritu de la ley de cupo, aunque ese “triunfo” no la exime de reproches hacia la concejala de su partido, Laura Weskamp, que no ocultó su preferencia por los otros candidatos.
La actual concejala arrancó su carrera política sólo cinco años atrás, en la Ucedé, de la mano de un amigo de la familia, el presidente del partido Gonzalo Mansilla de Souza. Hija de la ex fiscal Rita Schiappapietra y de un médico forense, vivió hasta los 14 años en Firmat, donde su padre fundó una clínica que todavía conserva. Médica de profesión, especializada en medicina legal, laboral y en dermatología –su actual especialidad–, Bonifacio está lejos de ser la clásica militante política. Más bien trasunta el aire de una mujer enamorada de su profesión, madre de una niña de 8 años, muy preocupada por su formación –a los 32 años ya tiene tres especializaciones–, y con poco rodaje político tradicional. En la facultad tuvo algunas aproximaciones al ARI, “más que nada por amistad”.
En el diálogo con El Ciudadano, recordó que en 2009 ya había sido candidata por la Ucedé: “En 2009 fui primera candidata a concejal por el partido, y lo que me preocupaba mucho era el tema de los proyectos. ¿Cómo iba a ir a una candidatura sin tener proyectos? Aunque venían y me decían: «Julia, no hay ni media chance de que entres», yo quería tener proyectos.”
—¿Y entonces?
—Elaboré proyectos en salud y recolección de residuos, pero me acuerdo de que nadie me ayudaba. Eran un montón que nos juntábamos para las reuniones del partido, pero cuando les pedía que me dieran una mano con las ideas se hacía difícil. Pero bueno, ahora me doy cuenta de que nadie lo recuerda y nadie se enteró. Si yo no lo cuento nadie lo sabe.
—Después de esa experiencia vino la alianza con el PRO.
—Sí, Unión PRO Federal conformó un frente que sí tiene un peso. Y a nosotros nos tocaba el quinto lugar de la lista de concejales. Obviamente yo no tenía la misma responsabilidad que en 2009, pero estuve en todas las reuniones, con los distintos candidatos.
—De todas maneras, da la sensación de que los candidatos entre sí no se conocían.
—A las reuniones no iban ni Sofía (Alarcón) ni Marcelo (Ayimén) pero nosotros nos juntábamos. Ellos hacían rancho aparte, pero al resto sí los conozco. Sin ir más lejos, el día del festejo por la elección yo estuve ahí, pese a que al otro día tenía guardia, algo que me implica levantarme muy temprano, porque tenía que ir a San José de la Esquina. Pero Alarcón y Ayimén no estaban. A él lo conocí el día que se reunió la Comisión de Poderes.
—¿Cómo empieza la pelea por la banca?
—Yo me entero de la renuncia de Alarcón el 9 de agosto, cuando estaba rindiendo una especialidad de dermatología en Capital Federal. Salgo del examen y tenía varios mensajes en mi celular del apoderado del partido, diciéndome que me buscaba la prensa por el tema del cupo femenino y que no hablara con nadie hasta no hablar con él. La renuncia era una maniobra que no podía pasar, porque no se estaba respetando el cupo. Y ahí salimos a pelear la banca.
—¿Crees que tuviste el apoyo del partido?
—El presidente del partido emitió un comunicado avalando el cupo femenino. Pero la concejala Laura Weskamp quería que ingresara la gente del sindicato (NdeR: Ayimén es secretario general del Sindicato del Vidrio y a Alarcón se la vincula con él). Ella estuvo hasta último momento a favor de la gente del sindicato.
—Weskamp repetía por lo bajo que si era por el cupo femenino deberían dejarla entrar a Alarcón.
—Claro, pero ahí muestra una controversia incluso en su pensamiento. Mientras la disputa era Ayimén o Bonifacio, ella defendía la teoría del corrimiento para que asumiera el cuarto en la lista. Después, a último momento, cuando se percibe que Ayimén perdía la banca, cambia de opinión incorporándola a Sofía Alarcón en escena.
—Roy López Molina y Rodrigo Roselló, los otros concejales electos, ¿estaban a favor de su posición?
—Ellos siempre se mantuvieron al margen porque es una situación muy incómoda, por tener dos personas enfrentadas, que, si bien no son del mismo partido, compartían un frente. Es como que tenían un criterio a favor del cupo femenino pero tomaron una postura neutra, por una cuestión de respeto a los distintos integrantes de la lista.
—Tampoco hubo apoyo de Del Sel.
—No, Del Sel no dijo absolutamente nada. Yo lo vi bastante en la campaña. Tengo hasta una foto en el celular. Tengo una buena relación con él, pero no dijo nada.
—Cuesta entender que tres personas de un mismo partido hayan protagonizado una pelea por una banca, sin que haya un mecanismo para resolver la situación.
—En realidad es como que no era el mismo partido. Y cada sector ponía su gente. A mí me enoja que digan que fue un papelón del PRO, porque en realidad el PRO se manchó con todo esto y ellos no tuvieron nada que ver.
—Bueno, el paraguas que juntaba a todos los sectores era el PRO.
—La gente esto no lo entiende, pero esto ocurre en todos los partidos.
—No en todos los partidos hay tres candidatos peleando por una banca.
—Eso ocurrió porque ellos se vieron ahogados por la cuestión del cupo femenino y sacaron el plan B, con la presencia de Sofía Alarcón. La mandaron y ahí Laura pasó de “corrimiento, corrimiento, corrimiento”, a “cupo, cupo, cupo”. Si vos cambiás en dos minutos tus ideas, queda claro el favoritismo por la gente del sindicato.
—¿Cómo queda la relación con Weskamp?
—Yo creo que va a ser difícil. Pero no soy una persona con resentimiento, y me gusta hacer las cosas para que el bloque funcione en conjunto, para que podamos trabajar los cuatro juntos. Yo estoy alineada. Si Laura sigue la línea, perfecto, pero si no la sigue va a ser complicado.
—¿Cómo la ves?
—Yo la veo un poco a la defensiva con toda esta situación, pero confío y creo que se va a alinear al trabajo en equipo.
—La votación fue por unanimidad, o sea que Laura te votó.
—Sí, Laura me votó, pero la discusión se dio antes.