Espectáculos

Argentinismos, por Caparrós

El periodista y escritor Martín Caparrós ensaya un ejercicio de interpretación de cierta terminología contemporánea para entender la diferencia entre lo qe la gente es y lo que quiere ser. Por Patricia Dibert.  

El autor presentó su libro el viernes en librería Ross. Foto Marcelo Mannera

 

El periodista y escritor Martín Caparrós acaba de publicar Argentinismos, un ejercicio de interpretación del lenguaje para entender la sociedad argentina actual. En este nuevo texto, el autor de La Voluntad analiza la política, la economía y el funcionamiento de estos tiempos agitados. En diálogo con El Ciudadano, antes de la presentación del libro en el rosarino Centro Cultural Ross (Córdoba 1347), el autor aseguró que también trata de entender qué es lo que les pasa a los argentinos y porqué se están peleando tanto, y si hay algo que realmente valga la pena de ser disputado en esa pelea. De este modo, Argentinismos se presenta como una exploración de las palabras que atraviesan la Argentina actual, lo que la gente es y lo que cree ser.  

—¿Fue una tarea difícil este libro, ya que usted dice que los argentinos no debatimos sino que nos pelamos?

—El libro está organizado a partir de unas veintitantas palabras, que a mí me parecieron las más decisivas en nuestra conversación contemporánea, que empieza con Democracia, Política, Peronismo, Kirchnerismo, Ejército, Segurismo, Derechos Humanos, Honestismo, Presidenta, Campo, Inepsia, Crispación, Progresismo, Relato, Trucho, Modelo, Él, Militancia, Elecciones y Futuro. Y es un poco el principio de organización, de cada una de estas palabras o de conceptos que trato de desarrollar en un capítulo que le corresponde. Parece que como de todas maneras nadie cree mucho en lo que dice, entonces no se pueden intercambiar muchas ideas, porque no habría como sostenerlas, si tomamos el ejemplo de la discusión de estos días entre los políticos apolíticos y los políticos militantes, el caso Macri-Del Sel por un lado y el kirchnerismo por otro, la gente lo cuenta en ese sentido, a partir de la comprobación de que la política y los políticos están como un poco rechazados por una buena parte de la población. Por un lado tenemos los políticos que dicen que no hacen política, pero tienen detrás todo el aparato de la política y ocupan cargos políticos; y por el otro los que también manejan esa política tradicional rechazada, pero la llaman militancia. Sin ir más lejos en el kirchnerismo hay una conducción de su jefa, al menos en Buenos Aires, que decidió ella sola los candidatos, sin participación, y precisamente la participación es la base de la militancia. De los dos lados hay palabras que no dan cuenta de lo real y no me extraña que no quieran debatir en general porque se derrumbarían demasiado fácilmente.

—En el capítulo “Relato” recuerda que el anuncio oficial de la candidatura de Cristina Fernández apareció sólo en “Clarín”, en julio de 2007.

—Fue una exclusiva que funcionaba en el mejor mecanismo del amiguismo entre políticos y periodismo, siempre fogoneado por los intereses económicos, en un momento de alianza muy estrecha entre los Kirchner y el grupo Clarín, donde Néstor compraba buenas tapas y buenas prensas a cambio de concesiones económicas. Y cuando decidieron la candidatura de Cristina llamaron por teléfono a Clarín y el anuncio oficial salió sólo en ese diario lo que generó que otros medios se quejaran de la muestra de favoritismo tan extraordinaria. Pero al año siguiente, de pronto, el kirchnerismo recordó que en el 76 Clarín hacía tapas apoyando a los militares, cosa que no era secreta. A mí no me parece mal que la gente tenga principios, pero sí me sorprende cuando cambian una vez por semana.

—“Relato” también habla del “deporte de anunciar”, que sería “hable para que alguien se lo crea”.

—Es la idea de que lo que se cuenta es lo decisivo, y ésa es un poco la hipótesis del libro, la diferencia extraordinaria entre lo que se relata y lo que sucede. Al principio cuento que cuando entró el kirchnerismo al gobierno, yo trabajaba en un programa de tele y en las tandas llamaba algún ministro o secretario de Estado para decirnos que lo que dijimos no era realmente así y la sensación era que querían rectificar algunas cosas amistosamente, pero era también como decirte “te estamos mirando” de manera amable, y lo que denotaba era un interés por la prensa como no se había visto nunca. La idea de relato, la idea de qué es lo que los medios cuentan sobre tal situación, fue desde el principio muy fuerte en el kirchnerismo y cuando deja de funcionar la alianza con Clarín decidieron armar su propio relato, con más autonomía de los medios y proyectaron su red de medios propios. Tanta es la hipótesis central del libro, esa distancia entre el relato y la realidad, que lo que más me interesó trabajar en el ensayo es un capítulo que se llama “Modelo” donde trato de reconstruir un poco los datos fuertes económicos y sociales de la Argentina actual, que no es fácil porque las cifras están muy deformadas, y quise ver qué pasaba con el discurso tan difundido de la redistribución y de la mayor igualdad o justicia social, entre otros supuestos logros de este modelo. Y a lo que uno llega cuando ve las cifras es a la conclusión de que la situación que sucede y lo que se cuenta es muy parecida a la situación del 95, en lo peor del menemismo, porque sigue habiendo el mismo tercio de pobres que en ese momento, menos empleados, menos trabajadores en la industria como en ese año, menos empresas nacionales funcionando, hay una extranjerización de la economía bastante fuerte, una concentración de la riqueza en las manos de las cien empresas más poderosas, como en el 95. Digo, no hay ningún dato que permita decir que ha habido redistribución de la riqueza o una situación socialmente más justa, lo que hay por supuesto es una recuperación respecto de 2002, y es lógico porque debajo de eso no había nada.

—Dos capítulos del  libro se llaman “Honestismo” y “Segurismo”…

—Son dos conceptos que yo empecé a usar en los últimos años y pensé que daban cuenta de ciertos fenómenos de la sociedad argentina. El “Honestismo” es la tendencia que tenemos a pesar de que todos los males de la sociedad contemporánea argentina se explican por la falta de honestidad de sus ciudadanos y en particular de los políticos, que es la corrupción, que es una catástrofe, pero es una catástrofe menor en la vida de las personas que la forma en que se distribuye la riqueza. Digo que los políticos de este país pueden ser muy honestos y la gente puede no llegar a fin de mes, se puede ser gente honesta de derecha y gobernar para los poderosos sin robar un centavo. Y el “Segurismo” es de algún modo como paralelo a esto, es la idea muy difundida de que buena parte de nuestros males tienen que ver con la inseguridad y que hay que pensarla como un hecho aislado que se podría resolver aisladamente y por supuesto está muy difundido y aparece en las encuestas como una gran preocupación que tiene gran espacio en los medios, mayor quizás al que mereciera si bien es algo que nos preocupa a todos,  la idea está muy utilizada por distintos sectores para imponer sus agendas e intereses, desde políticos hasta cantidad de empresa que hacen grandes negocios porque la seguridad mueve muchos millones. Una de las privatizaciones más fuerte que aún continúa es la del sector de seguridad, porque muchas personas trabajan en ese sector y hay más gente trabajando en la privada que en la pública. Los que pueden pagar su seguridad privada confían en ella y reciben un servicio infinitamente mejor. Lo mismo sucede con la educación o la salud, y otras zonas donde en algún momento el Estado argentino proveía servicios semejantes para todos. En la salud y la educación se hace más evidente, en la seguridad no queda tan claro. Seguimos pensando en los cuerpos de seguridad del Estado como aquellos casi hegemónicamente encargados de mantener la seguridad y sin embargo esto es mentira porque cuanto más ricos, más seguridad se compra, y esto está respaldado por el “Segurismo”, esta idea cada vez más difundida de que la inseguridad es un dato central en nuestras vidas.

—La investigación abarca desde la crisis de 2001 hasta 2011. ¿Fue difícil encontrar un momento de cierre?

—Sí, hasta último momento estaba agregando oraciones al libro porque en la Argentina pasaban cosas todo el tiempo y yo pensaba que tenían que incluirse. Lo último fue con lo que sucedió con (Sergio) Shocklender y las Madres de Plaza de Mayo, y puse una pequeña referencia. Mucho antes yo había escrito que lo que más me dolía del kirchnerismo era que había conseguido de algún modo deslegitimar los movimientos populares más reconocidos de nuestra sociedad, entre ellos las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y los movimientos sociales surgidos en la última parte del menenismo y de la crisis de 2001, que algunos los había comprado o ensuciado, y la evidencia estaba ahí, pero el libro ya estaba cerrado, y siempre hay cosas para agregar y no se publicaría nunca. Además, como idea para seguir la discusión y armar un ida y vuelta armé una página web argentinismos.com que permite sortear la característica unívoca del libro.

 

Un largo y fructífero camino de un escritor argentino 

Foto: Marcelo Mannera


 

Martín Caparrós dirigió revistas de libros y  cocina, hizo radio y televisión, peregrinó por distintas geografías, recibió el premio Planeta, el premio Rey de España, la beca Guggenheim y ha publicado unos 20 libros. Entre ellos hay crónicas como Larga distancia, Dios mío, La voluntad (tres tomos), La guerra moderna, Amor y anarquía, El interior, entre otras; y novelas como Ansay o los infortunios de la gloria, No velas a tus muertos, La noche anterior, El tercer cuerpo, La historia, Un día en la vida de Dios, Valfierno, y A quien corresponda.

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