Espectáculos

“Amamos el humor basal, y tratamos de no apartarnos de él”

Carlos López Puccio, histórico integrante del grupo Les Luthiers, habla acerca del vasto recorrido del conjunto que este fin de semana regresa a Rosario con “Viejos hazmerreíres”, una antología que reúne las mejores piezas de sus shows. Viernes, sábado y domingo en el Astengo.


Dotados de una cualidad humorística que los define e identifica, el mítico grupo Les Luthiers, reconocido internacionalmente por su particular estilo de fusionar humor con música, regresa a Rosario con tres funciones en las que presentará Viejos hazmerreíres, su más reciente espectáculo. Luego de un rotundo éxito de público, el elogiado show se presentará esta noche y mañana a las 21, y el domingo a las 20, en el Auditorio Fundación Astengo (Mitre 754), donde el conjunto mostrará una antología de las mejores piezas de sus diversos espectáculos, reunidas bajo el hilo conductor de una antigua transmisión de radio. En esta ocasión, estará ausente Daniel Rabinovich por problemas de salud, quien será reemplazado por Horacio Turano y Martín O’Connor, quien junto con Marcos Mundstock, Jorge Maronna, Carlos Núñez Cortés y Carlos López Puccio interpretarán la zarzuela “Las Majas del Bergantín”, “Quién mató a Tom McCoffee”, “La cumbia epistemológica” o las canciones del imposible grupo London Inspection.
En una entrevista realizada vía mail, López Puccio, uno de los históricos integrantes del grupo, se explayó acerca de su espectáculo, la historia y presente de la formación, al tiempo que aseguró: “El humor de Les Luthiers siempre incluyó una fuerza, un impulso renovador”, y opinó que el éxito obtenido se debe “a un código bastante estricto de calidad”.
—¿Cómo analizan sus casi 50 años de trayectoria?
—Somos unos bienaventurados, unos privilegiados. Tuvimos éxito ciñéndonos a un código bastante estricto de calidad, y a la vez haciendo algo que nos encantaba. Hoy, después de esos 50 años, mucha gente nos quiere y piensa que esa trayectoria fue valiosa, creativa. ¡Ah! y además ganamos plata. No podemos pedir más.
—¿Dónde consideran que reside el secreto de su éxito y qué les permite mantenerse vigentes?
—Ofrecemos una mercadería escasa: humor de mucha calidad y muy efectivo, estimulante para el pensamiento, sin malas palabras, sin demasiadas obviedades, sin golpes bajos. Y, por si esto fuera poco, lo mezclamos con una importante dosis de música bastante bien hecha.
—¿Creen que el humor se transforma con el paso del tiempo?
—Seguramente hay tópicos, localismos, actualidad, ética, cultura en sus varias acepciones. En fin: una vasta paleta de ingredientes que pueden colorear el humor de una sociedad en cada momento pero no cambiar su raíz. Amamos el humor basal, ése que es común a la mayoría de los seres humanos, no el de la cambiante realidad cotidiana, y tratamos de no apartarnos de él. Claro que nuestra frontera está en el idioma, nos dirigimos básicamente al público hispanoparlante.
—Su estilo de humor suele no vincularse con cuestiones políticas concretas. Sin embargo, ¿puede pensarse que esto también es una decisión política?
—Depende del alcance con el  que se utilice la idea de política. Hubo épocas en nuestro país en las cuales escaparse del humor político era una manera de asegurar la supervivencia. También hubo épocas en las que los partidarios del arte comprometido nos exigían ser más incisivos, un mensaje político más explícito. Personalmente, creo que político es todo aquello que incide transformadoramente sobre la sociedad y, en ese sentido, me parece que el humor de Les Luthiers siempre incluyó una fuerza, un impulso renovador que bien podría considerarse político.
—¿Pensaron alguna vez en hacer televisión? Y debido a las características de los formatos televisivos actuales, ¿cómo analizan las posibilidades de espacio para sumar una propuesta distinta de humor?
—Soy escéptico, o posiblemente ya no tengo edad para pensar algo así. Por ahora creo que el único formato televisivo que realmente cambió es el 4:3 por el 16:9. Nuestro humor, calculado, pensado, pensante y de larga germinación, sigue no siendo apto para ese medio vertiginoso, devorador y que por en este momento prácticamente prescinde del humor.
—¿Cómo es el proceso creativo del grupo a la hora de montar un espectáculo?
—Hace muchos años creíamos en la creación colectiva, hacíamos largas sesiones de “brainstorming” y en muchos casos nos dio buenos resultados. Pero en cierto momento empezamos a sentir que el costo era muy alto, que el rendimiento no lo justificaba. Significaba muchas horas hombre y en ese funcionamiento no todos rendíamos por igual ni cada cual ponía lo mejor de sí; era una socialización forzosa, como si todos sirviéramos para lo mismo, y entonces comenzamos a trabajar más individualmente. Ya hace décadas que las partes de un espectáculo nacen como resultado de aportes individuales, con forma de ideas, de canciones, de escenas y luego, a partir de ese envión inicial, el grupo agrega nuevas cosas en la etapa de ensayos y mejora el embrión inicial, fruto individual, del cual se apropia y lo hace colectivo.
—¿Hay alguno de los personajes con el que se sientan más identificados o que crean represente mejor la propuesta del grupo?
—Johann Sebastian Mastropiero es nuestra nave insignia. Su personalidad navega desde la música académica con aires, sólo aires, de genialidad, hasta la más chabacana. Juega con la supuesta eternidad de los grandes artistas, la parodia, el papelón, el grotesco, la picardía, el robo descarado. Mastropiero es nuestra versión de Salieri, pero mucho más divertido y menos conflictuado con su propia mediocridad.
—A Rosario regresan con “Viejos hazmerreíres”, una antología de sus shows ¿Cómo fue la selección y el recorte que hicieron para este espectáculo?
—Es una selección de grandes momentos de nuestro repertorio. Tratamos de que fuera desopilante y musicalmente rico. Para hilarlos los enhebramos a lo largo de cierta audición de radio que formaba parte de un espectáculo de hace quince años, Todo porque rías. La escena original se llama “Radiotertulia” y es una supuesta transmisión de un programa en el cual dos periodistas pasan grabaciones, comentan la actualidad, que no es la verdadera, por supuesto, sino un poquito de todas las realidades, y reciben a algunos artistas invitados al piso. El resultado es a la vez muy variado y muy divertido.

Comentarios

10