Coronavirus

Entrevista

Alberto Kornblihtt: “Abogo por la vacunación obligatoria” contra el coronavirus

El biólogo molecular e investigador del Conicet dijo que "las personas que no se vacunan creen que están ejerciendo una libertad, pero de alguna manera están limitando la del resto". Fue incorporado recientemente a la Academia de Ciencias de Francia como miembro extranjero


Foto: Edgardo Gómez (Tiempo Argentino)

*Por Natalia Concina/Télam

Incorporado recientemente a la Academia de Ciencias de Francia como miembro extranjero, el biólogo molecular e investigador del Conicet Alberto Kornblihtt aseguró que está a favor de la obligatoriedad de la vacuna contra el coronavirus y dijo que “las personas que no se vacunan creen que están ejerciendo una libertad, pero de alguna manera están limitando la del resto”.

El ingreso a la Academia de Ciencias de Francia no es el primer reconocimiento internacional de Kornblihtt: además de haber recibido la Beca Guggenheim, el premio TWAS, entre otros, fue elegido también como miembro de la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos y de la Organización Europea de Biología Molecular (EMBO).

En Argentina es integrante de la Academia Nacional de Ciencias, fue presidente de la Sociedad Argentina de Investigación en Bioquímica y Biología Molecular (SAIB) y es Investigador Superior del Conicet en el Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIBYNE-UBA-Conicet), además de docente en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN).

Recibió decenas de premios y distinciones nacionales, dirigió más de 15 tesis doctorales, escribió más de 140 artículos y dio conferencias plenarias en 20 países.

Su mayor popularidad por fuera del ámbito académico devino de su participación durante las jornadas de debate en el Congreso de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) en 2018 cuando ante una afirmación inconsistente de la senadora de Juntos por el Cambio Silvia Elías de Pérez, quien homologó al síndrome de Down con una enfermedad incurable, Kornblihtt le rebatió que ese síndrome no es una enfermedad y utilizó la frase “No, no está bien; está mal” que se volvió viral y dio origen a un libro.

—¿Qué representa este nombramiento en la Academia de Ciencias de Francia?

—La Academia de Ciencias de Francia es una institución de más 330 años en la cual estuvieron todos los nombres de la ciencia del siglo XIX y XX, que tiene muy pocos asociados extranjeros, por lo que para mi es un honor que los colegas franceses me hayan propuesto. Pero fundamentalmente es un reconocimiento a las investigaciones que hicimos en Argentina y que no son obra sólo mía sino de un conjunto de becarios, becarias y colegas y es, además, una buena noticia para la ciencia argentina.

—¿Qué rol tiene la ciencia en la sociedad?

—La ciencia tiene dos roles principales y varios secundarios. En primer lugar, con la investigación y la búsqueda de respuestas a preguntas sobre el mundo en el que vivimos a través de todas sus disciplinas se permitió al ser humano aumentar la esperanza de vida y mejorar su condiciones respecto de lo que era el principio de la civilización humana o la edad media. El otro aspecto fundamental es que el ejercicio de la tarea científica implica el desarrollo del pensamiento crítico, es decir, en no basarse en creencia e intuiciones sino en evidencias y argumentos y esa forma de pensar se expande a otras actividades de los seres humanos y es muy útil en la formación ciudadana de una sociedad.

Esto no quiere decir que la ciencia sea infalible, algunas afirmaciones científicas son transitorias, otras son perdurables, pero las que son transitorias son así hasta que alguien demuestre con evidencia o argumentos otra cosa. Otro aspecto de la ciencia es que no existe el principio de autoridad. Las cosas son ciertas no porque las dice tal o cual que es premio Nobel o está en tal academia, sino porque hay evidencia o argumento que lo justifique, y eso lo puede hacer cualquier científico o científica independientemente de su jerarquía.

Sin embargo, pese a todos los avances científicos, las condiciones de vida de una buena parte de la humanidad son malas.

—Sí, pero eso no es culpa de la ciencia sino del capitalismo. Lo voy a poner en términos muy sencillos: si hoy hay lugares donde las rutas no están asfaltadas, no hay cloaca, no llega el agua potable o la electricidad o no se distribuyen alimentos no es porque la ciencia no sepa cómo hacerlo, sino porque los sistemas de gobierno no lo hacen o no se atreven a tocar los intereses de aquellos sectores que más ganan para favorecer a los que menos ganan. Yo soy muy partidario de un rol controlador y distribuidor del Estado.

—Pero si la ciencia se desarrolla en el sistema capitalista, ¿puede escapar a sus intereses?

—Obviamente hay conflictos de interés de algunos científicos que están financiados o que tienen algún tipo de compromiso con sectores del capitalismo que los condiciona. Pero no creo que el sistema capitalista condicione a toda la actividad científica. Creo que debe tenerse en cuenta ese factor, pero también debe tenerse en cuenta la necesidad de promover la investigación científica. A mí me importa mucho más el compromiso social del científico que la importancia social del tema que investiga. Un científico puede investigar algo cuya aplicación a la sociedad es muy remota, pero su práctica de investigación puede hacerlo tener un compromiso social en el cual participe de informar a la opinión pública sobre ciertos aspectos que tienen que ver con la ciencia independientemente que tengan o no que ver con su propio trabajo.

—¿Qué nos deja la pandemia como humanidad?

—Desde el punto de vista social y político, la pandemia sacó lo mejor de algunos y lo peor de otros. Entre lo peor está una actitud anticientífica que coincide con la resistencia a las vacunas, obviar la existencia del virus y oponerse a todas las medidas de restricciones de circulación, ventilación de ambientes o de entrar a lugares cerrados con con pase sanitario. Las personas que no se vacunan creen que están ejerciendo una libertad, pero de alguna manera está limitando la libertad del resto porque la vacunación no es solamente un hecho individual, sino que es un hecho colectivo social. La única salida que tenemos para poder ganarle a este virus es la vacuna y, por lo tanto, hay que vacunarse. Yo abogo por la vacunación obligatoria, por lo menos de los niños y niñas que van a empezar la escuela desde fines de febrero, porque la vacuna nos ha demostrado que, pese a que el virus sigue circulando, la mayoría de las infecciones son con síntomas débiles y el porcentaje de letalidad es mucho menor que el que hubo en la primera y segunda ola. En términos científicos ha generado una aceleración no sólo de la capacidad de producción de vacunas sino de los conocimientos específicos de la inmunología y de las infecciones causadas por este virus que serán sin duda un aporte importante para reaccionar frente a cualquier otra infección viral.

No obstante, cualquiera sea la plataforma de la vacuna, la base de lo que se sabe de la inmunología es un conocimiento muy asentado que viene de décadas y décadas de investigación; no nos agarra totalmente ignorantes.

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