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Viernes en Rosario

Arquero: “Huyo de las canciones ya digeridas para gente que no tiene ganas de masticar”

El músico uruguayo, considerado uno de los mayores exponentes del rap en su país, llega a la ciudad para presentar su disco “El Mundo Aparte”. El show tendrá lugar en el marco de una gira que también pasará por Buenos Aires y Córdoba


Arquero, uno de los mayores exponentes del rap uruguayo, llegará a Rosario este viernes para presentar en el Centro Cultural Güemes su flamante disco El Mundo Aparte. El show tendrá lugar en el marco de una gira nacional que también pasará por Buenos Aires y Córdoba.

Desde Montevideo, Diego Arquero conversó con la agencia de noticias Télam sobre los nuevos horizontes musicales que aparecieron en su nuevo disco, al que define como “un hijo de la pandemia” por la “incertidumbre” que retroalimentó el proceso desde una visión que siempre guarda fe en sí misma y por un rincón de fantasía que atesora desde niño.

“Cuando era chico, y sigo siéndolo, era muy imaginativo y muy fantasioso. Me iba con la cabeza a otro lado y me preguntaban mucho: «Diego ¿dónde estás? ¿A dónde te fuiste?» Y a ese lugar de la fantasía lo bauticé El Mundo Aparte. Un lugar donde todo es posible porque estás imaginando, creando castillitos en las nubes”, sostuvo.

Con un camino ascendente que desde el 2018, con el estreno de su primer disco Aguafiestas, rompió con los moldes de la escena uruguaya, a partir de una fusión entre el rap, el funk y la canción por la que comenzó a colmar salas y recibir premios.

“No sabía cuál iba a ser la reacción del público, pero al final lo recibieron muchísimo mejor de lo que esperaba. Es que tampoco había apostado por géneros como el reggaetón y otros urbanos que es lo que se demanda”, sintetizó el músico, quien ostenta colaboraciones con La Vela Puerca y El Kuelgue, y al que le “encantaría” grabar con otros argentinos como YSY A y Dillom.

En una extensa charla con la citada agencia Arquero reconoció vivir en la dualidad entre la racionalidad que entiende a la competencia como un empuje para seguir creando, y una parte más impulsiva y entregada a la fantasía. “Es una pelea que sigo teniendo hasta el día de hoy, a veces incluso me vienen impulsos en los que me arrepiento y digo «¿por qué no estoy haciendo el género de más canciones pensadas estratégicamente como para pegarla?», y la respuesta al final es porque no me llena. Creo que hay un lugar en el que confío en el público, entonces creo que hay lugar para un montón de canciones. Hay gente que no está buscando siempre la misma fórmula y la misma receta y que es más curiosa y tiene ganas de escuchar otras cosas, y estas canciones son un poco para eso. En este disco lo que a mí me llenaba no dejaba tampoco tanto lugar para la industria”, dijo el músico.

Y agregó: “Después una vez que las canciones están hechas, sí podés entrar en la industria y ver cómo mostrarlas con el mejor paquetito para que la gente la compre, pero lo que es la materia prima es la canción, y no hay que manosearla ni pensar en un público a la hora de estar escribiendo. Siempre es la canción que me gustaría escuchar a mí”.

Más allá de eso, el músico reconoció que no le huye a la industria porque hace canciones y “la música tiene que ser remunerada como cualquier otra profesión que demande tiempo”, aseguró. “Le huyo a ciertas normas, le huyo al obligarme a lanzar dos canciones por mes, le huyo a hacer canciones con personas que por ahí no me gustan nada o lo que sea para ver si aparecés. He rechazado telonear a determinados artistas. Hace tiempo estaba pensando hacer una «mixtape» o un álbum que tenga seis canciones y se llame «Pal baile»; hacer canciones que sean para eso y chau, pero como un bloque. No sería el tercer disco de Arquero, sería un juego al que yo también puedo jugar”, adelantó sobre el juego que si bien convidaría a la industria, tendría sus propias reglas: “Hay muchas formas de hacerlo: con un álter ego o lo que quieras. No tengo problema de hacer ese tipo de canciones, de hecho hay muchas que me gustan. Lo que me jode es que como artista estés obligado a hacerlas, o tener que copiar algo, como si fuera una cosa que ya está digerida. Y no hablo de géneros, porque respeto mucho al reggaetón y me encanta el trap bien hecho, hay temas del género que me vuelven loco. Si hay algún género que no me guste es por desconocimiento y porque no le di suficiente tiempo, pero a lo que sí le huyo es a la canción ya hecha. ¿Viste que para comer los pajaritos chicos la madre le tiene que masticar la comida? Bueno, le huyo a eso, a la música ya digerida para la gente que no tiene ganas de masticar”.

Una vida con la música

A los 12 años Arquero ya había ingresado en Sevilla en la escena del hip hop. “En ese momento era todo para mí. Era una súper raíz: pintaba grafitis, me interesaba mucho respetar a la cultura, a los pioneros que vinieron antes. Pero la verdad es algo de lo que estoy huyendo artísticamente. Huyendo más que nada de la etiqueta. Prefiero que me digan que soy un cancionero a que soy un rapero. Por ese lado es que huí, aunque en mi historia está súper presente el hip hop y mi mayor influencia de chico era estar encerrado escuchando maquetas de gente que salían y subían cosas. Me escuchaba todo, era una biblioteca mi cabeza”.

“Después, en cierto momento me pareció una suerte de mentira como la libertad. Antes era respeto, unión y no sé qué, pero veía que todos estaban peleados con todos y que era toda una cosa de ego. Me parece perfecto que sea una cosa de ego, yo lo tengo, pero no voy a luchar con el puño en alto por el respeto y la unión cuando veo que a mi alrededor estaban pasando otras cosas. Por otro lado, desde lo artístico, no soy una persona que le guste mucho quedarse en un lugar, entonces en el hip hop más clásico es hacer algo muy roto, que no te deja salir de cierto ritmo, además de otro montón de cosas que no van con mi forma de ser, que es mucho más abierta a la experimentación. Por eso me alejé un poco de la esfera del hip hop, aunque tampoco me puse en contra. Sólo que no me gustaba ser caracterizado como un rapero típico que hace eso, porque que estoy bastante en contra de las etiquetas en general y no quería fomentar eso”, relató.

La idolatría en la música

Diego Arquero aseguró que “la psiquis humana no está preparada para la idolatría, que es un poco de lo que se alimenta este mundo de la música” y que el “no esperar demasiado, estar centrado en la música y en el proceso creativo, sin darle bola al exterior” lo salva de su propia “autodestrucción”.

En El Mundo Aparte hay “muchas propuestas en cuanto a ritmos y géneros” a los que Arquero se ha “animado” a salir de su “zona de confort”, pero básicamente se trató de “mostrarse vulnerable” para hablar de “tres o cuatro obsesiones” que “son las que tiene todo ser humano”, señaló.

Arquero, quien sumó en su último disco los aportes de músicos y productores como Zorra, Luis Angelero, Pan y Luky Lucciano, expandió su universo sonoro a partir de la experimentación lúdica de los sintetizadores y a horizontes dictados por su fanatismo por la obra de Mac Miller, el rapero y cantante estadounidense que refrescó la escena pop californiana, pero que a los 26 años se encontró con la muerte tras una sobredosis accidental.

Consultado sobre cuales son los cuidados que toma para no caer en lógicas autodestructivas que la industria actual impone para algunos artistas, dijo: “No creo que a Mac Miller lo haya matado la industria; lo mató su propia cabeza. En mi caso, mi cabeza es tan peligrosa como la maquinaria de la industria. No sé si me cuido con respecto a eso, hace años que intento tomarme las cosas sabiendo que ni soy tan crack ni tan boludo o las dos cosas. Un poco con esa relatividad intento tomarme con calma lo que hago. Intento no esperar demasiado, estar más centrado en la música, estar más centrado en el proceso creativo y tratar de no darle tanta bola a lo exterior, creo que es lo que más te salva de eso, de lo que puede ser la autodestrucción. Pero creo que la autodestrucción de ciertos personajes iba a ser así y estaba predestinada, no sé si por un destino mágico sino por la misma neurosis que tenemos un poco todos los artistas que nos estamos preguntando cosas todo el tiempo”.

“Yo siempre digo: no me gustaría nunca ser el número uno. Realmente lo digo, si puedo ser el número 200 y vivir bien. No quiero ese peso a mi espalda, porque no lo aguantaría. Es muy difícil, la psiquis humana no está preparada para la idolatría, que es un poco de lo que se alimenta este mundo de la música. Cuanto más grande sea el artista más proyección hay, la gente pide más cosas de él, entonces creo que es muy jodido. La industria apoya eso de la idolatría, eso de crear una especie de becerro de oro, de figura a la que adorar y recién después está la persona. Así que capaz a veces sin darme cuenta hago cosas para huir de ciertas cosas por miedo un poco a eso. Algo que realmente capaz no es algo tan noble como me creo que es. No hago ciertas canciones que sean muy ultrahiteras para respetarme a mí mismo, sino también por el miedo a un montón de ojos que tal vez yo no elijo. Al hacer la música que hago entiendo que los ojos que me miran capaz son un poco más benevolentes o un poco más críticos en el buen sentido que los ojos con los que miran a los artistas más de moda. No hay tanta introspección en el público ese que te mira”, concluyó el músico.

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