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Salud

Antioxidante “inteligente”, otra propiedad de la uva

El extracto de esta fruta ayuda a prevenir las consecuencias del envejecimiento y ciertas enfermedades crónicas.


Una nueva generación de antioxidantes considerados “inteligentes” ayudan a prevenir las consecuencias del envejecimiento y enfermedades crónicas. Entre estos antioxidantes se encuentra el resveratrol, presente en el extracto de las uvas, que neutralizan a los radicales libres de manera natural, selectiva y sin efectos secundarios.
El estrés oxidativo por exceso de radicales libres en el interior de las células causa envejecimiento prematuro y está en el origen de enfermedades como la hipertensión o incluso el cáncer. Se llaman radicales libres, pero en realidad “no quieren” estar libres: por su estructura química, estas moléculas residuales –que las células producen por el sólo hecho de “quemar” oxígeno al respirar– tienden a unirse muy rápidamente a otros componentes de la célula viva (la membrana celular, las mitocondrias, el ADN, y perturban su funcionamiento permanentemente.
Lo hacen tan rápidamente que se estima que sólo son “libres” durante apenas una pequeña fracción de segundo. Luego quedan allí definitivamente, produciendo el lento e irreversible deterioro que es la causa natural del envejecimiento.
El organismo posee un estatus oxidativo natural por el cual produce constantemente estos radicales libres, y también produce sustancias que ayudan a neutralizarlos, es decir, se unen químicamente a ellos antes de que afecten a las funciones celulares, anulando así su potencial efecto tóxico.
Pero la producción de radicales libres puede aumentar y romper ese equilibrio. Se sabe, por ejemplo, que del 1 al 3 por ciento del oxígeno que respiramos pasa a constituir radicales libres que el organismo normalmente tolera; pero una sola pitada de cigarrillo agrega nada menos que unos 100.000 billones de radicales libres, que exceden la capacidad natural del organismo para “limpiar” esa toxicidad. Y es así como el organismo suma estrés oxidativo.
El estrés oxidativo puede deberse a muchas causas, y lo que es cada vez más conocido, son sus consecuencias: envejecimiento prematuro, deterioro funcional y diversos factores de riesgo para afecciones comunes (que incluyen a las enfermedades cardiovasculares y el cáncer), hasta el punto que hoy se piensa que “prácticamente no hay enfermedades en las que el estrés oxidativo no tenga un protagonismo destacado”, según Raúl Pastor, médico argentino investigador de la Comisión Europea para la Investigación y la Innovación.
Esto pasa especialmente cuando el estrés oxidativo se vuelve crónico. Después de comer, por ejemplo, es normal un estrés oxidativo pasajero; pero un estilo de vida poco saludable, con una ingesta excesiva de grasas y alcohol o poco ejercicio físico, pueden elevar los niveles de radicales libres de manera permanente entre 5 y 10 veces por encima de lo normal: es lo que se conoce como estrés oxidativo crónico de moderado a severo.
Una de las más importantes novedades en investigación de los últimos años ha sido el descubrimiento de ciertas sustancias de origen vegetal (como el resveratrol, un polifenol presente en las uvas, así como en las ostras y algunos frutos secos) que son capaces de unirse a los radicales libres para neutralizarlos, ya que así los estabilizan químicamente y les quitan esa carga iónica que de otra manera llevaría a las moléculas residuales a enquistarse en otros componentes de la célula alterando su función normal.
Desde hace tiempo se conoce la eficacia antioxidante de las vitaminas, por lo que es común el uso de complejos polivitamínicos para combatir a los radicales libres. Pero la acción de estos es menos específica y, en el caso de las vitaminas liposolubles (cuyo potencial exceso no es eliminado a través de la orina y queda acumulado) no está exenta de efectos adversos.
En cambio los polifenoles como el resveratrol o el pterostilbeno, explicó Pastor, “pueden ser considerados antioxidantes ‘inteligentes’, porque tienen una acción antioxidante básicamente inducida: le indican al organismo cómo reconstituir sus defensas contra los daños que puede provocar el estrés oxidativo”.
El estrés oxidativo aumenta con la edad, porque el organismo cada vez tiene menos capacidad para neutralizar por sí solo el excedente de radicales libres.

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