Ecología

Opinión

Bajos Submeridionales y productividad

¿Qué política se debe llevar adelante en esta región? ¿Es posible incrementar la producción y mejorar la condición de vida de los santafesinos y las santafesinas que habitan allí?, se pregunta la legisladora. Y advierte que la peor alternativa es una intervención que termine por destruir el Humedal


Erica Hynes (*)

 

Hablar de estabilidad en los Bajos Submeridionales es para muchos un ejemplo de oxímoron, una figura literaria que encierra términos contradictorios, como “fuego frío” o “estruendoso silencio”. Porque los Bajos Submeridionales santafesinos son un ejemplo de equilibrio dinámico, no estático. En su maravilla y vastedad, su característica más distintiva es la alternancia entre sequías e inundaciones, y comprenderlo es respetarlo.

El gobernador Omar Perotti parece no entender esta particularidad al anunciar obras para “restablecer el equilibrio ambiental” y hacer de esa zona un lugar productivo.

Los Bajos Submeridionales se ubican en la denominada Región Chaqueña de la Argentina, y comprenden un extenso Humedal de más de tres millones de hectáreas, mayormente en la provincia de Santa Fe. Debido al ritmo hidrológico y los suelos arcillosos con pendientes leves se suceden ciclos de sequías e inundaciones. La postal más común de esta zona la dan los pastizales nativos de espartillo, altos y densos, adaptados a las variaciones típicas de períodos de anegamiento-sequía y altas concentraciones salinas del suelo.

Si bien no se parece en nada a la Pampa Húmeda, es un espacio altamente productivo: más del 60% de las cabezas de ganado vacuno de Santa Fe se cría en los Bajos Submeridionales. Además, la región posee una importante biodiversidad, especialmente de aves, y es refugio de especies amenazadas a escala global como el águila coronada y el cardenal amarillo.

Frente a tal riqueza, asumir que es necesario restablecer un equilibrio ambiental es preocupante, porque se corre el riesgo de introducir cambios que, por el contrario, empeoren el efecto negativo de intervenciones anteriores.

Entonces, ¿qué política se debe llevar adelante en esta región? ¿Es posible incrementar la producción y mejorar la condición de vida de los santafesinos y las santafesinas que habitan este extenso territorio?

 

Una mirada integral y a largo plazo

 

Una respuesta puede encontrarse en el Plan de Manejo Integral de los Bajos Submeridionales, presentado en 2018 por el entonces gobernador Miguel Lifschitz; un trabajo colectivo en el que participaron áreas del Estado provincial, el sector del conocimiento a través de Inta y de las universidades, municipios y comunas, instituciones de la sociedad civil y actores locales. A través de encuentros, mesas y foros se logró sentar por primera vez las bases de una política pública integral, que incluyó obras, pero también producción, educación e innovación técnica en esta región.

Este plan, que llevó más de tres años de elaboración, basaba todas las acciones en el respeto y desarrollo de los humedales y sus ecosistemas asociados a los Bajos Submeridionales. No como una variable aleatoria o fortuita, sino que estaba en el corazón mismo de la propuesta.

Estamos lejos de esta gestión de planes integrales, y lo que es peor, estamos lejos de reconocer los consensos que se habían alcanzado y nutrir las acciones de gobierno con el conocimiento existente sobre el tema. Por la prensa llegan anuncios, pero no hay transparencia sobre el plan de obras, plazos de ejecución, montos de inversión y estudios de impacto ambiental.

Ya en los años 30 del siglo pasado, los expertos indicaban que la producción en los Bajos Submeridionales debía planificarse con el ritmo de este ecosistema, y no contra él. Sin embargo, en los 90 se hicieron grandes obras que no cumplieron su objetivo, ya que no evitan las inundaciones y cuando hay sequía, sacan agua del territorio. Debemos aprender de esa experiencia y escuchar a los investigadores y técnicos, sobre todo en el actual contexto de cambio climático.

Por supuesto que las obras existentes deben mantenerse y también encarar alcantarillados y proteger a las poblaciones con terraplenes. Pero esto no puede ser una excusa para una intervención antrópica masiva en el humedal. Por el contrario, es hora de aumentar las áreas protegidas de los Bajos Submeridionales. Hoy se valoran los pastizales tanto como los bosques: son ecosistemas que albergan biodiversidad y brindan servicios ambientales, son reservorios de nuestras lluvias y controlan la extensión indiscriminada de la frontera agrícola. Necesitamos pensar en sitios Ramsar y en reservas provinciales, en parches estratégicos de ese territorio, y hacerlo ya.

No es la primera vez que los discursos del progreso buscan convencer a los santafesinos de que los Bajos son una región ociosa e improductiva que se debe transformar para un uso adecuado y una explotación más rentable. Sin embargo, esta visión atrasa, y cuando vuelve a surgir como innovadora, atrasa una vez más. No pongamos en peligro este Humedal que es patrimonio de los santafesinos de las generaciones actuales y futuras.

(*) Diputada provincial del Frente Progresista, Cívico y Social

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