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Bonfatti pasó de pantalla

Por: David Narciso

Así como perdió el día que el justicialismo logró aprobar la interpelación al ministro de Seguridad, el gobierno provincial ganó al sortear la visita de ocho horas de Raúl Lamberto al pleno de la Cámara de Diputados.

Para el oficialismo fue importante pasar de pantalla. Tomó oxígeno, consolidó a su ministro y abrió camino para trabajar con relativa tranquilidad en la batería de cambios que anunció horas antes de la interpelación, donde destacan la intención de un mayor control civil y político sobre gestión, recursos, personal y logística; un nuevo esquema de organización territorial de la fuerza y una instancia de acompañamiento-control por parte de gobiernos locales y funcionarios civiles.

Del escándalo a la acción

Muy típico de la Argentina. Una crisis coyuntural rompe la inercia político-institucional. El caso Tognoli –como días antes ocurrió con Gendarmería Nacional– resultó una oportunidad para cambiar. Habrá que ver ahora quiénes quieren avanzar. ¿El conjunto de diputados que intervinieron activamente en la interpelación y lo que ellos representan acuerdan en que hay que quitarle a la Policía el manejo de recursos, logística y personal para pasarlo a manos del poder político? Permítase que desde esta columna semanal se dude.

El caso Tognoli habilitó a propios y extraños a fustigar las falencias y tareas pendientes del gobierno, pero ahora llegó la hora de acordar los caminos a seguir y es probable que no todos estén dispuestos a cambiar el status quo. Entre los anuncios del gobierno en materia de seguridad pública, algunos se pondrán en marcha a corto plazo y otros llevarán más tiempo. Algunos se pueden resolver vía decreto y otros requerirán leyes. El debate de éstas últimas mostrará qué quiere cada uno.

Los unos y los otros

El gobierno quedó satisfecho con el resultado de la interpelación. Además del desempeño de Lamberto, resaltó la posición monolítica que esta vez logró el Frente Progresista antes y durante la interpelación, con destacados papeles de Alicia Gutiérrez (SI), Darío Boscarol y Santiago Mascheroni (UCR) y Eduardo Di Pollina, más allá del núcleo duro del PS.

Enfrente, el justicialismo fue más desparejo. En las ocho horas hubo preguntas repetidas y otras de muy floja factura que demostraron las dificultades de sellar una estrategia común y planificada entre esa diversidad de grupos políticos y opiniones que conviven entre los 28 diputados. Se vio con claridad que no todos estaban allí buscando lo mismo, ni pretendían lo mismo en cuanto al resultado de la interpelación.

Empate festejado como victoria

Lamberto fue un declarante habilidoso, como era de esperar de un hombre que lleva 40 años en política y 25 en ámbitos parlamentarios. Supo y pudo aprovechar la desafinada orquesta opositora y se las arregló para salir del paso a la hora de responder precisos cuestionamientos por yerros del oficialismo en materia de seguridad pública y el constante dejar hacer y deshacer a la nada confiable Policía de Santa Fe.

Al gobierno no le sobró nada. En términos futboleros, fue a jugar una final de visitante por el descenso y en inferioridad numérica. Se trajo un empate que se festeja como triunfo, le quita presión y le permite trabajar para sacar más puntos.

A recuperar tiempo

Esta misma semana el gobierno de Antonio Bonfatti intentará reactivar la agenda parlamentaria que estalló por los aires con el caso Tognoli. Lo más urgente es el tratamiento de 16 pliegos de defensores y fiscales para la nueva Justicia penal, que incluyen a cuatro postulantes que fueron ex funcionarios de la gestión Binner y dos que son profesionales empleados del Estado. El propio defensor Gabriel Ganón, a quien nadie puede tildar de afín al oficialismo, le dijo a El Ciudadano que en la batalla política probablemente “queden en el camino los mejores”. La última palabra en esto la tienen los principales referentes sectoriales del PJ. O se avanza con la renovación de la Justicia o se acumula para quienes buscan ir frenando la implementación de la reforma a fuerza de tumbar pliegos con el objetivo inconfensable, en público, de modificar el mecanismo de selección para colocar jueces. Los seis cuestionados son perfectamente defendibles, tienen fojas intachables y superaron exámenes en las mejores condiciones. Alguno de ellos hoy es un profesional técnico que trabaja para la gestión kirchnerista. Esta vez es cuestión de voluntad política.

Además, antes de fin de año, el ministro de Gobierno Rubén Galassi profundizará el diálogo con senadores y tanteará en Diputados de las antiguas mesas de diálogo para avanzar con el Presupuesto 2013 y el proyecto de endeudamiento para obras de infraestructura, que probablemente tenga que reorientarse al mercado interno en moneda local ante las dificultades en el frente externo.

Nueva intendenta, nuevo eje

El presupuesto 2013 de la Municipalidad de Rosario motivó un debate más que interesante. Aprobado al final con votos del Frente Progresista y del PRO, pone a la intendenta Fein en condiciones de adelantar un mes el año que viene en materia de licitaciones para obras públicas y quita presiones al Concejo para discutir en diciembre otros proyectos de grueso calibre.

La inversión en obra pública desplazó del debate a seguridad, vivienda, servicios públicos, salud, entre otros, temas que dominaron la agenda de discusión de presupuestos anteriores y elecciones.

En el Palacio de los Leones creen que eso ocurrió porque en los últimos años se atendieron esos frentes. “No es que esos problemas desaparecieron, pero estamos trabajando fuerte en todos”, razonan en el primer piso.

Déficits

En cambio la ciudad acumula un déficit en materia de obra pública que está a la vista de todos.

La intendenta tomó nota, por eso en su primer proyecto de presupuesto elevó la participación de obras públicas en el total.

En el Concejo fue Héctor Cavallero quien instaló el tema como eje central. Puso como condición para votar el proyecto que los dineros que se recaudan por fondos específicos no puedan tocarse para financiar gastos corrientes como vino ocurriendo en los últimos años. Su argumentación fue contundente: los vecinos vienen pagando hace décadas pero las obras no se hacen, lo cual impacta en la ciudad y sus condiciones de vida, pero también en la credibilidad de la dirigencia política. “No hay plan plurianual posible de obras de infraestructura si no hay previsibilidad de ingresos”, dice.

Un reconocimiento

La intendenta coincidió en el diagnóstico del problema, pero tras discutirlo con su gobierno no aceptó la fórmula propuesta por Cavallero. Entendió que blindar esos fondos específicos, volverlos intocables, es privarse de una herramienta financiera útil (según Cavallero “cómoda”) a la hora de resolver urgencias.

Con ese panorama Cavallero y su par Fernanda Gigliani votaron en contra, sin que eso impida señalar que su experiencia y estatura política volvieron a elevar el debate. No necesitó de agravios, ni un ejército de filosos gacetilleros, ni un arsenal de chicanas y descalificaciones para interpelar a las administraciones socialistas, forzar la discusión y abrirle el juego a otros integrantes de la oposición que tuvieron interés en cambiar cosas, además del legítimo interés por figurar.

Desafío

En definitiva, Mónica Fein tiene su primer presupuesto propio. Consiguió los recursos que buscaba, aún cuando para conseguir los votos debió acordar con el resto del oficialismo un escalonamiento de los aumentos de la TGI y diversificar el origen de esos dineros. A días de cumplir su primer año de gestión, tiene el desafío de sacar a Rosario del estancamiento en materia de obras públicas y de infraestructura. Sólo basta ver que las grandes obras viales que figuran en el presupuesto municipal y en el proyecto provincial hace ya dos o tres años; el plan de cloacas anunciado en 2009 está muy retrasado; pavimento definitivo se hicieron diez cuadras en dos años; el bacheo impacta en las principales avenidas, y así. La Municipalidad sola no puede con todo, pero si hay algo en lo que coinciden Cavallero y la intendenta es que Rosario no se puede quedar de brazos cruzados pidiéndole a la provincia que haga cloacas o quejándose porque la Nación sólo las hace desde la traza del Puente Rosario-Victoria hacia el norte.

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