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Alivio: siguen en 2012 las cuotas sin interés

Las promociones con tarjetas de crédito son uno de los motores de la economía.

Las promociones de cuotas sin intereses, uno de los motores del consumo interno, proseguirían durante todo 2012. Así lo aseguraron Luis Schvimer, CEO de Visa Argentina, y Hernán Carboni, directivo de la cadena Walmart. La afirmación parece ser una respuesta a lo asegurado hace algunos días por Daniel Fernández, CEO de Carrefour Argentina, quien había sostenido que “así como están, y con las actuales tasas de interés, las promociones con tarjetas son insostenibles”.

La polémica surge en un momento en que las ventas con tarjeta (de crédito y débito) están totalizando a nivel país cerca de 20.000 millones de pesos mensuales; la cifra representa una suba en pesos del 40 por ciento en relación con diciembre del año pasado y un crecimiento del 20 por ciento en lo que hace al número de transacciones.

“Lo que determina si una promoción sigue o no es el balance de quien la aplica, no una tasa de interés. Es cierto que es imposible vivir en promoción, pero los consumidores se acostumbraron y va a resultar difícil discontinuarlas en algún momento”, afirma Schvimer.

Por su parte, Carboni agrega que “si sigue esta situación de mercado, no las discontinuaremos. Si bien es cierto que las promociones hacen una diferencia más o menos importante en las ventas de un día determinado, en el total no pesan tanto. Seguramente esto tendrá que ver con nuestra política comercial de no ofrecer descuentos puntuales en determinada fecha. De todos modos, tenemos planes con el Hipotecario, el Nación y el Supervielle que funcionan bien, y no pensamos cortarlos”.

En consulta con tres de los bancos más importantes de plaza sobre el particular, que declinaron responder.

Por ahora el sistema de ofertas y cuotas parece mantenerse, no sólo por los llamados que hace el secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno a las grandes cadenas y entidades financieras, sino –sobre todo– porque los balances de ambos sectores no arrojan quebranto en función de las mismas. De hecho, varias cadenas minoristas ofrecen “descuentos con todas las tarjetas” en determinados días. En ese caso, es casi obvio apuntar que el costo financiero es absorbido totalmente por el comerciante: sería imposible hacer un convenio con todos los bancos emisores de dinero plástico.

Lo curioso es que el efectivo casi ha dejado de existir para las grandes cadenas, y ha quedado confinado a los negocios de calle: imposibilitados (por volumen de ventas) de competir con las promociones conjuntas de cadenas y bancos, los negocios pyme han regresado a ofrecer descuentos por pago en efectivo, algo que la ley que regula las tarjetas prohíbe expresamente.

Es un hecho que las promociones (descuentos “spot” en determinados artículos o líneas de artículos, en días fijos de la semana o en fechas variables, planes de pago en hasta doce cuotas sin interés) siguen funcionando como un disparador del consumo, y nada parece hacer pensar que los compradores se resignarán fácilmente a su desaparición.

Las estadísticas del sector supermercadista muestran que cuando las promociones se ausentan durante varios días, las ventas se desploman en casi todas las cadenas. Obviamente, en sentido inverso, las más exitosas –cuyo éxito depende de la oferta comercial tanto como del descuento que se hace– hacen crecer la facturación hasta un 30 por ciento respecto de los días “comunes”.

Los planes en cuotas, no es un secreto para nadie, fueron especialmente atractivos para la compra de electrodomésticos, y por eso las casas de artículos para el hogar también parecen decididas a conservarlos. En estos casos, por lo general el banco emisor y el comercio comparten “fifty-fifty” el costo financiero.

Sin embargo, el minorista cuenta con la posibilidad de recargar ese costo en el precio final, algo que los bancos en teoría no podrían hacer. Lo explica Schvimer: “La entidad financiera tiene el personal, la estructura comercial, las sucursales, pero ¿qué hace si no presta un peso? Las promociones ponen en funcionamiento esa estructura, básicamente porque el consumidor elige su tarjeta por sobre la de la competencia. Pero además de comprar el producto en promoción, quizás en el mismo comercio compra otros que no lo están, y con eso compensan con creces el costo financiero de la oferta”.

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