Ciudad

Al buen tiempo, buena cara

Los bares y restaurantes de Rosario tuvieron un enero de parabienes. Y en febrero siguió la tendencia, en un período en el que históricamente las ventas caían. El clima ayudó, y el gran temor fue la inflación.

Por: Diego Montilla

El buen tiempo ayudó a que los restaurantes –y principalmente los bares– trabajaran a un buen ritmo durante enero y lo sigan haciendo en febrero, meses donde históricamente bajan las ventas en el sector por ser época de vacaciones. Esta vez, todo lo contrario: desde la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica y Afines de Rosario (Aehgar) destacaron que viene registrándose un “constante movimiento”, especialmente en los comercios ubicados sobre avenida Pellegrini y los cercanos al balneario La Florida. Como contrapartida, la inflación aparece como un elemento que perjudica de manera constante a la actividad, achicando los márgenes de ganancia y obligando a los propietarios de los locales gastronómicos a hacer lo que llaman un “delicado equilibrio” para que el negocio sea rentable, y no tener que “remarcar” constantemente las cartas. Desde la organización reconocen que salir a comer afuera a determinados lugares significa un auténtico presupuesto para una familia, más cuando es numerosa. Igualmente, y apostando a los fines de semana largos que surgen a partir de los feriados, esperan un 2011 con una fuerte demanda para el sector.

¿Cómo está marchando la temporada verano para los bares y restaurantes locales?, le consultó El Ciudadano al titular de la Aeghar, Carlos Mellano. “Los lugares tradicionales como Pellegrini y la zona cercana a La Florida están teniendo una buena afluencia de clientes. Ayudó mucho el clima de enero donde prácticamente no hubo lluvias. La convocatoria viene siendo bastante buena. Después está el tema de los restaurantes más clásicos, que ya tienen una clientela más o menos fija. Estos han visto reducidas sus ventas, tal como ocurre en la temporada de verano por el simple hecho que la misma se va de vacaciones. De ahí que varios cierran por quince días para realizar refacciones, ya que aprovechan la merma en la cantidad de gente que entra a comer para realizar las tareas estructurales que puedan haber quedado pendientes”, respondió.

El empresario gastronómico subrayó que donde se registró un buen nivel de ventas fue durante los últimos festejos de San Valentín, el Día de los Enamorados. “La verdad es que el nivel de ventas superó al esperado. Los bares y restaurantes trabajaron casi a pleno con su capacidad ocupada entre un 80 y un 90 por ciento. Aquí también los comercios ubicados en avenida Pellegrini y la zona de La Florida tuvieron un muy buen movimiento. A estas zonas hay que sumarle también el cordón de locales gastronómicos ubicados en Pichincha”, agregó.

Sobre la seguidilla de robos que venían registrándose en distintos locales gastronómicos, con atracos tanto a los comercios como a los ocasionales comensales, el presidente de la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica y Afines de Rosario mostró una “cautelosa satisfacción”. “Podemos decir por el momento que se han detenido los hechos delictivos. Estuvimos trabajando en varias políticas internas de adiestramiento de nuestros asociados para que estos tengan los recursos necesarios para evitar, en la mayor medida posible, ser víctimas de nuevos robos. La mayor presencia policial también está actuando como un elemento positivo a la hora de analizar esta merma en los asaltos”, explicó.

Según detalló Mellano, hay en la ciudad unos 800 locales gastronómicos que buscan atraer clientes en una actividad que es “sumamente dinámica y fluctuante”. “Hay muchos lugares que abren sus puertas y muchos que cierran. Por eso es difícil llevar adelante una estadística. En general la mayoría trabaja más o menos bien, en mayor o menor medida, los fines de semana. El resto de los días las ventas caen casi para todos. Podemos decir que hay una sobreoferta de locales gastronómicos en la ciudad y eso hace que se diversifique la demanda”, subrayó.

El tema de los números es algo fundamental para cualquier actividad económica y mantenerse a flote con una inflación creciente es el principal desafío que tienen los empresarios del rubro gastronómico. “Los precios de los proveedores aumentan de manera casi constante. Hay algunos locales que se ven obligados a reformularse para poder sobrevivir. Hay un caso paradigmático como un comercio que era una parrilla de grandes dimensiones en avenida Pellegrini y se vio obligado a convertirse en una chopería. El precio de algunos cortes de carne hace que algunos platos sean costosos. Hoy salir a comer a determinados lugares le implica a una familia tener que desembolsar una importante suma de dinero y nosotros nos vemos obligados a tener que establecer un delicado equilibrio para no tener que tocar los precios de las cartas. En muchos casos hay productos que sufren tres o cuatro incrementos antes que nosotros modifiquemos los precios. Eso hace que el margen de ganancia se vea cada vez más disminuido. Hay que hacer malabares en muchas oportunidades”, destacó.

Por último y consultado sobre si el creciente turismo en la ciudad ha beneficiado al sector, Mellano estimó que “se han registrado algunas leves mejoras”. “Durante los fines de semana largos, especialmente, la ciudad recibe una cada vez más grande cantidad de visitantes de otras partes del país y ciudades aledañas. Esperamos que este 2011 sea un buen año para la actividad y estamos trabajando para eso”, concluyó.

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