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Barrio Toba: saquean por tercera vez el centro cultural

Ladrones se llevaron todas las herramientas, lo que impide el dictado de talleres en ese espacio de zona sudoeste.

Cinco robos en poco más de cuatro años. Ésa es la cifra de hechos delictivos sufridos por el Centro Cultural El Obrador desde su apertura, a mediados de 2006. Pero las últimas tres visitas de los amigos de lo ajeno fueron en poco menos de un mes. El miércoles 29 de septiembre, desconocidos ingresaron en el centro cultural ubicado en la esquina de Maradona y Espinillo, en el barrio Toba de la zona sudoeste, destrozaron las instalaciones y se llevaron gran cantidad de herramientas que son utilizadas por chicos y personas adultas del barrio para aprender diversos oficios. Por estos hechos, la gente que asiste se quedó sin talleres hasta que logren reponer las máquinas. En ese sentido, la coordinadora del centro cultural, Marcela Valdata, contó a El Ciudadano que hasta el momento y pese al esfuerzo que hacen los vecinos no pudieron reanudar la enseñanza en el lugar. “Nos donaron una soldadora pequeña para el trabajo que hacemos; también nos acercaron otras herramientas. Los que trabajamos en el centro estamos muy agradecidos porque los elementos que nos acercan siempre sirven”.

“Todavía no se encontró nada pero lo bueno es que vemos que hay predisposición de todos los actores. Los vecinos se nos acercan para preguntar qué falta y de parte de las autoridades encontramos una buena respuesta. Además de la investigación de la Justicia, el personal de la Guardia Urbana Municipal (GUM) investiga en los puestos irregulares a ver si pueden encontrar alguna de las cosas que se llevaron. Por suerte, cuando hicimos la denuncia presentamos todas las facturas con las respectivas marcas y códigos de las herramientas; esto ayuda porque les va a ser más difícil venderlas. Sin embargo, todavía no se encontró nada”, se lamentó la mujer.

Ramón no sólo es uno de los 20 empleados que trabaja en el lugar sino que también es el primero que estuvo cuando en 2006 se inauguró El Obrador. En ese año, lo que ahora se ve desde la calle como dos salones grandes y un Salón de Usos Múltiples (SUM) antes era sólo un aula, donde estaba la escuela radial y se brindaba enseñanza a unas pocas personas. Es por esta razón que el viernes 30 a la tarde, mientras él arreglaba junto con el profesor de soldadura las rejas forzadas y acomodaba un poco el salón, no dejaba de lamentarse por la situación.

“Alrededor de 600 personas vienen al centro cada semana desde las 8 hasta las 18. Hay talleres de reciclado que se llama Fábrica Infinita, herrería, carpintería, soldadura, está El Roperito donde las mujeres aprenden a arreglar ropa, hay grupos de danza y bailes de todo tipo. Estábamos muy entusiasmados con la Fábrica porque ya casi terminamos dos arcos con las redes (hechas con botellas plásticas) para la canchita de fútbol que está enfrente. Pero se paró todo. No quedó una máquina”, contó Ramón a El Ciudadano mientras levantaba las maderitas con cuidado y las seguía acomodando sobre una mesa que alguna vez sostuvo la amoladora, la sierra eléctrica, la soldadora y las morsas.

“Te da mucha bronca porque es todo para el barrio. La gente ayuda pero siempre tenés a estas personas que sacan lo que pueden para revenderlo por dos mangos. Me enteré casi al mediodía (del jueves 30) porque cuando entramos al salón donde se da herrería, soldadura y carpintería estaba todo revuelto. Ahí empezamos a buscar las herramientas. Las que se llevaron ahora eran las que habían quedado del robo anterior, que fue el viernes 17. Las pasaron por la misma ventana de 40 por 40 por donde entraron. Le rompieron la trama de fierros y después, el vidrio. Los vecinos me contaron que escucharon los ruidos cerca de las 23 de ese miércoles”, recordó el empleado.

Según contabilizó Ramón, los ladrones se hicieron de una sierra de banco, una engalletadora, una caja grande llena de herramientas, una piedra de banco y dos morsas. A su vez, el hombre especificó que el viernes 17, luego de un masivo espectáculo con bailes y exposiciones, varias personas aprovecharon la madrugada para barretear el portón del SUM y sustraer una amoladora, una soldadora, una caladora y otra sierra de banco. “Con estas dos últimas veces, ya van como cinco robos que tenemos”, explicó el hombre.

Algunos vecinos recordaron que el saqueo de ese viernes fue después de la Maratón de Poesía. “La gente del centro se dio cuenta el sábado a la mañana pero los policías recién fueron el lunes a ver qué había pasado”, aseguraron los habitantes de la zona. Para no perder la costumbre y como si fuera un deja vú, cuando los empleados llamaron a la seccional por este último robo recibieron como respuesta que no tenían móviles para ir a ver.

“Hubo un tiempo en que había seguridad privada haciendo patrullaje a la noche pero después la sacaron. Entiendo que se hace lo que se puede porque tampoco hay plata para hacer los talleres, comprar herramientas y además pagar la seguridad. Por eso, después hacíamos nosotros las guardias. Nos turnábamos con otros compañeros para venir a la noche y recorrer el predio pero no se puede más porque es tierra de nadie”, se quejó el empleado.

“Esperamos poder tener otra vez las herramientas; a El Obrador mucha gente lo ayudó y lo sigue ayudando. Además, la Secretaría de Cultura siempre invierte. Nos queda la esperanza de que vuelvan todos los talleres. Para los chicos, sobre todo”, continuó Ramón.

El caso es investigado por el Juzgado de Instrucción en turno a la fecha del último robo junto con la colaboración del personal de la comisaría 19ª, por razones de jurisdicción. El espacio El Obrador abrió sus puertas en 2006 pero terminó de formarse en 2008. Surgió de una iniciativa de los mismos vecinos que luego fue aprobada a través del Presupuesto Participativo. “Éste es un lugar de encuentro donde se prima la inclusión y la valoración de la propia cultura Qom”, indicaron.

Alrededor de 600 personas, en su mayoría habitantes del barrio, se reúnen cada semana para participar de diferentes talleres, capacitación o actividades artísticas con el objetivo de mantener su identidad.

Además, cada semana los chicos que están alojados en el Instituto de Rehabilitación de Adolescentes de Rosario (Irar) comparten sus experiencias en el taller de plástica. En el Centro hay espacios para que los pobladores de la zona de Roullión al 4300 puedan desarrollarse sin dejar de lado su historia y sobreponerse a una sociedad cada vez más excluyente, donde el mercado rige por sobre todas las buenas voluntades.

Los que se destacan por la gran cantidad de aceptación y participantes son el taller de cerámica, el roperito en el cual se aprende a arreglar ropa, el de carpintería, herrería, soldadura, el de percusión no convencional, el de plástica y el de telar, un lugar donde las personas entrelazan los materiales que alguna vez fueron botellas para hacer bolsos.

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