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Panorama político

Atajo K: Máximo es “irreversible”

Su candidatura es la metadona contra la posible abstinencia de poder.


El kirchnerismo premium convirtió a Máximo Kirchner en su placebo contra la ansiedad por una doble inevitabilidad: la retirada, quizá sin cargo post 2015, de Cristina de Kirchner y la postulación indeseada de un pejotista, Daniel Scioli o Florencio Randazzo, que, tribuna aparte, no será la continuidad plena del modelo K.

En septiembre de 2014, antes del primer discurso público de Máximo en Argentinos Juniors, el staff de comunicación de La Cámpora convirtió el término “irreversible” en concepto político para, en clave marketinera, declarar la continuidad, desde el gobierno o la “resistencia”, como días después dijo el hijo de la presidenta, del proyecto K.

Lo que se perfiló aquellos días tomó otro volumen tras su segunda aparición pública días atrás. Aquello, entre viejos y nuevos K, instaló una expectativa: ahora la postulación del vástago presidencial a un cargo electivo es “irreversible”.

La candidatura de Máximo es la metadona contra la posible abstinencia de poder. En el universo ultra-K se despejó la duda, alimentada por operadores del PJ, de una Cristina jugando a perder y se asumió que un triunfo, en la polarización con Mauricio Macri, es “altamente probable”. En ese trámite interviene un componente biológico y otro geográfico. El primero impone una variable histórica del PJ: ni Juan Perón ni Carlos Menem, los dos peronistas que gobernaron más de una década antes de los Kirchner, dejaron herederos políticos ni biológicos. Máximo, cuyo don para decodificar la política es minimizado por los anti y exagerado por los ultra, aparece como esa continuidad natural y es, desde ese lugar, que su candidatura se considera “irreversible”. A tal punto que eso deberá ocurrir “más allá de que Máximo quiera o no”, dice un neocamporista.

En el primer anillo de La Cámpora se terminó de asumir que la trasmutación de “agrupación del poder” a “espacio político” requiere someterse a la sentencia electoral. Como jefe del clan, el hijo presidencial debe ser quien encabece ese ensayo. Surge, entonces, la cuestión geográfica. El plan original fue que Máximo compita por la intendencia de Río Gallegos. Pero la tensión con Daniel Peralta había archivado la idea y se giró hacia una banca en el Congreso, lo que le daría a Máximo visibilidad y juego para “recorrer el país”.

Nilda Garré, que habló estos días con la presidenta, confirmó que Máximo será candidato y dio a entender que sería por Santa Cruz o, quizá, como deslizó Andrés “Cuervo” Larroque, por la provincia de Buenos Aires. En Santa Cruz se eligen dos diputados y es una elección complicada; en Buenos Aires su elección está garantizada pero debería, como hizo su madre en 2005, recurrir a su condición de bonaerense “de cuna” –nació en La Plata el 16 de febrero de 1977– para pelear una banca. La Constitución lo habilita sin matices. En 2005, Cristina fue candidata a senadora por Buenos Aires mientras estaba en los padrones de Santa Cruz.

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