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Alicia Gutiérrez: “Espero que todos sean condenados a cadena perpetua”

La actual diputada provincial, militante en los 70 de la JUP, declaró por primera vez en 42 años por el fusilamiento de su hermana en la causa Feced III. También su hermana y una prima fueron fueron asesinadas y desaparecieron a su compañero y padre de su hijo


El primer año de facultad de Alicia Gutiérrez fue el año del Rosariazo, en 1969. Al año siguiente, su hermana Ana María empezó la misma carrera que ella: Odontología. A partir de entonces estudiaron y militaron juntas. En 1974 empezaron a sufrir allanamientos en su casa con sus padres, en 1975 tuvieron que dejar la facultad y en septiembre de 1976 asesinaron a Ana María. En 1977, Alicia se exilió del país.

Gutiérrez declaró por primera vez por el fusilamiento de su hermana sobre fines de abril, en el marco de las audiencias de la megacausa Feced donde se juzga a parte de la patota que operó en el ex Servicio de Informaciones de la policía de Rosario durante la última dictadura cívico militar.

Los días previos a declarar se siente nerviosa, inquieta, angustiada. No es que declarar alivie todos los dolores, pero por fin pudo decirle a los jueces que ella, su familia y todos los militantes por los derechos humanos no bajaron los brazos durante estos 42 años así que espera que ellos investiguen hasta que el último de los represores quede preso.

Gutiérrez ya había declarado por la desaparición de su compañero y padre de su hijo, Eduardo José Toniolli -ocurrida en Córdoba el 9 de febrero de 1977-, pero nunca por el asesinato de su hermana. Durante los años de plomo también fue asesinada su prima Graciela Koatz. Alicia se considera una sobreviviente pero no una víctima porque no sufrió ninguna detención ni fue desaparecida. Sin embargo, la persecución política le costó varios años de exilio.

 

Reivindicación militante

Gutiérrez cuenta que se criaron en Saladillo, “un barrio peronista ” de la ciudad. Su familia era antiperonista pero sus vecinos hablaban permanentemente de política y de lo que pasó antes y después del golpe de Aramburu en 1955.

Fuimos partícipes de toda esa época. Era raro que un estudiante no estuviera politizado en aquel entonces. Pasaba al revés, particularmente en Odontología, donde era raro que un estudiante estuviera politizado”.

En 1973 se convirtió en la primera mujer presidenta del Centro de Estudiantes de la facultad de Odontología. Ella y su hermana militaban en la juventud universitaria peronista -JUP-. Fue el primer centro que ganó la JUP en Rosario. Ambas tenían especial admiración por la figura de Evita, recuerda cómo las conmovió la masacre de Trelew en 1972 y sigue reconociendo los avances políticos y sociales del peronismo entre 1946 y 1955.

Entre fines de los 60 y principios de los 70, las marchas eran frecuentes y las represiones también. Estas situaciones las ponían a reflexionar. Formaron un grupo de estudios donde trabajaron textos de Marx, Mao y Perón.

En 1974 comenzaron a sufrir allanamientos en la casa de sus padres donde vivían en familia. En 1975 recibieron amenazas de la triple A (Alianza Anticomunista Argentina). Ya habían dejado de cursar pero no pudieron terminar de rendir por la persecución.

Gutiérrez señala que las autoridades de su facultad eran de la derecha del peronismo: “Eran de lo más facho, señalaban compañeros”. Cuando volvió del exilio siguió su militancia partidaria pero nunca más lo pudo hacer dentro del peronismo: “Los que me buscaron en mi casa y parte de los torturadores, muchos eran peronistas, de la derecha del peronismo. Cuando volví no estuve dispuesta a compartir nada dentro del peronismo”.

Sin embargo, cuenta, respeta otras decisiones y recorridos militantes. “De ninguna manera siento rencor, reivindico el peronismo y mi militancia. No reniego de ella, al contrario. No soy ninguna gorila, soy alguien que reivindica una parte pero no acepta lo otro entonces me resulta muy dificil compartir un espacio partidario”. Actualmente es diputada provincial del Partido Sí del Frente Progresista Cívico y Social.

 

Asesinatos y exilio

En septiembre de 1976 vio por última vez a su hermana. Ana María ya había dejado la facultad y hacía trabajo territorial en un barrio de la ciudad. Ya embarazada, Alicia partió a Córdoba a reencontrarse con su compañero y padre de su hijo.

Aclara que no cree en nada paranormal. Pero enseguida cuenta que la noche anterior a leer en el diario La Voz del Interior sobre la muerte de su hermana, Alicia se despertó gritando y llorando. Sintió, soñó, que su hermana llamaba por ella, que le gritaba.

En los medios dijeron que fue un enfrentamiento. Sin embargo, a partir de investigaciones y la información recopilada, Gutiérrez piensa que tuvieron a su hermana secuestrada durante tres días y luego hicieron aparecer su cuerpo acribillado.

Por aquel entonces, su vida ya era clandestina. Muchos de sus compañeros ya estaban muertos o desaparecidos. Ella tenía que mudarse constantemente, no podía hablar con nadie y no pasaba una noche si despertarse sobresaltada.

Sobreviví gracias a la ayuda no solo monetaria, que fue muy importante, de mis viejos y también de mis suegros, Fidel y Matilde Toniolli”. Con esa ayuda logró salir del país junto con su hijo. Vivió un año en Brasil y después en Francia. Nunca se le pasaron las ganas de volver a su “lugar en el mundo”.

 

Memoria y declaraciones

Gutiérrez relata que la ola de asesinatos en Rosario empezó antes del 24 de marzo de 1976. Explica que la patota de Agustín Feced, ex comandante de Gendarmería que asumió el control de la policía local, empezó a operar antes del golpe a la par de la Triple A. “Espero que todos ellos tengan perpetua”, declara.

Desde que volvió a Argentina en diciembre de 1985, Alicia Gutiérrez se dedica a la militancia partidaria y por los derechos humanos. Formó parte de investigaciones por la lucha por la Memoria, Verdad y Justicia. También pudo terminar la carrera de Odontología.

Durante los noventa luchó por la derogación de las leyes de obediencia debida y punto final. Resalta el trabajo de investigación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep): “La información que recabaron fue de vital importancia, sin eso no hubiéramos podido armar las causas”.

Señala como hitos el Juicio a las Juntas, la creación de la Conadep y la reapertura de los juicios. Sobre sus declaraciones en las causas plantea que al haber pasado tantos años a veces cuesta retomar el hilo de algunos hechos. De ahí la importancia del trabajo realizado por la Conadep: allí está la denuncia de su papá en 1985. Antes de declarar pudo volver a leer estos escritos y presentaciones judiciales que hizo desde la recuperación democrática.

También indica que “hay cosas que uno las tiene como olvidadas pero en realidad están adormecidas y cualquier cosa las hace reflotar”. Para ella fue muy importante cada vez que declaró ante la Justicia, las veces anteriores por su compañero. Ahora espera una sentencia ejemplar.

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